TRIDUO
PASCUAL
JUEVES SANTO
Misa
vespertina de la Cena del Señor
Según una
antiquísima tradición de la Iglesia, en este día se prohíben todas las misas
sin asistencia del pueblo.
En la tarde, a la
hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, con la
participación de toda la comunidad local y con la intervención, según su propio
oficio, de todos los sacerdotes y ministros.
Los sacerdotes que
hayan celebrado ya en la misa del Santo Crisma o por alguna razón pastoral,
pueden concelebrar en la misa vespertina. Donde lo pida el bien de la comunidad,
el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre otra misa en la tarde en
templos u oratorios públicos o semipúblicos; y en caso de verdadera necesidad,
aun en la mañana, pero solamente en favor de los fieles que de ninguna manera
puedan asistir a la misa de la tarde. Téngase cuidado, sin embargo, de que
estas celebraciones no se hagan en provecho de personas particulares y de que
no sean en perjuicio de la asistencia a la misa vespertina principal. La
sagrada comunión se puede distribuir a los fieles sólo dentro de la misa; pero
a los enfermos se les puede llevar a cualquier hora del día.
Los fieles que
hayan comulgado en la mañana en la misa del Santo Crisma, pueden comulgar de
nuevo en la misa de la tarde.
Ritos iniciales
El sagrario debe
estar completamente vacío. Conságrense en esta misa suficientes hostias, de
modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.
ANTIFONA
DE ENTRADA Cfr. Gál 6, 14
Que nuestro único orgullo
sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él tenemos la salvación, la
vida y la resurrección, y por él hemos sido salvados y redimidos.
Se dice Gloria.
Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas
no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que la Conferencia
Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que nos has reunido
para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la
muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su
amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento, la plenitud
del amor y de la vida.
Por nuestro
Señor Jesucristo.
LITURGIA DE
LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
PRIMERA LECTURA
Del libro
del Éxodo: 12, 1-8. 11-14
En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: "Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas.
Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor.
La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Del
salmo 115 R/.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor.
R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo.
R/.
SEGUNDA
LECTURA
De la primera carta del
apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26
Hermanos: Yo recibí del Señor lo
mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser
entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo
partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto
en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.
Del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto, y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?". Jesús le replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos están limpios".
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
HOMILÍA
En
la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta misa, es
decir la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el
mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo
aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies.
Lavatorio de
los pies
Los varones designados para el rito
van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para
ellos en un lugar visible.
El celebrante, quitada la casulla
si es necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la
ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca.
Mientras tanto, se canta alguna de
las siguientes antifonas o algún canto apropiado.
ANTÍFONA PRIMERA Cfr Jn 13, 4.5.15
El Señor se
levantó de la mesa, echó agua en un recipiente
y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo.
ANTÍFONA SEGUNDA Jn 13, 6.7.8
Señor,
¿pretendes tú lavarme a mí los pies?
Jesús le
respondió:
Si no te
lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.
V. Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le
dijo:
Señor,
¿pretendes tú lavarme a mí los pies?...
V. Lo que yo estoy haciendo, tú no lo
entiendes ahora; lo entenderás más tarde.
Señor,
¿pretendes tú lavarme a mí los pies?...
ANTÍFONA TERCERA Cfr Jn 13, 14
Si yo, que
soy el maestro y el Señor, os he lavado los pies,
¡con cuánta
mayor razón vosotros debéis lavaros los pies unos a otros!
ANTÍFONA CUARTA Jn 13, 35
En esto
reconocerán todos que sois mis discípulos:en que os améis los unos a los otros.
V.Jesús dice
a sus discípulos
En esto
reconocerán todos...
ANTÍFONA QUINTA Jn 13, 34
Este nuevo
mandamiento os doy:
que os améis
los unos a los otros,
como yo os
he amado,
dice el
Señor.
ANTÍFONA SEXTA 1 Cor 13, 13
Que
permanezcan en vosotros la fe,
la esperanza
y el amor;
pero la
mayor de estas tres virtudes es el amor.
V. Ahora
tenemos la fe, la esperanza y el amor;
pero la
mayor de estas tres virtudes es el amor.
- Que
permanezcan...
8. Inmediatamente después del lavatorio de
los pies o, si éste no tuvo lugar, después de la homilía, se hace la Oración
universal.
