viernes, 29 de noviembre de 2013

Adviento domingo 1 de diciembre 2013




Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles

renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida( catecismo de la Iglesia Católica nro 524)

V. El tiempo de Adviento


39. El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se, nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre.

40. El tiempo de Adviento comienza con las primeras Vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o es el más próximo a este día, y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad.

41. Los domingos de este tiempo se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento.

42. Las ferias del 17 al 24 de diciembre inclusive tienen la finalidad de preparar más directamente la Navidad.

(Calendario tiempo litúrgico
CARTA APOSTÓLICA“MYSTERII PASCHALIS”)



  

COLOR LITÚRGICO


345. La diversidad de los colores en las vestiduras sagradas tiene por objeto expresar con más eficacia, aun exteriormente, tanto las características de los misterios de la fe que se celebran, como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico.

346. En cuanto al color de las vestiduras sagradas, obsérvese el uso tradicional, o sea:

a) El color blanco se usa en los Oficios y Misas del tiempo pascual y de Navidad; además en las celebraciones del Señor, que no sean de su Pasión, de la Santísima Virgen, de los Santos Ángeles, de los Santos no Mártires, en la solemnidades de Todos los Santos (1 de nov.), de San
Juan Bautista (24 de junio), en la fiesta de San Juan Evangelista (27 de dic.), en la Cátedra de San Pedro (22 de febr.) y en la Conversión de San Pablo (25 de enero).

b) El color rojo se usa el domingo de Pasión y el Viernes Santo, el domingo de Pentecostés, en las celebraciones de la Pasión del Señor, en las fiestas natalicias de los Apóstoles y evangelistas y en las celebraciones de los Santos Mártires.

c) El color verde se usa en los Oficios y Misas del tiempo “durante el año”.

d) El color morado (o violeta) se usa en el tiempo de Adviento y de Cuaresma. Puede también usarse en los Oficios y Misas de difuntos.

e) El color negro puede usarse, donde se acostumbra, en las Misas de difuntos.

f) El color rosado puede usarse, donde se acostumbra, en los domingos Gaudete (III de Adviento) y Laetare (IV de Cuaresma).


(INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO
Tercera edición Año 2002)



La venida del Señor continúa; el mundo debe ser penetrado por su presencia



El primer tiempo de este itinerario es el Adviento, formado, en el Rito Romano, por las cuatro semanas que preceden a la Navidad del Señor, esto es, el misterio de la Encarnación. La palabra «adviento» significa «llegada» o «presencia». En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que envuelve por entero el cosmos y la historia, pero que conoce dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Cristo. La primera es precisamente la Encarnación; la segunda el retorno glorioso al final de los tiempos. Estos dos momentos, que cronológicamente son distantes —y no se nos es dado saber cuánto—, en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección Jesús ya ha realizado esa transformación del hombre y del cosmos que es la meta final de la creación. Pero antes del fin, es necesario que el Evangelio se proclame a todas las naciones, dice Jesús en el Evangelio de san Marcos (cf. 13, 10). La venida del Señor continúa; el mundo debe ser penetrado por su presencia. Y esta venida permanente del Señor en el anuncio del Evangelio requiere continuamente nuestra colaboración; y la Iglesia, que es como la Novia, la Esposa prometida del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cf. Ap 21, 9), en comunión con su Señor colabora en esta venida del Señor, en la que ya comienza su retorno glorioso.
(ÁNGELUS, I DOMINGO DE ADVIENTO, 2 DE DICIEMBRE DE 2012. PAPA EMÉRITO BENEDICTO XVI)



1. Tiempo de Adviento
a. DOMINGOS


93. Las lecturas del Evangelio tienen una característica propia: se refieren a la venida del Señor al final de los tiempos (primer domingo), a Juan Bautista (segundo y tercer domingos), a los acontecimientos que prepararon de cerca el nacimiento del Señor (cuarto domingo).
Las lecturas del Antiguo Testamento son profecías sobre el Mesías y el tiempo mesiánico, tomadas principalmente del libro de Isaías.
Las lecturas del Apóstol contienen exhortaciones y amonestaciones conformes a las diversas características de este tiempo.

