Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

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miércoles, 3 de junio de 2015

La familia schoenstattiana reunida en Bellavista, para celebrar el 31 de mayo



CELEBRACIÓN DEL TERCER HITO DE SCHOENSTATT
31 DE MAYO 1949-2015

MISA CELEBRADA POR EL PADRE MARIANO IRURETA Y CONCELEBRADA POR LOS PADRE DE SCHOENSTATT





La Sma. Virgen quiere sellar con nosotros la Alianza como lo hizo en 1914 en Europa. Sin querer nos preguntamos: ¿Será esta Alianza con el pueblo chileno tan abundantemente bendecida como lo ha sido en Schoenstatt? Conocemos la respuesta, es ley fundamental entre nosotros: ¡Nada sin nosotros, pero tampoco nada sin la Sma. Virgen y la Sma. Trinidad! Está entonces en nuestras manos, que surja también desde aquí un gran movimiento de renovación y que con este fin se ofrezcan personas en Chile a la Sma. Virgen.

Extracto Plática del 20 de mayo 1949 padre Kentenich




Es como si el ambiente del hogar nos rodeara en estos momentos; como si ángeles estuviesen en medio de nosotros y nos dijesen: “Quítate el calzado, porque el lugar que pisas es tierra santa". Sí, santo es este lugar, y seguirá haciéndose más y más santo; tierra santa es ésta, porque la Sma. Virgen ha escogido este terruño; tierra santa, porque en el transcurso de os años, de los decenios y de los siglos, desde este lugar surgirán, crecerán y trabajarán fecundamente hombres santos. Este es un lugar santo, finalmente, porque desde aquí se impondrán santas tareas, es decir, tareas que santifican, sobre débiles hombros.

Extracto plática 31 de mayo 1949
























































































































































































El Padre Kentenich señaló cuatro hitos fundamentales de la historia de Schoenstatt, que se relacionan con determinadas fechas, y que llevan un título:

Primer hito: En la luz divina.



18 de octubre de 1914: marca el comienzo de la historia de Schoenstatt, cuando el Padre Kentenich y los primeros jóvenes sellan la Alianza de Amor con María, y la capillita se transforma en Santuario.

Segundo hito: En la confianza divina.




20 de enero de 1942: en este día, el Padre Kentenich renuncia, voluntariamente y por amor a los suyos, a las posibilidades de liberación que se le ofrecía para no ser llevado al campo de concentración nazi de Dachau. Cree que la voluntad de Dios es que él ofrezca su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schoenstatt. Este paso condujo a sus seguidores a una mayor entrega en la Alianza de Amor con la Santísima Virgen y a una vinculación más profunda al Padre Kentenich como Padre espiritual de la Familia de Schoenstatt.
Esta fecha y todo lo que, a partir de ella, se desencadenó para el Padre Kentenich y su Familia, marca profundamente la historia de Schoenstatt.
En marzo del mismo año, el Padre Kentenich fue trasladado de la cárcel de Coblenza al campo de concentración de Dachau, donde permaneció más de tres años. Durante todo ese tiempo, se tomó mayor conciencia de su posición como Fundador y Cabeza de la Familia y del indisoluble entrelazamiento de destinos entre él y los suyos. También profundizó la convicción del carácter marcadamente sobrenatural de Schoenstatt como obra e instrumento de Dios.


Tercer hito: En la fuerza divina.




31 de mayo de 1949: el Padre Kentenich deposita sobre el altar del Santuario de Bellavista, en Chile, la primera parte de una larga carta que enviaría al obispo de Tréveris, diócesis en la que se encuentra Schoenstatt, Alemania, como respuesta al informe de la Visitación realizada en Schoenstatt y con la intención de poner a total disposición de la Iglesia la misión de su Obra.
Después de la guerra, durante la cual la Obra de Schoenstatt había sido probada hasta el extremo, el Padre Kentenich advierte que las relaciones humanas fueron elementales no sólo para subsistir, sino incluso para el crecimiento de sus hijos en la vida espiritual y en la santidad; sintió la obligación de plantearle a la Iglesia la necesidad de enraizar el amor de Dios en el alma, a través de lo humano, de todo lo creado, como medio para llegar al amor a Dios. Que la fe penetrara la vida no sería posible si no se profundizaba el organismo de vinculaciones naturales y sobrenaturales.
El Padre Kentenich advierte sobre el peligro de una manera de pensar mecanicista, es decir, que separa realidades que, según el querer de Dios, deben estar unidas. Por ejemplo, el vínculo a personas nobles y el vínculo a Dios. En la carta del 31 de mayo, él propone una forma orgánica de pensar, amar y vivir. Y llega a la osadía de afirmar que en este punto se juegan los destinos de la Iglesia y del mundo.
El hombre orgánico –a diferencia del mecanicista– capta la relación orgánica entre lo natural y lo sobrenatural. Por eso puede ver y amar a Dios en y a través de las criaturas. Las criaturas que son imagen, camino y garantía del amor a Dios, no constituyen, por lo tanto, un obstáculo o un impedimento para amarlo, sino por el contrario, son una ayuda necesaria para conocerlo y amarlo. Las criaturas son huellas, expresión, profetas o un saludo de Dios. Cuanto más santa la persona, con tanta mayor eficacia actúa como puente hacia Dios.
Todos los esfuerzos pastorales y educativos del Padre Kentenich estuvieron dirigidos a que la fe se refleje plenamente en la vida, la plasme, la eleve. Así, por ejemplo, el axioma “María une la gracia y la naturaleza” fue uno de los motores de su espiritualidad y apostolado. Basado en la doctrina tomista de que Dios, causa primera, actúa por medio de causas segundas, de todo lo creado, estaba convencido de que lo hace especialmente por medio de su creación predilecta, María, y procuró desarrollar una pedagogía y psicología para aplicar esta doctrina a la vida concreta.

Cuarto hito: En la victoriosidad divina.



Este hito está asociado a tres fechas de 1965: después de que el Padre Kentenich fuera separado de su Obra y exiliado en Milwaukee, Estados Unidos, durante 14 años; el 22 de octubre de 1965, el Papa Pablo VI confirma el decreto del Santo Oficio, por el cual el Padre Kentenich queda reivindicado como fundador de Schoenstatt. El 22 de diciembre el Santo Padre lo recibe en una audiencia especial, y el 24 de diciembre, el Padre Kentenich puede regresar a Schoenstatt, acontecimiento que se conoce con el nombre de “segundo milagro de la Nochebuena”.
Con este hito se relaciona también la clausura del Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965, a la cual el Fundador se asocia bendiciendo simbólicamente la primera piedra del futuro Santuario de Schoenstatt en Roma. En su audiencia del 22 de diciembre, promete a Pablo VI, que Schoenstatt colaborará de modo especial en la realización de la misión posconciliar de la Iglesia.
Este cuarto hito pone el sello divino a la Obra, ya que María se manifiesta como victoriosa al comprobar la autenticidad del carisma del Padre Kentenich.

Después de su regreso a Schoenstatt, el Padre Kentenich trabaja intensamente, a pesar de su avanzada edad, para unir y vitalizar su Obra por medio de incontables retiros, jornadas y consultas personales y comunitarias que lleva a cabo hasta su muerte repentina, al terminar de celebrar la Santa Misa, el 15 de septiembre de 1968.

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