No
se dice Credo.
LITURGIA EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCHARISTICA
Al comienzo de la
Liturgia Eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles, en la que
se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el Ubi cáritas est
vera (A Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u otro cántico apropiado.
Acabada
la Liturgia de la Palabra, los ministros colocan en el altar el corporal, el
purificador, el cáliz y el misal; mientras tanto puede ejecutarse un canto
adecuado.
Conviene
que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el
pan y el vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones
para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.
El
sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un
poco elevada sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas,
Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del
hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será
para nosotros pan de vida.
Benedíctus es, Dómine,
Deus univérsi, quia de tua largitáte accépimus panem, quem tibi offérimus, fructum terræ et óperis mánuum hóminum: ex
quo nobis fi et panis vitæ.
Después
deja la patena con el pan sobre el corporal.
Si no
se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en
voz alta estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor
Benedíctus
Deus in sæ´cula.
Benedetto
nei secoli il Signore.
El
diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en
secreto:
El agua unida al
vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido
compartir nuestra condición humana.
Después
el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar,
dice en secreto:
Bendito seas,
Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del
hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para
nosotros bebida de salvación.
Benedíctus es, Dómine, Deus univérsi, quia de tua
largitáte accépimus vinum, quod
tibi offérimus, fructum vitis et ópe ris mánuum hóminum, ex quo nobis fi
et potus spiritális.
Después
deja el cáliz sobre el corporal.
Si no se canta
durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta
estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por
siempre, Señor.
A
continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu
presencia, Señor, Dios nuestro.
Y, si
se juzga oportuno, inciensa las ofrendas y el altar. A continuación el diácono
o un ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego
el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en
secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi
pecado.Lava me, Domine, ab iniquitate mea, et a peccato meo munda me.
Después, de pie
en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos,
dice una de las siguientes fórmulas: Orad, hermanos, para que este sacrificio,
mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Orate, fratres, ut meum ac vestrum sacrificium
acceptabile fiat apud Deum Patrem omnipotentem!
Oráte, fratres: ut meum ac vestrum sacrifícium
acceptábile fi at apud Deum Patrem omnipoténtem.
O bien:
En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a
Dios, Padre todopoderoso
O bien:
Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las fatigas de
cada día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El
pueblo responde:
El Señor reciba
de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro
bien y el de toda su santa Iglesia.
Suscípiat
Dóminus sacrifícium de mánibus tuis ad laudem et glóriam nóminis sui, ad utilitátem
quoque
nostram totiúsque Ecclésiæ suæ sanctæ.
Luego
el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.
ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Oratio SUPER
OBLATA
Concédenos, Señor, participar
dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la
muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Súper Oblata
La
oración sobre las ofrendas termina siempre con la conclusión breve.
Si la
oración se dirige al Padre:
Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Si la
oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y
reinapor los siglos de los siglos.
Si la
oración se dirige al Hijo:
Tú que vives y
reinas
por los siglos de los siglos.
El
pueblo aclama:
Amén.
Prex Eucharistica
PLEGARIA EUCARISTICA
En las plegarias eucarísticas se pueden nombrar
junto al Obispo diocesano a los Obispos coadjutores o auxiliares y al Obispo
que eventualmente preside una concelebración. Si el celebrante es Obispo,
siempre se nombra a si mismo; el Obispo diocesano se nombra después del Papa;
los otros Obispos se nombran a sí mismos después del Obispo diocesano.
PREFACIO
Præfatio
El sacerdote comienza la
plegaria eucarística con el prefacio. Con las manos extendidas dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus
vobíscum.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
El sacerdote, elevando las
manos, prosigue:
Levantemos el corazón.
Sursum
corda.
El pueblo responde:
Lo tenemos
levantado hacia el Señor.
Habémus ad Dóminum.
El sacerdote, con las manos
extendidas, añade:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Grátias agámus Dómino Deo nostro.
El pueblo responde:
Es justo y
necesario.
Dignum et iustum est.
El sacerdote prosigue el
prefacio con las manos extendidas.
Al final del prefacio junta
las manos y, en unión del pueblo,
Dominus vobiscum.
Et cum spiritu tuo.
Sursum corda.
Habemus ad Dominum.
Gratias agamus Domino Deo nostro.
Dignum et iustum est.
Concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz
alta:
Sanctus, sanctus, sanctus Dominus Deus Sabaoth. Pleni
sunt caeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis. Benedictus qui venit in nomine
Domini. Hosanna in excelsis.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna
en el cielo.
Santo,
Santo, Santo il Signore Dio
dell’universo. I cieli e
la
terra sono pieni della tua gloria.
Osanna nell’alto dei
cieli.
Benedetto colui che viene nel
nome del Signore. Osanna nell’alto
dei cieli
11. PREFACIO: De la
santísima Eucaristía
V. El Señor esté con vosotros. R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre
santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo
nuestro Señor.
El cual,
verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacrificio perdurable,
se ofreció a ti como víctima
salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos
como
memorial suyo.
En efecto,
cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos
fortalecidos;
y cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros,
quedamos
limpios de nuestros pecados.
Por eso, con
los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin
cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Ahora
se elige alguna de las Plegarias Eucarísticas
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
31. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas
tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu
Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que
ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el
ocaso.
32. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las
ofrendas, dice:
Por
eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos
dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan
y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de
manera que sean Cuerpo
y X Sangre de Jesucristo,
Hijo
tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.
Que nos mandó celebrar estos misterios.
33. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han
de pronunciarse con claridad, como lo requiere la
naturaleza de éstas.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el
altar, prosigue:
Tomó
pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo
dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad
y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros.
Muestra el pan consagrado al
pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión
34. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el
altar, prosigue:
Tomó
el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad
y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza
nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el
perdón de los pecados.
Haced
esto en conmemoración mía.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el
corporal y lo adora haciendo genuflexión.
35. Luego dice una de las siguientes fórmulas:
1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.
O bien:
Éste es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos
tu muerte, proclamamos tu resurrección.
¡Ven,
Señor Jesús!
2 Aclamad el Misterio de la redención:
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Cada
vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte,
Señor, hasta que vuelvas.
3 Cristo se
entregó por nosotros.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Por
tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor.
36. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de
la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al
cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de
gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige
tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella a la victima por
cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el
Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo
un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que
él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con
María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires,
[San N.: santo del día o
patrono]
y
todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te
pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación
al mundo entero.
Confirma
en la fe y en la caridad
a tu
Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores
o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
A mí, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario, dice:
a mi
hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,
a mí,
indigno siervo tuyo, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo
el pueblo redimido por ti.
Atiende
los deseos y súplicas de esta familia
que has congregado en tu presencia.
Reúne
en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron
en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la
plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por
Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes. †
37. Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y,
sosteniéndolos elevados, dice:
Por
Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,
en la
unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los
siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
RITO
DE COMUNION
RITUS COMMUNIONIS
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el
sacerdote, con las manos juntas, dice:
Fieles
a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a
decir:
Præcéptis salutáribus móniti, et divína
institutióne formáti, audémus
dícere:
O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios,digamos
confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
O bien:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos
con fe y esperanza:
O bien:
Antes
de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y
vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Extiende las manos y,
junto con el pueblo, continúa:
Padre
nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu
reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos
a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Pater
noster, qui es in caelis: sanctificétur nomen tuum;
advéniat
regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem
nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos
dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in tentatiónem;
sed
líbera nos a malo.
El sacerdote, con las
manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos
de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que,
ayudados por tu misericordia,
vivamos
siempre libre de pecad o y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos
la gloriosa venida
de
nuestro Salvador Jesucristo.
Líbera
nos, quæ´sumus, Dómine, ab ómnibus malis, da propítius pacem in diébus nostris,
ut, ope misericórdiæ tuæ adiúti, et a
peccáto simus semper líberi et ab
omni
perturbatióne secúri: exspectántes beátam spem et advéntum
Junta las manos.
El pueblo concluye la
oración, aclamando:
Tuyo
es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor. Quia tuum est regnum, et potéstas, et glória in seacula.
Después el sacerdote,
con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros
pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Dómine
Iesu Christe, qui dixísti Apóstolis tuis: Pacem relínquo vobis, pacem meam do
vobis:
ne respícias peccáta nostra, sed fi dem Ecclésiæ tuæ; eámque secúndum
voluntátem
tuam
pacifi cáre et coadunáre dignéris. Qui vivis et regnas in sæ´cula sæculórum.
