martes, 22 de marzo de 2016

Jueves de la Cena del Señor Misa vespertina.Jueves 24 de marzo 2016


SANTO TRIDUO PASCUAL






1. La Iglesia celebra los grandes misterios de nuestra redención en el “sacro Triduo pascual”; en él se actualiza la pasión muerte y resurrección del Señor.
Debe tenerse por sagrado el ayuno pascual, que se realiza en todas partes el Viernes de Pasión y Muerte del Señor y si es posible, extenderse al Sábado Santo para que, de este modo, se llegue al gozo del Domingo de Resurrección con elevación y apertura de espíritu.

2. Para las diversas celebraciones que integran el sacro Triduo, se requiere u número conveniente de ministros y colaboradores laicos; éstos deben ser cuidadosamente instruidos de aquellas partes que les competen.
Particular importancia tiene el canto del pueblo, de los ministros y del sacerdote celebrante, pues así lo reclama la índole solemne de estos días y además porque los textos adquieren toda su fuerza cuando son cantados.
Los pastores no dejen de explicar suficientemente a sus fieles el significado y la estructura de los ritos para que puedan prepararse a una participación activa y fructuosa.

3. Las celebraciones del sacro Triduo se llevan a cabo en la iglesias catedrales y parroquiales, y pueden también tenerse en otras iglesias en las que quede asegurada su celebración digna, con una participación significativa de fieles, ministros convenientemente preparados y con posibilidades de cantar, al menos las partes más importantes. Si estas condiciones no pudieren darse, o el número de participantes no sea suficiente, procúrese, en cuanto sea posible, que esos fieles se reúnan en alguna otra iglesia donde puedan participar de las celebraciones.




Jueves de la Cena del Señor
Misa vespertina






1. A la hora más oportuna, por la tarde, se celebra la Misa de la Cena del Señor con la participación de la comunidad local y con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y ministros.

2. Los sacerdotes que hayan celebrado en la Misa crismal o para utilidad de los fieles, pueden concelebrar en la Misa vespertina.

3. Donde lo exija alguna razón pastoral, el Ordinario del lugar puede autorizar que se celebre otra Misa en las iglesias u oratorios públicos o semipúblicos en horas de la tarde; y en caso de verdadera necesidad, aun por la mañana, pero solamente para aquellos fieles que de ninguna manera pueden participar de la Misa vespertina. Téngase cuidado, sin embargo, que estas celebraciones excepcionales no se realicen en beneficio de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia a la Misa vespertina principal.

4. La sagrada comunión se puede distribuir a los fieles sólo dentro de la Misa; a los enfermos se les puede llevar a cualquier hora del día.

5. Las flores para adornar el altar deben usarse con moderación, respetando las características del día. El tabernáculo debe estar completamente vacío. Deberán consagrarse en la Misa, suficientes hostias para el clero y el pueblo que comulgarán hoy y mañana.


6. Antífona de entrada


Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo: en él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección; por él hemos sido salvados y redimidos. (Cf. Gal. 6,14)


7. Se canta o se dice el Gloria.



Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que el Obispo diocesano juzgue oportuno establecer otra cosa. Asimismo el órgano y de los demás instrumentos musicales deben usarse únicamente para acompañar el canto.


8. Oración colecta


Dios y Padre nuestro; nos hemos reunido para celebrar la santísima Cena del Señor, en la que tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y único sacrificio, banquete pascual de su amor.
Te pedimos, la gracia de recibir plenamente la caridad y la vida que brotan de este misterio tan grande.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.



Liturgia de la palabra

Del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: "Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua' ".
Palabra de Dios. 
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R.

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R.

Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R.



SEGUNDA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 11, 23-26


Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R.


EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15



Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?" Jesús le replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: 'No todos están limpios'.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


9. Después de proclamar el Evangelio, el sacerdote pronuncia la homilía, en la cual se exponen los grandes misterios que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la sagrada Eucaristía y del Orden sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna.

Lavatorio de los pies
10. Después de la homilía, es muy conveniente llevar a cabo el rito del lavatorio de los pies.



11. Los varones designados, acompañados por los ministros, van a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible a los fieles. El sacerdote, dejada la casulla si parece necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca.
12. Mientras tanto se canta alguna de las antífonas siguientes u otro canto adecuado.

Antífona primera (Cf. Jn. 13, 4.5.15)
Después de levantarse de la mesa, el Señor echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies a los discípulos. Este fue el ejemplo que les dejó.

Antífona segunda (Cf. Jn. 13, 12.13.15)
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
Antífona tercera (Cf. Jn. 13, 6.7.8)
Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le respondió: Si no te lavo los pies, no podrás compartir mi suerte.
V. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo:
- Señor, ...
V. No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo,
pero lo comprenderás después.
- Señor, ...
Antífona cuarta (Cf. Jn. 13,14)
Si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies; cuánto más ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
Antífona quinta (Cf. Jn. 13,35)
En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan unos a otros.
V. Jesús dijo a sus discípulos:
Antífona sexta (Cf. Jn 13,34)
Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros como yo los he amado, dice el Señor.
Antífona séptima (1 Cor. 13,13)
Permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y la caridad; pero de estas tres virtudes, la más grande es la caridad.
Ahora existen la fe, la esperanza y la caridad, pero de estas tres virtudes, la más grande es la caridad.

