Las obras de arte sacra a menudo se presentan como ayuda para la práctica de la meditación, ofreciendo la posibilidad de vivir como
presente lo que viene representado. Resulta ser una extraordinaria aplicación pictórica de esta práctica meditativa, por ejemplo la Pasión de Cristo de Hans Memling (conservada en la Galería Sabauda de Turín), en el que podemos observar una representación de la ciudad de Jerusalén, con los distintos momentos de la Pasión de Jesús ambientados en varios lugares: el fiel puede, de esta manera, recorrer el cuadro, meditando y contemplando la pasión de Cristo. (Rodolfo Papa historiador de arte)
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