Junta las manos.
Tú
que vives y reinas
por
los siglos de los siglos.
Qui
vivis et regnas in
sæ´cula
sæculórum
Tu
che vivi e regni
nei
secoli dei secoli.
El pueblo responde:
Amén.
El sacerdote,
extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté
siempre con vosotros.
Pax Dómini sit semper
vobíscum.
La pace del Signore sia
sempre con voi.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
E con il tuo spirito.
Luego, si se juzga
oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Daos
fraternalmente la paz.
O bien:
Como
hijos de Dios, intercambiad ahora un signo de comunión fraterna.
O bien:
En
Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz,
daos
la paz como signo de reconciliación.
O bien:
En el
Espíritu de Cristo resucitado, daos fraternalmente la paz.
Y todos, según la
costumbre del lugar, se dan la paz. El sacerdote da la paz al diácono o al
ministro.
Después toma el pan
consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el
cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz,
sean para nosotros salimento de vida eterna.
Mientras tanto se canta
o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: miserere
nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: miserere
nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: dona nobis
pacem
Agnello di Dio, che
togli i peccati del mondo, abbi pietà di noi.
Agnello di Dio, che
togli i peccati del mondo, abbi pietà di noi.
Agnello di Dio, che
togli i peccati del mondo, dona a noi la pace.
Si la fracción del pan
se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última vez se
dice: danos la paz.
A continuación el
sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el
Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción
de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme
cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
O bien:
Señor
Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre
no
sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me
aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
El sacerdote hace
genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste
es el Cordero de Dios,
que
quita el pecado del mundo.
Dichosos
los invitados a la cena del Señor.
Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit
peccáta mundi. Beáti qui ad cenam
Agni vocáti sunt.
Beati gli invitati alla Cena del
Signore. Ecco l’Agnello di Dio,
che toglie i peccati del mondo
Y, juntamente con el
pueblo, añade:
Señor,
no soy digno de que entres en mi casa, pero
una palabra tuya bastará para sanarme.
Dómine, non sum dignus utintres sub tectum meum:
sed
tantum dic verbo, et sanábitur ánima mea.
O Signore, non sono degno di partecipare alla tua
mensa:
ma di’ soltanto una parola e io sarò salvato
El sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga
reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después toma el cáliz y
dice en secreto:
Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.
Después toma la patena
o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan
consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar
responde:
Amén.
Y comulga.
El diácono y los
ministros que distribuyen la
Eucaristía observan los mismos ritos.
Si se comulga bajo las
dos especies, se observa el rito descrito en su lugar. (Instr. Gen. n. 240-252).
Cuando el sacerdote
comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
Después de distribuir la
comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la comunión del día
siguiente, y se termina la misa con esta oración.
Después el sacerdote
puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de
silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
Luego, de pie en la
sede o en el altar, el sacerdote dice:
Oremos.
Y todos, junto con el
sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio
ya se haya hecho antes.
Después el sacerdote,
con las manos extendidas, dice la oración después de la comunióñ.
POSTCOMMUNIO
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
ORATIO POST COMMUNIONEM
Oremus
Señor, tú que
nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo,
concédenos
participar también del banquete
celestial en tu Reino.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
La oración después de
la comunión termina con la conclusión breve.
Si la oración se dirige
al Padre:
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Si la oración se dirige
al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige
al Hijo:
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Traslación del Santísimo Sacramento
Dicha
la oración después de la Comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone
incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo
Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el copón y
lo cubre con las extremidades del paño.
Se
forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento a través del
templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante un acólito con la
cruz alta; otros acólitos acompañan al Santísimo Sacramento con ciriales e incienso.
El lugar de depósito debe estar preparado en alguna capilla convenientemente
adornada. Durante la procesión, se canta el himno Pange lingua (excepto las
dos últimas estrofas) o algún otro canto eucarístico.
Al
llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacramento,
el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso en el incensario,
lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final del himno Tantum
ergo. Enseguida se cierra el tabernáculo o la urna del depósito.
Después
de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros hacen
genuflexión y vuelven a la sacristía.
Enseguida
se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las cruces. Si
algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo.
Quienes
asistieron a la misa vespertina no están obligados a rezar Vísperas.
Exhórtese a los fieles, según las
circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en
la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración,
después de la media
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