13. Inmediatamente después del lavatorio de los pies, el sacerdote se lava y seca las manos, se coloca nuevamente la casulla y regresa a la sede; se hace la oración de los fieles.

En esta Misa no se dice el
Credo.


Liturgia de la Eucaristía

14. Al comienzo de la liturgia eucarística puede organizarse una procesión de los fieles con las ofrendas para los pobres que se acercan al altar junto con el pan y el vino. Mientras tanto se canta el siguiente himno u otro canto adecuado.
Ant. Ubi cáritas et amor, Deus ibi est.
V. Congregávit nos in unum Christi amor.
V. Exsultémus et in ipso iucundémur.
V. Timeámus et amémus Deum vivum.
V. Et ex corde diligámus nos sincéro.
Ant. Ubi cáritas et amor, Deus ibi est.
V. Simul quoque cum beátis videámus.
V. Gloriánter vultum tuum, Christe Deus:
V. Gáudium, quod est imménsum atque probum.
V. Saécula per infiníta saeculórum. Amen.
Ant. Donde hay caridad y amor allí está nuestro Dios.
1. Nos congregó en la unidad el amor de Cristo.
Alegrémonos y regocijémonos en él.
2. Temamos y amemos al Dios vivo.
Amémonos sinceramente de corazón
al estar todos juntos en la unidad.
3. Evitemos toda discusión
y en medio de nosotros, Cristo Dios.
4. Déjanos ver con tus santos
tu rostro glorioso, Cristo Dios.
5. Alegría inmensa y dichosa por los siglos de los siglos. Amén.


15. Oración sobre las ofrendas

Concédenos, Padre, participar dignamente de estos sagrados misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.



16. Prefacio

EL SACRIFICIO Y EL SACRAMENTO DE CRISTO
V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro,
verdadero y único sacerdote.
Él mismo al instituir el sacrificio de la eterna
alianza
se ofreció a sí mismo como víctima de salvación
y nos mandó ofrecerlo en su memoria.
Cuando comemos su Carne, inmolada por nosotros,
somos fortalecidos;
cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros,
somos purificados.
Por eso, con los ángeles y los santos
y con todos los coros celestiales
cantamos sin cesar,
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
En las Plegarias eucarísticas se dicen las partes
propias para esta Misa.

17. En el momento de la Comunión, el sacerdote puede entregar la Eucaristía consagrada en el altar al diácono o al acólito instituido o a algún ministro extraordinario, para que éste la lleve a los enfermos que permanezcan en sus casas.


18. Antífona de comunión
Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Esta copa es la nueva alianza que se sella con mi Sangre.
Siempre que la beban, háganlo en memoria mía. (1 Cor.
11,24-25)

19. Terminada la distribución de la comunión, se deja sobre el altar el copón con las hostias consagradas para la comunión del día siguiente. La Misa termina con la oración después de la comunión.

20. Oración después de la comunión

Padre providente, concédenos que así como hoy nos alimentas en esta Cena de tu Hijo, también merezcamos ser saciados en la fiesta de la eternidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

21. Concluida la oración, el sacerdote permanece de pie ante el altar, pone incienso en el turíbulo y, de rodillas, inciensa tres veces el Santísimo Sacramento.
Luego recibe el velo humeral, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del velo. Se forma la procesión para llevar el Santísimo Sacramento a través del templo, hasta el lugar preparado para su reserva, y que puede ser una capilla convenientemente dispuesta y adornada. En la procesión, precede el crucífero, ministros con ciriales, el turiferario y luego el sacerdote que lleva el copón. Mientras dura la procesión se canta el himno "Pange lingua" (excepto las dos últimas estrofas), u otro canto eucarístico.

22. Cuando la procesión ha llegado al lugar de la reserva, el sacerdote deja el copón, pone incienso y, puesto de rodillas, lo inciensa, mientras se cantan las dos últimas estrofas del "Pange lingua" ("Tantum ergo sacramentum"). Después se cierra el tabernáculo o sagrario especialmente preparado.




23. Todos hacen unos momentos de oración en silencio y luego, el sacerdote y los ministros, hacen genuflexión y regresan a la sacristía.

24. En seguida se desnuda el altar y, si es posible, se retiran las cruces del templo. Es conveniente que las cruces que queden en la iglesia sean cubiertas con un velo.

25. Quienes participaron de esta Misa vespertina no celebran las Vísperas de la Liturgia de las horas.

26. Debe exhortarse a los fieles para que, en esta noche, según las circunstancias y costumbres del lugar, permanezcan durante un tiempo en adoración al Santísimo Sacramento. Después de la medianoche, la adoración se realiza sin solemnidad alguna.

27. Si en alguna iglesia no tiene lugar la celebración de la Pasión del Señor el Viernes Santo, la Misa concluye como de costumbre y el Santísimo sacramento se repone en el tabernáculo.




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