23 DE JUNIO 2019
SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
SANTUARIO CENÁCULO DE BELLAVISTA
PRESIDIÓ PADRE PATRICIO RODRIGUEZ
HOMILÍA
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 11b-17
Jesús habló
a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían
necesidad de ser sanados.
Al caer la
tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: “Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de
los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar
desierto”.
Él les
respondió: “Denles de comer
ustedes mismos”. Pero ellos
dijeron: “No tenemos más
que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar
alimentos para toda esta gente”.
Porque eran
alrededor de cinco mil hombres.
Entonces
Jesús les dijo a sus discípulos: “Háganlos
sentar en grupos de alrededor de cincuenta personas”. Y ellos hicieron sentar a todos.
Jesús tomó
los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció
sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para
que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que
sobró se llenaron doce canastas.
Madrecita, el momento que
precede a la comunión es enteramente dinámico. Cristo desciende al altar, en la
consagración, esto es, baja a buscar a los hombres, se pone en medio de ellos,
y les llama, les atrae hacia Sí. Entonces, respondiendo a ese llamado, nos
acercamos nosotros a nuestra vez, hasta el altar. Solo después de este acto
nuestro de acercamiento viene Él a
nuestro corazón, y se unen allí la tierra con el Cielo, Es, pues, un mutuo
acercarse y buscarse. Sobre todo, es Él
que me busca a mí. El sacerdote baja
con Él las gradas del altar, y
comienza a recorrer uno por uno a los comulgantes arrodillados ante el altar;
sus pasos se acercan a mí, y yo lo siento como los pasos de Cristo que vienen a
mí, y sólo puedo pensar y decirle: Señor, yo no soy digno de que tu vengas a
mí.
Siervo de Dios Mario Hiriart Diario IV-70.29-09-1957
Antífona de entrada Cf. Sal 80, 17
El Señor
los alimentó con lo mejor del trigo, y los sació con miel silvestre.
Cibávit
eos ex ádipe fruménti, et de
petra melle saturávit eos.
Il Signore
ha nutrito il suo popolo con fior di frumento, lo ha saziato di miele della roccia.
LITURGIA DE LA PALABRA
SALMO RESPONSORIAL
Secuencia
Glorifica,
Sión, a tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo
cuanto puedas, porque Él está sobre todo elogio y nunca lo glorificarás
bastante.
El motivo
de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida.
El mismo
pan que en la Cena Cristo entregó a los Doce, congregados como hermanos.
Alabemos
ese pan con entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene nuestro júbilo
ferviente.
Porque hoy
celebramos el día en que se renueva la institución de este sagrado banquete.
En esta
mesa del nuevo Rey, la Pascua de la nueva alianza pone fin a la Pascua antigua.
El nuevo
rito sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta
las tinieblas.
Lo que
Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de su amor.
Instruidos
con su enseñanza, consagramos el pan y el vino para el sacrificio de la
salvación.
Es verdad
de fe para los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la
sangre de Cristo.
Lo que no
comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural.
Bajo la
forma del pan y del vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas
realidades.
Su carne es
comida, y su sangre, bebida, pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo
todo entero.
Se lo
recibe íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo.
Lo recibe
uno, lo reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida
para unos y muerte para otros. Buenos y malos, todos lo reciben, pero con
diverso resultado.
Es muerte
para los pecadores y vida para los justos; mira cómo un mismo alimento tiene
efectos tan contrarios.
Cuando se
parte la hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento está Cristo todo
entero.
La realidad permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no
queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.
Éste es el
pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: es el
verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros.
Varios
signos lo anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación del Cordero pascual
y el maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen
Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos y cuídanos;
permítenos contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo
sabes y lo puedes todo, Tú, que nos alimentas en este mundo, conviértenos en
tus comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los
santos.
PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO
HOMILÍA
LITURGIA EUCARÍSTICA
PEREGRINACIÓN AL SANTUARIO
FOTOS Y AUDIOVISUAL: ANTONIO BARBAGELATA FIGARI
LITURGIA A CARGO DE LA PASTORAL DE BELLAVISTA
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