Mario, “Venerable”
por sobre las grandes olas…
Texto Amelia Peirone teóloga que ha trabajado en la causa de Mario
Días de luz
estos entre el 18 y el 22 de febrero de 2020: públicamente Mario es
“Venerable”… y nadie lo sabía hasta ahora, también singular surfista… Parece
del todo verosímil afirmar que, en la larga historia de las canonizaciones,
ninguna otra causa -como esta de Mario- haya tenido que surfear tanto oleaje
adverso. Las olas venían potentes, una tras otra casi sin interrupción: la
causa de Mario Hiriart sorteó uno a uno todos los embates del camino siempre
cambiante, y lleno de incertidumbre, como lo es el mar.
Apenas si
había llegado la causa a Roma, el 8 de setiembre de 2004, día en que se
bendecía el santuario de Belmonte, y pronto muere el papa Juan Pablo II, por
tanto, hay cambio de pontífice.
Con ello,
también llegan otros: cambio de prefecto en la Congregación de los Santos.
A la causa
se le había asignado un relator español, alguien que va guiando la redacción de
la síntesis documental que se debe presentar. De un viernes a un lunes, sin
mediar aviso, cambia el relator. Habrá que esperar un año y medio para que
nombren a otro: también español, nuevo en la tarea, con los temores propios del
que debuta, observador al detalle, hasta hacer lentísimo cualquier avance
significativo.
Mientras,
para no olvidar el entrenamiento, cambian el relator general, que en cierto
modo, da su impronta al trabajo del equipo de relatores. Entretanto, renuncia
el postulador y se debe nombrar otro.
Con o sin
ganas, era necesario practicar el dicho popular de “ir acomodando la carga
durante la travesía”, y sobreviene lo peor: cambia la entera normativa, el modo
de documentar y presentar una causa. Hubo que hacer el documento final que se
estaba redactando (Positio), entero, de nuevo.
Todo este
vaivén de cambios ocurre no una sino ¡dos veces! Increíble que algo se mantenga
en pie con semejantes altas mareas. Pero Mario ahí estaba, entero y firme
también ante la historia, tanto y más que lo estuvo en su propia vida.
Difícil fue
creer que se había llegado al punto final para la causa en Roma: glorioso mayo
de 2012, en que se entrega la síntesis documental para el siguiente gran paso:
que sea estudiada por 8 teólogos y den su parecer positivo o negativo. Ese
turno llegaría en 2028.
En la
espera de que no pasaría nada hasta entonces, se va el relator que ya se había
hecho amigo de la figura tan atrayente y prístina del ingeniero laico, Mario
Hiriart. La causa queda quien la represente ante la Congregación de los Santos.
A poco andar, cambia otra vez el papa, de Benedicto a Francisco. Y por si algo
faltara, una vez más cambia el postulador.
Es tópico
conocido que el mar, en la Sagrada Escritura, es el símbolo de lo incierto,
amenazador y temible. Sin embargo, hay uno que camina sobre las aguas, lo calma
con una sola palabra de potencia divina, y alza sobre las olas una gran
paz.
Por eso, lo
que ocurrió en 2018 es verdaderamente un hecho, un suceso, imponderable. Esta
palabra latina ponderāre se refiere a tomarle el peso a algo. Bien, casi
todo en esta causa excede a cualquier ponderación. Tal vez por eso no se le
toma el peso, no puede estimarse. Ojalá un día la historia del Movimiento
examine con mucha diligencia y cuidado el asunto. Le tome el peso.
Sin lobby
de ningún tipo, ni el más inocente; sin influencias de ningún color que se
busque; sin presión de intereses ni siquiera pastorales; sin ningún sobre
elegante con la inscripción “para que usted disponga”; sin razón que se conozca
con certeza, un día llega carta comunicando que la causa será estudiada por los
teólogos 10 años antes del turno anunciado. Los censores teólogos estudian,
hacen preguntas, se elaboran respuestas claras, con el mejor aparato probatorio
posible.
El día de
la Anunciación, marzo de 2019, se entregan las respuestas de la postulación a
Roma. Pero... las oscilaciones no cesan: van y vienen respuestas para los
teólogos que deben poner en tela de juicio todo, a fin de asegurar su certeza
acerca de la virtud heroica del siervo de Dios, y dar su voto positivo o
negativo. En el último mes de 2019 se da por cerrada esta etapa, aceptando los
teólogos las pruebas definitorias.
Aquí
estamos, febrero de 2020, tras la reunión de los cardenales miembros de la
Congregación de los Santos, en que ofrecieron su voto afirmativo reconociendo
las virtudes heroicas de Mario, y el pronto decreto firmado por el papa
Francisco, en que acepta todas las decisiones intermedias y permite llamar a
invocar la intercesión de Mario como “Venerable”.
Hay, sí,
una orilla firme. “Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago”.
Ahora, el mundo agitado por tempestades y marejadas diarias tiene un buen
remero sobre la nave. Aunque, “el Padre tiene el timón, y yo debo simplemente
permanecer firme en mi puesto de vigía”, diría Mario. Que esta calma en la
travesía sea símbolo de una paz luminosa que quisiéramos construir en alianza
con nuestro hermano Venerable.
Fotos y audiovisual: Antonio Barbagelata Figari