martes, 20 de diciembre de 2016

San Alberto Hurtado nos habla esta Navidad



María, desde que concibió a Jesús, no vive Ella 

sino Jesús. 








Al dar mi último saludo de Navidad, quisiera darles las gracias a todos los amigos conocidos y desconocidos que, de muy lejos a veces, han ayudado a esta obra de simple caridad de Evangelio, que es el Hogar de Cristo.

Al partir, volviendo a mi Padre Dios, me permito confiarles un último anhelo: el que se trabaje por crear un clima de verdadero amor y respeto al pobre, porque el pobre es Cristo. "Lo que hiciereis al más pequeñito, a mí me lo hacéis" (Mt 25,40).
(14 de agosto de 1952, Clínica de la Universidad Católica 






Mi Salvador no habla.


Mi Salvador no habla. Puedo hablarle, no me contestará. Quiere que yo sea su voz. Quiere mi cooperación de apóstol. Por mí quiere hablar en Chile hoy... Él vino a dar el primer paso, pero no quiso hacerlo todo por amor a mí: Quiere no sólo que yo lo imite, sino que obre en Él y prolongue su acción, trabajando con su impulso y a sus órdenes. Quiere tener acciones en su Cuerpo Místico que no tuvo en su cuerpo mortal: Quiere ser soldado, aviador, madre, universitario, envejecer, enfermar de cáncer, ser andinista, enseñar un hijo... ¿Cómo? En nosotros y por nosotros, que vivimos su vida obrando bajo su impulso: Haciendo nuestra obra como suya, como Él la habría hecho en nuestro lugar...
(un disparo en la eternidad)




María, desde que concibió a Jesús, no vive Ella sino Jesús. 


María, desde que concibió a Jesús, no vive Ella sino Jesús. La santa voluntad de Dios, es el cojín donde reposa su corazón.
San José: imagen de la autoridad humilde y amorosa, del trabajo alegre y diligente... de la resignación perfecta en la voluntad de Dios. Vive entre misterios que desharían la pobre naturaleza humana, pero por la fe, esperanza y caridad reposa en estos mismos misterios.

El Niñito es el Verbo hecho carne (cf. Jn 1,14). La Virgen es la más asociada a Él, también en su pobreza e injurias, hasta el fin. Lo pone echadito en el pesebre. Se queda en altísima contemplación. Es mi hora de adoración junto a la Virgen María.
¿Coloquio? ¿Comprendes mi lenguaje? ¿Ves que es un llamamiento que te hago? ¿Delante de mi pesebre no huyen de tu corazón pensamientos de vanidad y comodidades? Señor, yo soy aquel ciego que ve los hombres como si fuesen árboles... así yo: hazme ver más claro.

(Un  d i s p a r o   a   l a   e t e r n i d a d)



 Fotos Antonio Barbagelata Figari
Textos Universidad Católica.

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