8 de diciembre Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
Fue erigido
este monumento para conmemorar el
aniversario de los cincuenta años de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción.
La primera
piedra se colocó el 8 de diciembre de 1904 y fue inaugurado el 26 de abril de
1908
Ubicación cerro
San Cristóbal, Santiago de Chile
HISTORIA
La imagen
de la Inmaculada Concepción, que se ubica en lo más alto del cerro San
Cristóbal, se erige luego de grandes esfuerzos, muy avanzados para la época, y
de un sacrificio del pueblo creyente jamás visto para financiar una obra de
esta envergadura.
Así
comienza esta historia de devoción y fidelidad a la Madre de Dios, que se
consolido por la osadía de un grupo de católicos, para quienes no hubo nada
imposible, y que recordamos cuando por más de 100 años, nuestra Madre vela
sobre Santiago.
El Dogma de la Inmaculada
En 1854, el
Papa Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En
la Bula Ineffabilis Deusdel 8 de diciembre de ese año se puede
leer:
“declaramos,
afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y por consiguiente, que
debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que
sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de
culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y
privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo,
salvador del género humano”.
Tres años
más tarde, el mismo Papa mandaría a hacer una enorme escultura en recuerdo de
este dogma, que se puso sobre una columna en la Plaza de España en la ciudad de
Roma.
El Año de Jubilar de la Inmaculada
Los papas
León XIII y Pío X propusieron que, durante el año 1904, se celebrara el
quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada
Concepción.
Asumiendo
la invitación pontificia, el 20 de octubre de 1903, el Arzobispo de Santiago,
Mariano Casanova y Casanova, pidió al presbítero don José Alejo Infante Concha,
Provisor Oficial del Arzobispado de Santiago, que organizara una reunión de
sacerdotes y laicos “a fin de dar a conocer los deseos de los ilustrísimos
soberanos Pontífices León XIII y Pío X de celebrar con grande entusiasmo y con
festividades religiosas el dicho aniversario…”.
El 22 de noviembre
se reunía, en el aula Arzobispal, la solicitada asamblea formada por sacerdotes
y gran número de caballeros, presididos por el Arzobispo Casanova. Ese día se
creaba una comisión encabezada por don José Alejo Infante e integrada por los
sacerdotes Alberto Ugarte, José Ignacio González, Tomas Meza, Alejandro
Larrain, Pedro José Infante, y los laicos Domingo Fernández Concha, Enrique
Peña Warnes, José Antonio Lira, Juan Bautista González, Luis Gregorio Ossa,
Ramón Subercaseaux Vicuña, Osvaldo Pérez Sánchez, Vicente Echeverria Larrain,
Rafael Luis Gumucio, Ramón Santelices, José Manuel Eguiguren, Onofre Jarpa Y
Eugenio Joannon.
La Decisión de Construir el Monumento
En esos
años no existía en Santiago ningún santuario de grandes magnitudes para el
culto de la Madre de Dios. Variadas advocaciones eran veneradas en distintos
templos esparcidos por todo el territorio, sin embargo, no podrían albergar a
un mayor número de peregrinos.
Es así como
el presbítero Alejo Infante propone, en esta comisión, que la celebración
central consista en la colocación de una imagen de la Inmaculada Concepción, de
gran tamaño en lo más alto del cerro San Cristóbal.
Para poder
llevar a cabo estas celebraciones era necesario conseguir los recursos, así es
como don Miguel R. Prado tuvo a su cargo congregar a un grupo de señoras que
serían las responsables de reunir los dineros que costearían los trabajos de
construcción e instalación de la imagen. El sitio escogido fue asegurado a través
de una donación de la Recoleta Dominica y las Hermanas Carmelitas de Santa
Teresa, conocidas en la en la época como Monjas Teresianas, al Arzobispado de
Santiago.
