martes, 30 de junio de 2015

"Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".

DOMINGO  28 DE JUNIO 2015
XIII DEL TIEMPO LITÚRGICO ORDINARIO
SANTUARIO CENÁCULO DE BELLAVISTA
HOMILÍA PADRE RICARDO BRAVO








Del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43



En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de Él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: `¿Quién me ha tocado?' " Pero Él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de Él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.



sábado, 27 de junio de 2015

Nuestro hermano Mario Hiriart. Domingo 12 de Julio





¿Cuál es la bendición especial que debo yo esperar de Ti, Madrecita mía? Ser elevado, como Cáliz por tus manos desde tu Santuario hacia el cielo, para recibir la bendición de Dios Padre, que es la sangre derramada por Dios desde la herida de su costado. Madrecita, tu bendición es permitirme alcanzar esa última gota de sangre de tu Hijo. (Diario IV-318 1.7.58) Siervo de Dios Mario HIriart







miércoles, 24 de junio de 2015

"Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?"


LITURGIA DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO

21 DE JUNIO 2015
SANTUARIO CENÁCULO DE BELLAVISTA
CELEBRÓ PADRE JOSÉ MANUEL LÓPEZ



Cuando consideramos nuestras propias fuerzas, 
toda esperanza y confianza flaquean;
Madre, a Ti extendemos las manos
e imploramos abundantes dones de tu amor

Aun en las tormentas y en los peligros
guardarás fidelidad perenne
a la Alianza que sellaste con nosotros
y que, con tantas gracias, tú has bendecido.
(Hacia el padre nro 13-14. P. José Kentenich)










Te ruego que, en medio de todo sacrificio y toda cruz que me envíes, me concedas la gracia de conservar siempre auténtica serenidad y alegría interior y exterior, por la permanencia de una profunda confianza y reposo en Dios.
(Siervo de Dios Mario Hiriart Diario VI-133,4.8.61)


















HOMILÍA 












































ÁNGELUS Y CONSAGRACIÓN A LA MATER