Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

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Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

miércoles, 17 de mayo de 2017

Este Cenáculo, es la esencia de Bellavista


20 DE MAYO
1949-2017

68 AÑOS

Fecha del nacimiento del Santuario Cenáculo de 

Bellavista





NUESTRA MISIÓN

(FUENTE WEB BELLAVISTA)








Sí, santo es este lugar. Estamos en tierra santa, tierra de Cenáculo proclamada y signada por la presencia de nuestro Padre y Fundador. De él hemos recibido este incalculable tesoro: un Cenáculo, una hoguera ardiente del Espíritu Santo para la Obra de Schoenstatt en Chile, y toda la Obra en el mundo.

Este Cenáculo, es la esencia de Bellavista, es el gran tesoro que guarda la presencia del Padre. Cada rincón, cada símbolo de este Santuario nos habla de nuestro Padre y Fundador:

El terreno, fue escogido y bendecido por él: ¡cuántas veces él recorrió físicamente este lugar  y cuántas veces lo recorrió también espiritualmente! Recorramos con fe este terreno, en él reconoceremos las huellas de un Padre que se santificó y entregó su vida por todos nosotros.
La Piedra fundamental de nuestro Santuario, bendecida por él: piedra, roca viva que indica lo indestructible de este lugar santo, pero también el inextinguible mensaje de la Alianza que él nos trajo. Mensaje cargado de la experiencia de una Alianza que es verdad, que se hace vida cada vez que contemplamos la imagen de María en nuestro Santuario.


El Símbolo del Padre regalado y colocado por él explicándonos que  nuestra vida transcurre siempre bajo la mirada del “buen Padre Dios”, ya sea lo que transcurre en las alegrías o en el dolor. La mirada del “buen Padre Dios” misericordioso siempre está detrás de todo.

Y a éste, nuestro Santuario nacional, es el Símbolo del Espíritu Santo quien le da su indeleble  identidad, el sello  imborrable  de CENACULO porque a esta tierra llegó desde la  primera vez, un Padre lleno del Fuego del Espíritu Santo y con esa impronta marcó éste, nuestro Santuario, dejando en nuestros débiles hombros una gran misión para el mundo y la Iglesia.

Los invitamos a que contemplemos este hogar nuestro; miremos la imagen de gracias de nuestra Madre Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt, nuestra Aliada; contemplemos el altar sobre el que el Padre  puso la carta que dio origen a nuestra misión del 31 de Mayo. 

Con un corazón de niños contemplemos con fe al Padre que sigue recorriendo esta tierra santa, a ese Padre nuestro que vive en este Cenáculo, y con él adentrémonos hoy con más fe en la grandeza de este inapreciable tesoro, nuestro Cenáculo. Digámosle de corazón: GRACIAS, Padre, gracias Madre y Reina: éste es nuestro hogar donde nos cobijas, éste es nuestro hogar donde nos santificas, éste es nuestro hogar desde nos envías a plasmar el rostro de Cristo y María en el mundo. ¡¡Gracias Padre, gracias Madre y Reina!!

Tenemos el gran e  inmenso privilegio de pertenecer  a Schoenstatt desde este Santuario, nuestro Cenáculo. Hemos sido elegidos por nuestra querida Mater y por nuestro Padre y Fundador para vivir y crecer en nuestra vida de fe, en nuestro ser schoenstattiano desde este grandioso tesoro.

Lo más valioso es detenernos ante esta reliquia, contemplarla, apreciarla, valorarla pensando en que somos la única Familia de Schoenstatt que puede gozar innumerables veces de esta gracia. Es nuestro lugar de misericordia.  Hemos sido elegidos para impregnarnos  de los torrentes que fluyen desde aquí. Y de nosotros, de nuestro testimonio, depende que muchos otros puedan valorar este tesoro y llenarse de la presencia de  ese Padre  que sigue visitando esta tierra y sigue santificándola  con su presencia.

Que desde hoy en adelante, cada vez que crucemos el umbral de este lugar de gracias lo hagamos con recogimiento y más detenidamente, de la mano de nuestra Mater  y en diálogo agradecido al Padre que nos ha dejado esta hermosa herencia, esta inagotable fuente de misericordia.

En esta tierra santa de Bellavista, bajo la luz y el fuego del Cenáculo, el gran tesoro de misericordia que el Padre Fundador nos dejó como herencia, vivimos días de un renovado encuentro con su persona, su pensar, su vida, su entrega de hijo y de Padre. 

Somos hijos y herederos del gran tesoro que este Padre, lleno del Espíritu Santo, nos dejó en herencia: este Cenáculo.

Sí, a nosotros, hijos de Bellavista,  nos ha sido regalado este privilegio para nosotros y para regalarlo a muchos más, a nuevas generaciones que puedan crecer y santificarse bajo este Fuego de amor.
Por Hermanas de María















































































































































































































Fotos y video Antonio Barbagelata Figari
Enlace al texto
Página web de Bellavista

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