b. FERIAS
94. Hay dos series de lecturas, una desde el principio hasta el día 16 de diciembre, y la otra desde el día 17 al 24.
En la primera parte del Adviento, se lee el libro de Isaías, siguiendo el mismo orden del libro, sin excluir aquellos fragmentos más importantes que se leen también en los domingos. Los Evangelios de estos días están relacionados con la primera lectura.
Desde el jueves de la segunda semana, comienzan las lecturas del Evangelio sobre Juan Bautista; la primera lectura es o bien una continuación del libro de Isaías, o bien un texto relacionado con el Evangelio.
En la última semana antes de Navidad, se leen los acontecimientos que prepararon de inmediato el nacimiento del Señor, tomados del Evangelio de san Mateo (cap. 1) y de san Lucas (cap. 1). En la primera lectura se han seleccionado algunos textos de diversos libros del AntiguoTestamento, teniendo en cuenta el Evangelio del día, entre los que se encuentran algunos vaticinios mesiánicos de gran importancia.
(ORDENACIÓN DE LAS LECTURAS DE LA
MISA)

DOMINGO 01 DE DICIEMBRE. PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO-RITOS INICIALES

MISSALE ROMANUM, DOMINICA PRIMA ADVENTUS
COLOR LITÚRGICO MORADO
AÑO A

RITOS INICIALES
RITUS INITIALES
RITI DI INTRODUZIONE

INTROITUS
ANTÍFONA DE ENTRADA. (Cf. Sal. 24,1-3)



A ti, Señor, elevo mi alma, Dios mío, yo pongo en ti mi confianza; ¡Que no tenga que avergonzarme ni se rían de mí mis enemigos! Ninguno de los que esperan en ti tendrá que avergonzarse.

Ad te levávi ánimam meam, Deus meus, in te confído, non erubéscam.
Neque irrídeant me inimíci mei, étenim univérsi qui te exspéctant non confundéntur.

A te, Signore, elèvo l'anima mia, Dio mio, in te confido: che io non sia confuso. Non trionfino su di me i miei nemici.
Chiunque spera in te non resti deluso

Reunido el pueblo, el sacerdote con los ministros va al altar, mientras se entona el can­to de entrada.
Cu ando llega al altar, el sacerdote con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar y, si se juzga oportuno, lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el sacerdote dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.
Amen.

Nel nome del Padre del Figlio e dello Spirito Santo.
Amen.
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
SALUDO
SALUTATIO
SALUTO DEL CELEBRANTE

El Señor esté con vosotros
Dominus vobiscum.
Il Signore sia con voi.

Respuesta
Y con tu espíritu.
Et cum spiritu tuo.
E con il tuo spirito.

ACTO PENITENCIAL
Actus Pænitentialis
ATTO PENITENZIALE

Kyrie, eleison.
Kyrie, eleison.

Christe, eleison.
Christe, eleison.

Kyrie, eleison.
Kyrie, eleison.

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad

Signore, pietà.
Signore, pietà.

Cristo, pietà.
Cristo, pietà.

Signore, pietà.
Signore, pietà.

NO DICE GLORIA
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas dice:
Oremos.
Preghiamo
Y todos junto con el sacerdote rezan en silencio durante unos instantes. Luego el sacerdote con las manos extendidas pronuncia la oración colecta. Cuando ésta finaliza el pueblo aclama: Amen

ORACIÓN COLECTA
ORATIO COLLECTA
COLLETTA
S: Oremus


Dios todopoderoso, te rogamos que la práctica de las buenas obras nos permita salir al encuentro de tu Hijo que viene a nosotros, para que merezcamos estar a su lado en el Reino de los cielos.
Por el mismo Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Da, quæsumus, omnípotens Deus, hanc tuis fidélibus voluntátem, ut, Christo tuo veniénti iustis opéribus occurréntes, eius déxteræ sociáti, regnum mereántur possidére cæléste. Per Dóminum.

