SEMANA SANTA
DOMINGO DE RAMOS
"De la pasión del Señor"
29 de marzo
color litúrgico rojo
1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor
en Jerusalén para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las
misas se conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (1) o de una
entrada solemne (II), antes de la misa principal, y por medio de una entrada
sencilla (III), antes de las demás misas.
Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión),
antes de algunas otras misas que se celebren con gran asistencia del pueblo.
CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DEL SEÑOR EN JERUSALEN
Primera forma: Procesión
2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una
iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va
a dirigirse la procesión. Los fieles llevan ramos en la mano.
3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos
rojos requeridos para la misa, se acercan al lugar donde el pueblo está
congregado.
El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial,
que dejará después de la procesión.
4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro
cántico adecuado:
ANTIFONA
Mt 21, 9
Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de
Israel.
Hosanna en el cielo.
Hosánna
fílio David: benedíctus qui venit in
nominee Dómini. Rex Israël: Hosánna in excélsis.
5. Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y
hace una breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente
en la celebración de este día. Puede hacerlo con éstas o
semejantes palabras.
Queridos hermanos:
Después de habernos preparado desde el principio de la
Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos
para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios
de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron
con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro
salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora
de su cruz, podamos participar un día, de su
gloriosa resurrección y de su vida.
6. Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las
manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir + estos
ramos y concede a cuantos acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y
Señor, reunirnos con él en la Jerusalén
del cielo. Por
Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
O bien:
Oremos:
Aumenta, Señor, la fe de los que tenemos en ti nuestra
esperanza y concede a quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo
victorioso, permanecer unidos a él
para dar frutos de buenas obras. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita.
7. Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén,
según alguno de los cuatro evangelistas, como se indica en el Leccionario. Lo
lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera acostumbrada.
Del Santo Evangelio según san Marcos 11, 1-10.
Cuando Jesús y los suyos iban de camino a Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: “Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrado un burro que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganmelo. Si alguien les pregunta por qué lo hacen, contéstenle: ‘El Señor lo necesita y lo devolverá pronto’”. “Fueron y encontraron al burro en la calle, atado junto a una puerta, y lo desamarraron. Algunos de los que allí estaban les preguntaron: "¿Por qué sueltan al burro?" Ellos les contestaron lo que había dicho Jesús y ya nadie los molestó.
Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en Él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando vivas: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!"
Gloria a ti, Señor Jesús.
8. Después
del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar
la procesión, el celebrante u otro
con estas palabras u
otras parecidas:
Queridos hermanos:
Como la muchedumbre
que aclamaba a Jesús, acompañemos
también nosotros, con
júbilo, al Señor.
9. Y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la
misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en
el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz
adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el
sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las
manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes
cánticos u otros apropiados.
Los Hijos de Israel, llevando ramos de olivo, salieron
al encuentro del Señor, clamando:
“Hosanna en el cielo”.
10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el
siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en
Jerusalén:
RESPONSORIO
R.
Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de
Israel, anticipándose a la resurrección del Señor de la vida,
con palmas en las manos, clamaban:
Hosanna en el cielo.
V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a
su encuentro con palmas en las manos, clamando:
Hosanna en el cielo.
11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia
y, si lo juzga oportuno lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la
capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitida toda otra ceremonia,
da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la
manera acostumbrada.
Segunda forma: Entrada solemne
12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada
del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes
de la misa principal.
13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien, dentro del
mismo templo, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y
algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado del templo, fuera del
presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la
mayor parte de la asamblea.
14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la
antífona Hosanna al Hijo de David (n. 4), o algún otro cántico adecuado.
Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en
Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7.
Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia
el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos
fieles, mientras se canta el
responsorio “Al entrar el Señor” (n. 10), u otro cántico
apropiado.
15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia.
Enseguida va a la sede y, omitida toda otra ceremonia, dice la colecta de la
misa, que prosigue luego de la manera acostumbrada.
Tercera forma: Entrada sencilla
16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la
entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una
entrada
sencilla.
17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de
entrada con su salmo (n. 18), u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote,
al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo.
Luego sigue la misa de la manera acostumbrada.
En las misas sin pueblo y en las misas en que no es
posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar
y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de
entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada.
18. ANTIFONA DE ENTRADA
Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en
Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos hojas de palmera
y gritando:
Hosanna en el cielo.
Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de
misericordia.
Puertas, abríos de par en par;
Sal 23, 9-10 agrandaos, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria.
Y ¿quién es ese Rey de la gloria?
El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de
misericordia.
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