Año del
Padre Kentenich
15 de
septiembre de 2017
y culmina en el 50º
aniversario de su pascua
el 15 de
Septiembre
de 2018.
La
celebración de un “Año del Padre Kentenich” nos ayudará a vincularnos
orgánicamente a su persona, que conozcamos bien su visión y seamos portadores
de su carisma en la Iglesia y en el mundo.
El padre Jaime Ochagavía cuya pascua aun está muy fresca (16 de septiembre),nos habla del fundador del movimiento de Schoenstatt padre José Kentenich
TESTIMONIO DEL PADRE JAIME
OCHAGAVÍA
El Padre es
una persona que ha marcado profundamente mi vida. En primer lugar, antes de
conocerlo directamente en persona, sentí a partir de 1964 un entendimiento
profundo y total por su obra, su visión y su respuesta.
En esa época me
pregunté: ¿Quién es este hombre que toca tan fuertemente mi vida, que me
estremece interiormente, que me renueva y hace vibrar por los ideales más
altos? Movido por este profundo entusiasmo estudié con mucho interés alemán,
escuché testimonios sobre su vida y actuar, que me significaron mucho. En 1966
llegué a Alemania y tuve la alegría de saludarlo y escucharlo. La impresión más
fuerte fue la de estar delante de un hombre que vive enteramente en Dios, en el
mundo sobrenatural. Yo nunca había escuchado hablar de Dios como él lo hizo. El
Dios vivo era para él una realidad tan cercana y real que uno sentía el impacto
de la presencia real de Dios en un hombre y a través de su persona. En este sentido,
en una conferencia que dio a la Familia en Schoenstatt, se refirió a ese Dios
vivo y presente. Sus palabras me impresionaron y me quedaron dando vueltas
durante meses.
Hablaba del Dios presente y en forma muy especial decía:
"arriba Tú, abajo Tú, adelante Tú, detrás Tú, Tú, Tú, Tú, Tú”. Días
después caminaba por los pasillos de la Facultad de Teología en Munster y sus
palabras volvían a mi corazón con insistencia. Sentí que era lo más importante
y lo que más me había querido decir Dios a través de su persona. En esa misma
conferencia hablando del Dios vivo y presente citó un texto de San Vicente
Pallotti. Pallotti se distinguió como el santo del amor infinito, del
infinitismo en todas direcciones. Dios fue todo para él.
El Padre trajo a
colación un texto del santo en el que destacaba, por encima de todo, la
grandeza e importancia de Dios para su vida, al afirmar: "No el alimento,
sino Dios; no la bebida, sino Dios; no el vestido, sino Dios...” Marcaba así, a
través de varias comparaciones, la supremacía absoluta de Dios. Estas palabras
me impresionaron y durante meses las tuve presente y junto a las anteriores
constituyen y expresan de un modo adecuado el mensaje fundamental que recibí
del Padre Fundador. El Padre como una persona que encarna de una manera
especialísima a Dios y el mundo sobrenatural, que lo hace cercano, inmediato,
próximo y que me invita a vivir en intimidad con el Dios vivo y presente.
Un
segundo punto que quisiera señalar en su persona es su conciencia de misión. El
Padre se me presentó como un enviado de Dios, que a su vez envía. La primera
vez que nos acercamos un grupo de estudiantes de distintos países a saludarlo
—en marzo de 1966— ya desde lejos nos recibió con estas palabras: "Id e
incendiad el mundo”. Esas fueron sus palabras. Un hombre de Dios, un hombre
enviado por Dios, un hombre con una misión especialísima para el tiempo. Un
hombre que invita a participar en esa misión inmensa que abarca todo el mundo.
Yo sentía el peso de sus palabras e instintivamente reaccioné mirando hacia el
lado como si hubieran sido dichas para mis vecinos. Me costó sentirme llamado a
una misión universal. En la medida en que me fui adentrando en su respuesta y
misión comprendí que estaba ante un profeta enviado por Dios para siglos,
consciente de la magnitud de su tarea y responsabilidad.
He hablado del Padre
Fundador como un hombre de Dios, como un hombre portador de una misión
universal. En tercer lugar quisiera referirme al Padre como una persona cercana
a la vida y a las necesidades de cada una de las personas que Dios le había
confiado. En una oportunidad le escribí una carta planteándole una necesidad y
varias preguntas. Se trataba de algo que me tocaba y que también afectaba a
otras personas. Su reacción fue inmediata, valorizando al máximo el sentido de
mi pregunta y necesidad, de manera realmente admirable. Pareció que en ese
momento mi pregunta era lo único que tenía que resolver (yo estaba bien seguro
de la inmensidad de asuntos que permanentemente lo ocupaban).
Esto me hizo
reconocerlo como un Padre preocupado por cada cosa y que deja todo de lado ante
la necesidad de una persona. Podría decir otras cosas sobre el Padre y el
mensaje que me transmitió con su persona. Pero me limito a estos tres puntos:
un hombre de Dios con una misión universal, que invita a participar en ella y
un Padre cercano a las necesidades de cada uno de los que le han sido
confiados.
Fuente:
TESTIMONIOS
SOBRE EL PADRE JOSÉ KENTENICH
(Testimonios
1885 - 1968 Recopilados por el P. Esteban J. Uriburu)
fotos Antonio Barbagelata Figari
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