O Dio, nostro Padre, suscita in noi la volontà di andare incontro con le buone opere al tuo Cristo che viene, perché egli ci chiami accanto a sé nella gloria a possedere il regno dei cieli. Per il nostro Signore..








jueves, 28 de noviembre de 2013

Colorido,música y bailes religiosos en el Santuario Cenáculo de Bellavista. 24 de noviembre


En la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, concluyó el año de la Fe (2012-2013) que nos convoco el papa emérito Benedicto XVI.
La Misa en el Santuario Cenáculo de Bellavista fue celebrada por el Padre Ignacio Pacheco y concelebrada por  los padre Raul Feres y José Manuel Lopez.











2. Si, la piedad popular es un verdadero tesoro del Pueblo de Dios. Es una demostración continua de la presencia activa del Espíritu Santo en la Iglesia. Es El quien enciende en los corazones la fe, la esperanza y el amor, virtudes excelsas que dan valor a la piedad cristiana. Es el mismo Espíritu el que ennoblece tantas y tan variadas formas de expresar el mensaje cristiano de acuerdo con la cultura y costumbres propias de cada lugar en todos los tiempos.
En efecto, esas mismas costumbres religiosas, transmitidas de generación en generación, son verdaderas lecciones de vida cristiana: desde las oraciones personales, o de familia, que habéis aprendido directamente de vuestros padres, hasta las peregrinaciones que convocan a muchedumbres de fieles en las grandes fiestas de vuestros santuarios.
La piedad popular ha de conducirnos siempre a la piedad litúrgica, esto es, a una participación consciente y activa en la oración común de la Iglesia. Me consta que, como culminación de vuestras peregrinaciones, procuráis recibir con fruto el sacramento de la penitencia, mediante una sincera confesión de vuestros pecados al sacerdote, el cual os perdona en nombre de Dios y de la Iglesia. Luego asistís a la Santa Misa y recibís la comunión, participando así de ese gran misterio de fe y de amor, el Sacrificio de Cristo, que se renueva por nosotros en el altar.

3. Entre los múltiples signos indicativos de la piedad cristiana, la devoción a la Virgen María ocupa un lugar destacadísimo, el que corresponde a su condición de ser Madre de Dios y Madre nuestra. Como aquella mujer del Evangelio lanzó un grito de admiración y bienaventuranza hacia Jesús y su Madre, así también vosotros, en vuestro afecto y en vuestra devoción soléis unir siempre a María con Jesús. Comprendéis que la Virgen nos conduce a su divino Hijo, y que El escucha siempre las súplicas que le dirige su Madre. Esa unión imperecedera de la Virgen María con su Hijo es la señal más confidencial y fidedigna de su misión maternal, tal como nos lo demuestran las palabras dirigidas en Caná: “Haced lo que él os diga” (Jn  2, 5). María nos exhorta siempre a ser fieles al Evangelio, como Ella lo fue, pues su vida es un testimonio de fidelidad a la palabra y a la voluntad del Padre.
Conozco la hermosa costumbre, tan arraigada en Chile, del mes de María, celebrado en el mes de noviembre, el mes de las flores, y que culmina con la fiesta de su Purísima Concepción. Pido al Señor que esta devoción siga dando frutos abundantes de vida cristiana, de penitencia y reconciliación, en muchos, que alejados quizá de la práctica religiosa y tibios en la fe, retornan cada año a Jesús a través del calor y la bondad maternal de María.
Por la intercesión maternal de María vuestras oraciones y vuestros sacrificios –que son también una meritoria forma de plegaria–, vuestros cantos y bailes, vuestras procesiones y el cuidado que ponéis en el culto, atraerán del Señor abundantes bendiciones de paz y de unión entre los chilenos, de conversión, de vocaciones sacerdotales y religiosas a su servicio.

