martes, 19 de enero de 2021

"En la confianza divina"

 II HITO DE SCHOENSTATT

20 DE ENERO

1942-2021






20 de enero de 1942

El 20 de enero fue el día clave en que, en la práctica, se decidía la partida del Padre Kentenich al campo de concentración. Esta fecha y todo lo que, a partir de ella, se desencadenó para el Padre Kentenich y la Familia de Schoenstatt , marca profundamente su historia.

En septiembre de 1939, estalla en Europa la Segunda Guerra Mundial.El mundo se encuentra ante una nueva contienda de dimensiones catastróficas. Es una época de grandes dificultades para la Familia de Schoenstatt.

En abril de 1939, la Gestapo requisa la Casa de Estudios en Schoenstatt y la usa como escuela para profesores nazis. Ante la amenaza de requisa también del Santuario de Schoenstatt, las Hermanas de María deciden formar una cadena viva en torno al él tomadas de la mano, mientras el Padre Kentenich oraba adentro, ofreciendo así sus vidas si fuera necesario, para defenderlo. Nace dentro de la Familia de Schoenstatt la necesidad de entregarse más profundamente a la voluntad de Dios a través de la Santísima Virgen. La Santísima Virgen es coronada. Se reconoce a María en su soberanía sobre Schoenstatt. Es Ella la que tiene que tomar el cetro y guiar la barca de la Familia en medio de la nueva crisis mundial. El 14 de septiembre de 1941, la GESTAPO va a buscar a Schoenstatt al Padre Kentenich con la intención de aprehenderlo. Al día siguiente el Padre comenzaba un curso de retiro para sacerdotes. El Padre consigue demorar su prisión hasta concluir el que sería su último retiro, cuya plática final es llamada su «canto del cisne». El 20 de septiembre se presenta en el cuartel de la GESTAPO de Coblenza. Allí permanece en un calabozo subterráneo, «Bunker», hasta el 18 de octubre, día en que es trasladado a la cárcel de Coblenza. Durante su estadía en la cárcel logra reunir, a través de dos guardias, todos los elementos necesarios para celebrar diariamente la Eucaristía. Unos días antes de Navidad una Hna. de María, escribe una cartita al Niño Jesús pidiéndole la libertad del Fundador y Padre espiritual de la Obra. La carta llega a manos del Padre, y él, en nombre del Niño Jesús la responde: «Mi querida y pequeña Mariengard, cumpliré: tu deseo, cuando tu corazón y el de toda la Familia se transforme en un (*) «Jardín de María.» Con esta respuesta el Padre expresa que su liberación será obra de la gracia Divina, pero Dios la hará depender de la vida y esfuerzo de los miembros de la Familia. El Padre comprende que lo que Dios le pedía, no era su vida, sino la renuncia a su Obra, lo que llamo el sacrificio de Abraham, es decir estar dispuesto como el patriarca a sacrificar a su propio hijo, a sacrificar la Obra.

La Familia de Schoenstatt rezaba y ofrecía todos los sacrificios para evitar el traslado del Padre a algún campo de concentración. El 16 de enero le hacen una revisación médica muy superficial y es declarado apto. Al enterarse la Familia busca todos los caminos para evitarlo. Consiguen contactos con el médico de la cárcel, quien se manifiesta dispuesto a hacerle una nueva revisación y a declararlo no apto. Pero, quien debía solicitar esa nueva instancia era el prisionero. Así llega el 19 de enero y el Padre Kentenich tiene en sus manos el formulario. Solo tiene que firmarlo. El plazo máximo para entregarlo era el 20 de enero a las 17 hs.. La lucha del Padre Kentenich aquel día, fue una lucha por la verdadera libertad, «la búsqueda de la voluntad de Dios.» Dirá años más tardes: «Así llego el 20 de enero. Había luchado conmigo mismo durante toda la noche para descubrir cuál era la voluntad de Dios. Ahora tenía claridad. No firmaré la solicitud, si yo tengo que elegir, que decidir, entonces para mi la muerte y las cadenas, pero para la Familia ha de ser la libertad.» Así renuncia, voluntariamente y por amor a los suyos a las posibilidades de liberación. Cree firmemente que ésta es la voluntad de Dios: ofrecer su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schoenstatt. Con este paso, llama a la Familia a profundizar la Alianza de Amor en el sentido de la Inscriptio, es decir, del amor a la cruz. También este paso debía convencer definitivamente a la Familia que la Santísima Virgen era la dueña de la Obra, que Ella no la iba a abandonar.

P. Rafael Fernandez

 











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