jueves, 18 de agosto de 2016

“Oh bendita vida activa, toda consagrada a mi Dios, toda entregada a los hombres”.

SANTUARIO SAN ALBERTO HURTADO
18 DE AGOSTO LA PASCUA  DE SAN ALBERTO HURTADO CRUCHAGA

22 DE ENERO 1901
18 DE AGOSTO 1952

DIA DE LA SOLIDARIDAD


La muerte para el cristiano no es el gran susto, sino la gran esperanza.

San Alberto Hurtado



















Jaculatorias del fondo del alma, contento, Señor, contento. Y para estarlo, decirle a Dios siempre: “Sí, Padre”.

San Alberto Hurtado





























































































La Santa Misa es por esto el sacramento del optimismo. Efectivamente, hay en la institución de la Sagrada Eucaristía, cuatro palabras, por demás decidoras, que resumen toda la teología de la Eucaristía, que es también la teología del optimismo. En la última noche que el Señor pasó con sus discípulos, como los hubiese amado, quiso amarlos hasta el fin (cf. Jn 13,1); se sentó a la mesa, en sus santas y venerables manos tomó el pan, lo bendijo, lo partió, y lo dio.
Lo tomó. En la noche de la institución, sobre la mesa del convite, había una canasta de pan... con multitud de panes, tan pobres como los del pequeño Ignacio, y Cristo tomó uno, el que quiso... no por mérito suyo, sino por su inmensa dignación... De entre los 2.000.000.000 de hombres me escogió a mí, me llamó a mí, a ser su hijo, me invita a hacer algo, algo grande. ¿Lo podré?
Lo bendijo. Lo cargó con su bendición y lo transubstanció. Sobre el altar, un copón de hostias: harina y agua... arrugadas, amarillas, hilachentas... Cargadas de la bendición de Cristo. Al asistir cada día al Ofertorio, veré al sacerdote que ofrece algo tan pobre. ¿No tiene vergüenza? Pero en la consagración, ¡esa pobreza, se transforma en divinidad!
Lo partió. Y ese pan preparado, lo rompe... Vea romper esa hostia... Los sacrificios... no para destruir, sino para dar. El grano de trigo... si no muere (cf. Jn 12,24).
Lo dio. El fin de mi vida: darme. Darme entero a los demás, con optimismo, porque cargado de la bendición divina. Si yo pudiera asistir cada día a Misa, comulgar cada día... ¡Cuánto sentido de optimismo tendría mi vida!

Y luego durante el día, orar... Orar sabiendo que Él vive en mí. Que no [somos] dos sino uno. [Es una enseñanza] de fe: la habitación de Dios en el alma. ¡Nosotros! No yo solo. Él en mí. ¿Valgo algo? ¡Ya lo creo! ¡A Ti solo me he entregado!
San Alberto Hurtado Cruchaga












































































































































































































María, desde que concibió a Jesús, no vive Ella sino Jesús. La santa voluntad de Dios, es el cojín donde reposa su corazón.

San Alberto Hurtado Cruchaga


































































Bajo los harapos de pobre y bajo esa capa de suciedad que los desfigura por completo, se esconden cuerpos que pueden llegar a ser robustos y se esconden almas tan hermosas como el diamante.

San Alberto Hurtado Cruchaga









Fotos y video Antonio Barbagelata Figari

No hay comentarios:

Publicar un comentario