Como
certifica el acta notarial de la donación, se trata de un terreno ubicado en la
cumbre del cerro San Cristóbal y cuanto se encierre en un radio de 100 metros,
con el fin de ubicar ahí “La estatua de la Santísima Virgen con que se quiere
solemnizar el quincuagésimo aniversario de la proclamación del Dogma de la
Inmaculada Concepción, y mantener alrededor de la estatua un espacio adecuado
para el ornato del monumento y para la comodidad de los fieles en sus visitas”
El
Arzobispo de Santiago, don Mariano Casanova, envía una comunicación oficial a
las otras diócesis explicando los planes sobre la culminación de las
celebraciones del aniversario del dogma, con la colocación de una imagen
monumental en honor de la inmaculada. Muchos respondieron contagiados de la
felicidad de tan noble y hermosa empresa, lo cual es un ejemplo del efecto que comenzaba
a generar esta iniciativa.
Con la
decisión de situar en la cumbre del cerro San Cristóbal un colosal monumento a
la Purísima, la anteriormente mencionada comisión inicia la búsqueda de alguna
imagen que pueda ocupar tan exclusivo atrio.
La ausencia
de modelos originales de la Virgen Inmaculada en talleres de distintos
escultores consultados los lleva a tomar la decisión de reproducir una imagen
ya existente. Se solicitan presupuestos y modelos para la obra a Francia,
Italia, España y Alemania.
La
posibilidad más cierta es, entonces, la reproducción de la llamada “Virgen de
Roma” a la cual ya nos hemos referido. Esta estatua fue proyectada por el
arquitecto Luigi Poletti y es una obra de Giuseppe Obici.
La Construcción del Santuario
El grupo
encargado comienza a tomar las mejores decisiones para que todo salga como se
espera; que material usar, de qué modo enclavarla y como hacerla llegar son
algunas preguntas que durante el proceso se irán respondiendo en un notable
trabajo en equipo, como se puede percibir en las comunicaciones de la época. El
fin último es poder entregarle a la ciudad de Santiago un regalo incomparable.
El cerro
San Cristóbal representa un gran desafío para llevar adelante este proyecto, pues
en esta época, solo existía un pequeño sendero para llegar a la cumbre.
Entonces se requiere de un proyecto vial que hiciera posible la instalación de
la imagen de la Virgen y la llegada de los futuros peregrinos a ese lugar.
Finalmente
se contrató a dos ingenieros para que realizaran la apertura del camino de un
metro de ancho. El costo de ese trabajo fue de 2 mil 700 pesos de la época. Con
el tiempo ese trayecto se ensancho hasta el plano. Además, se hicieron dos
puentes de concreto armado sobre los canales que costaron 1.200 pesos.
El 8 de
diciembre de 1904 se peregrino desde la Catedral de Santiago hasta el pórtico
de las Monjas Teresianas. Ahí, Monseñor Mariano Casanova, Arzobispo de
Santiago, bendijo la piedra que posteriormente fue tomada por algunos padrinos
y llevada hasta la cumbre del cerro. Según consignan los documentos de la
época, ese día hubo un “gran concurso de sacerdotes, caballeros y señoras y
numeroso pueblo”.
Gracias a
los contactos realizados por el embajador de chile en Paris, se le encarga a la
prestigiosa fundición francesa VAL D`OSNE la construcción de la imagen.
La
fundición VAL D`OSNE, ubicada en Paris, traslado 42 cajones cuyo peso llegaba a
los 46.783 kilos. La imagen costo 22 mil francos, aproximadamente unos 350.000
millones de pesos de hoy, el embalaje dos mil francos más y para el traslado se
contrató un seguro por 38 mil francos, desde Francia hasta Santiago.
La imagen
de 12 metros, seria soportada por una base en fierro y concreto. Esta era la
opción más segura y menos costosa a cargo de la compañía holandesa para
concreto armado. Su costo fue de 40 mil pesos y fueron ellos quienes subieron
la estatua y la depositaron en el pedestal con las evidentes dificultades de la
época, pues incluso el agua debía subirse a la cima.
Finalmente, en 1908 se bendice la imagen de María Inmaculada,
fruto del trabajo y aporte del pueblo chileno quien no escatimó esfuerzos en
honor a la mujer que el mismo Señor Jesucristo dejó como madre de sus
discípulos.
FOTOS:Antonio Barbagelata Figari
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