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II Hipódromo Peñuelas - La Serena (Chile) Domingo 5 de abril de 1987( Extracto)














La piedad popular es el humos, sin el cual la liturgia no puede germinal, por desgracia tras la reforma del Concilio y en parte del movimiento litúrgico esta piedad ha sido reiteradamente despreciada e incluso desterrada. En lugar de rechazarla habría que mimarla, Cuando sea  necesario, será preciso purificarla y encauzarla, pero siempre con gran respeto. Será indispensable asumirla como aquella manera en que el corazón de los pueblos se apropia de la fe, incluso cuando esa piedad nos parece lejano de nosotros. Debemos convencernos de que esa piedad popular es la más segura interiorización de la fe.

(Joseph Ratzinger Introducción al Espíritu de la liturgia)








La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos: 
— El amor a Cristo sufriente, el Dios de la compasión, del perdón y de la reconciliación; el Dios que nos ha amado hasta entregarse por nosotros;
— el amor al Señor presente en la Eucaristía, el Dios encarnado, muerto y resucitado para ser Pan de vida;
— el Dios cercano a los pobres y a los que sufren;
— la profunda devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe, de Aparecida o de las diversas advocaciones nacionales y locales. Cuando la Virgen de Guadalupe se apareció al indio san Juan Diego le dijo estas significativas palabras:  "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?, ¿no estás bajo mi sombra y resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?" (Nican Mopohua, nn. 118-119).
— Esta religiosidad se expresa también en la devoción a los santos con sus fiestas patronales, en el amor al Papa y a los demás pastores, en el amor a la Iglesia universal como gran familia de Dios que nunca puede ni debe dejar solos o en la miseria a sus propios hijos. Todo ello forma el gran mosaico de la religiosidad popular que es el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina, y que ella debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también purificar

DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI Salón de Conferencias, Santuario de Aparecida Domingo 13 de mayo de 2007





































































124. En el Documento de Aparecida se describen las riquezas que el Espíritu Santo despliega en la piedad popular con su iniciativa gratuita. En ese amado continente, donde gran cantidad de cristianos expresan su fe a través de la piedad popular, los Obispos la llaman también «espiritualidad popular» o «mística popular».[103] Se trata de una verdadera «espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos».[104] No está vacía de contenidos, sino que los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental, y en el acto de fe se acentúa más el credere in Deum que el credere Deum.[105] Es «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros»;[106] conlleva la gracia de la misionariedad, del salir de sí y del peregrinar: «El caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador».[107] ¡No coartemos ni pretendamos controlar esa fuerza misionera!
125. Para entender esta realidad hace falta acercarse a ella con la mirada del Buen Pastor, que no busca juzgar sino amar. Sólo desde la connaturalidad afectiva que da el amor podemos apreciar la vida teologal presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en sus pobres. Pienso en la fe firme de esas madres al pie del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario aunque no sepan hilvanar las proposiciones del Credo, o en tanta carga de esperanza derramada en una vela que se enciende en un humilde hogar para pedir ayuda a María, o en esas miradas de amor entrañable al Cristo crucificado. Quien ama al santo Pueblo fiel de Dios no puede ver estas acciones sólo como una búsqueda natural de la divinidad. Son la manifestación de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rm 5,5).
126. En la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer la obra del Espíritu Santo. Más bien estamos llamados a alentarla y fortalecerla para profundizar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada. Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización.
[103] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida, 262.
[104] Ibíd., 263.
[105] Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae II-II, q. 2, art. 2.
[106] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida, 264.
[107] Ibíd.


EXTRACTO EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
EVANGELII GAUDIUM
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO el 24 de noviembre, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, del año 2013, primero de mi Pontificado.