viernes, 29 de julio de 2011

ZENIT - Evangelio del domingo: El hambre de los hombres

Evangelio según San Mateo 14,13-21.
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".
Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".
Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
"Tráiganmelos aquí", les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.  




sábado, 23 de julio de 2011

EUCOLOGIA 17 DEL TIEMPO ORDINARIO

ZENIT - Evangelio del domingo: De precios y de ofertas, el Reino

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.
También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?". Ellos le contestaron: "Sí". Entonces Él les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas
y cosas antiguas". 
Evangelio en imagen (pinchar aquí)

domingo, 17 de julio de 2011

50 años de sacerdocio del Cardena Javier Errázuriz junto con otros 10 sacerdotes de los Padres de Schoenstatt


Movimiento de Schoenstatt celebra las Bodas de Oro Sacerdotales de Cardenal Errázuriz

En emotiva y masiva eucaristía en el Santuario de Schoenstatt de Bellavista, en La Florida, junto al Arzobispo emérito de Santiago también recibieron la gratitud y el homenaje seis de sus compañeros ordenados con él hace cincuenta años.


En una iglesia colmada de fieles, en el Santuario Cenáculo de Bellavista, comuna de La Florida, el Movimiento de Schoenstatt en Chile celebró con una eucaristía los 50 años de sacerdocio de siete religiosos de esta comunidad apostólica. El ambiente estuvo marcado por el cariño y la gratitud de los presentes, entre ellos familiares y amigos de toda una vida de quienes el sábado 16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Carmen, recibieron un merecido homenaje por su ejemplar ministerio sacerdotal iniciado ese mismo día, pero del año 1961.

La misa fue presidida por el Cardenal, Arzobispo emérito de Santiago, monseñor Francisco Javier Errázuriz, y concelebrada por sacerdotes y obispos, entre ellos el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati; el Obispo auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Contreras; y el Obispo de Temuco, monseñor Manuel Camilo Vial, también uno de los homenajeados.

Precisamente entre los festejados estaba el Cardenal Francisco Javier Errázuriz. Quien fuera Pastor de nuestra Arquidiócesis durante cerca de trece años (1998-2011), dirigiéndose a los fieles expresó “la profunda gratitud que nos une a todos ustedes, y a todas las personas que han buscado en nosotros el servicio sacerdotal, el amor y la sabiduría de Cristo y la bondad del Padre, y que han hecho crecer en nosotros el amor fraternal, la fe y la esperanza, que son frutos de la vocación recibida”.

En su homilía, el superior provincial de los Padres de Schoenstatt, Padre Mariano Irureta, destacó, refiriéndose a los homenajeados, “las huellas que han dejado en nosotros, en nuestras vidas, y que tan profundamente han tocado lo más hondo de nuestras existencias personales, familiares y comunitarias”. Una historia que, evocó el Padre Irureta, comenzó hace cincuenta años en Friburgo, Suiza, donde, el 16 de julio de 1961, fueron ordenados estos siete sacerdotes por el recordado Obispo, monseñor Manuel Larraín Errázuriz.

Al final de la celebración eucarística, tomó la palabra el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, quien agradeció el ministerio de estos sacerdotes y tuvo emotivas palabras para el Cardenal Errázuriz: “De una manera muy particular gracias a usted, porque en los últimos años este ejercicio del ministerio sacerdotal y episcopal lo ha realizado en nuestra Iglesia de Santiago, prodigando a nuestros fieles todo su amor de Pastor, toda su preclara inteligencia y toda su atención para que el Pueblo de Dios que peregrina por Santiago pudiera reconocer en usted la figura del Buen Pastor”.

Junto al Cardenal, también fueron justamente reconocidos el Obispo de Temuco, monseñor Manuel Camilo Vial; el Padre Patricio González; Padre Ignacio Cruz; Padre Jaime Fernández; Padre Rafael Fernández; y el Padre Pedro Gutiérrez. A ellos se sumó un reconocimiento a la distancia a monseñor Francisco José Cox y a los padres Marcial Parada y Joaquín Alliende, que también cumplen 50 años de sacerdocio.

Medio siglo de fecundo ministerio

Tras la ceremonia, el Cardenal recordó aquellos años en Friburgo, donde estudió filosofía y teología, y esbozó el sello de aquella generación de sacerdotes que se ordenó junto a él: “Era una vida familiar, una vida de amistad y de comunidad. Nosotros fuimos marcados por haber conocido personalmente al fundador de Schoenstatt, el padre José Kentenich, con quien vivimos encuentros muy hermosos, con orientaciones muy importantes que él nos dio”. También el Arzobispo emérito de Santiago recogió con humildad el mensaje de esperanza que significa hacia el futuro el testimonio de estos 50 años de sacerdocio: “Muchas veces las generaciones jóvenes miran qué pasó con los que les antecedieron, y cuando descubren que hay caminos de gran generosidad apostólica, de mucha oración, de interioridad, de gran comunión, eso las anima a seguir también un camino”.
Uno de los compañeros ordenados en ese entonces con el Cardenal Errázuriz fue el Padre Jaime Fernández, quien señaló que “esta celebración produce interiormente una gran emoción, porque en el fondo es hacer consciente lo que significa la elección para el sacerdocio, lo que significa la configuración con Cristo”. Al recordar esa época con el Cardenal, el Padre Fernández, con una cuota de humor, comentó que “nosotros en nuestro curso, medio en broma, le pronosticábamos que iba a ser obispo, porque uno ya percibía en él aptitudes para asumir funciones tan importantes como esa”. Y agregó: “Puedo dar testimonio de que él siempre ha estado con todos sus cinco sentidos dispuestos a entregarse con lo mejor que tiene al servicio de la Iglesia. Él cala muy hondo, se preocupa de cosas muy de fondo y yo creo que adhirió a un sacerdocio verdaderamente de gran altura”.

Margarita María Errázuriz, hermana del Cardenal, resaltó el sentido de su camino sacerdotal: “La verdad que un compromiso por 50 años es entregar una vida y es ver cómo de alguna manera culmina una vocación. Me causan admiración enorme esa fidelidad al compromiso y esa capacidad de llevar la vocación a su plenitud”. Y añadió que “él fue desarrollando un sentido paternal, siento que se ha distinguido por eso, lo que, si bien conllevó muchas veces grandes sacrificios, le hizo dar mucho a los demás”.

Lorenzo Sandoval es amigo del Cardenal, también estudió en Friburgo y estuvo presente aquél 16 de julio de 1961 al momento de su ordenación. “Él siempre ha sido tal como lo conocimos como Arzobispo de Santiago; una persona sencilla, humilde y de una gran vida interior”, señaló, y concluyó: “Destacaría su fidelidad, su gran ejemplo de consecuencia entre los principios, la fe y su vida de sacerdote”.

Fuente: DOP Santiago - www.iglesiadesantiago.cl


Santiago, 17/07/2011