Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

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sábado, 17 de diciembre de 2011

El Si de Maria Evangelio del cuarto Domingo de Adviento con comentario-oración del Padre José Kentenich

Evangelio según San Lucas 1,26-38

En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó. 



MADRE,  VACILACIÓN DAS TU SI
PADRE JOSÉ KENTENICH
Madre,sin vacilación das tu Sí
y puedes llevar a Cristo en tu seno.
Y como el Padre lo quiere de ti,
eres la diaconisa
que prepara en silencio
la ofrenda del sacrificio.
Adentranos en tu misión;
haz de nosotros diáconos del Redentor.
(Hacia el Padre 341)


TU SANTUARIO ES NUESTRO NAZARET
Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo.


Virgen Inmaculada,
allí tu oración anhelante
urge la aurora de salvación;
alli es donde el arcángel Gabriel
solicita tu respuesta
y donde, por tu Sí, se alumbra el mundo.


Te veo renovar en silencio tu Sí
y veo tu luz
penetrar la noche desde Schoenstatt,
pues el favor de Dios infinitamente sabio
lo escogió como faro luminoso
para el mundo de hoy.
(Hacia el Padre  181-183)



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