MISSALE ROMANUM DOMÍNICA QUARTA
ADVENTUS
COLOR LITÚRGICO MORADO
AÑO A
LITURGIA
EUCARÍSTICA
LITURGIA EUCHARISTICA
LITURGIA
EUCARISTICA
Acabada la Liturgia de la Palabra, los ministros
colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el misal; mientras
tanto puede ejecutarse un canto adecuado.
Conviene que los fieles expresen su
participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la
celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades
de la Iglesia o de los pobres.
El sacerdote se acerca al altar, toma la patena
con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice en
secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este
pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu
generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Benedíctus
es, Dómine, Deus univérsi, quia de tua largitáte accépimus panem, quem tibi offérimus, fructum terræ et óperis mánuum hóminum: ex quo nobis fi et
panis vitæ.
Benedetto
sei tu, Signore, Dio dell’universo: dalla tua bontà abbiamo ricevuto questo
pane, frutto della terra e del lavoro dell’uomo; lo presentiamo a te, perché
diventi per noi cibo di vita eterna.
Después deja la patena con el pan sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote
puede decir en voz alta estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
Bendito
seas por siempre, Señor
Benedíctus
Deus in sæcula.
Benedetto nei secoli il Signore.
El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de
agua en el cáliz, diciendo en secreto:
El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida
divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo
un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este
vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad
y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
Benedíctus es, Dómine, Deus
univérsi, quia de tua largitáte accépimus
vinum, quod tibi offérimus, fructum vitis et ópe ris mánuum hóminum, ex
quo nobis fi et potus spiritális.
Benedetto sei tu, Signore, Dio
dell’universo: dalla tua bontà abbiamo ricevuto questo vino frutto della vite e
del lavoro dell’uomo; lo presentiamo a te,perché diventi per noi bevandadi
salvezz
Después deja el cáliz sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las
ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el
pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor.
A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en
secreto:
Acepta,
Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro
sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Y, si se juzga oportuno, inciensa las ofrendas y el
altar. A continuación el diácono o un ministro inciensa al sacerdote y al
pueblo.
Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se
lava las manos, diciendo en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Lava me, Domine, ab
iniquitate mea, et a peccato meo munda me.
Después, de pie en el centro del altar y de cara
al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice una de las siguientes
fórmulas: Orad, hermanos , para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Orate,
fratres, ut meum ac vestrum sacrificium acceptabile fiat apud Deum Patrem
omnipotentem!
Oráte, fratres: ut meum ac vestrum sacrifícium acceptábile fi at apud
Deum Patrem omnipoténtem.
Pregate, fratelli, perché il mio e vostro sacrifi
cio sia gradito a Dio, Padre onnipotent
O bien:
En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso
O bien:
Orad, hermanos, para que,
llevando al altar los gozos y las fatigas de cada día, nos dispongamos a
ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su
santa Iglesia.
Suscípiat
Dóminus sacrifícium de mánibus tuis ad laudem et glóriam nóminis sui, ad utilitátem
quoque
nostram totiúsque Ecclésiæ suæ sanctæ.
Il Signore riceva dalle tue mani questo
sacrifi cio a lode e gloria del suo nome, per il bene nostro e di tutta la sua
santa Chiesa.
Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice
la oración sobre las ofrendas.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oratio SUPER OBLATA (nos
ponemos de pie)
l’ORAZIONE SULLE OFFERTE.
Te pedimos,
Padre, que el mismo Espíritu que fecundó con su poder el seno de María, la
Virgen Madre, santifique estos dones que hemos depositado sobre tu altar.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Altári tuo, Dómine, superpósita múnera Spíritus ille sanctíficet, qui beátæ Maríæ víscera sua virtúte replévit. Per Christum.
Accogli, o Dio, i doni che presentiamo all'altare,
e consacrali con la potenza del tuo Spirito, che santificò il grembo della
Vergine Maria. Per Cristo nostro Signore.
Súper Oblata
La oración sobre las ofrendas termina siempre con
la conclusión breve.
Si la oración se dirige al Padre:
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Si la oración se dirige al Padre, pero al final de
la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige al Hijo:
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Prex Eucharistica
PLEGARIA EUCARISTICA
PREGHIERA EUCARISTICA
En la
plegaria eucarística primera o Canon romano pueden omitirse aquellas partes que
están incluidas dentro de corchetes.
PREFACIO
Præfatio
Prefazio
El sacerdote
comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Con las manos extendidas
dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
El sacerdote,
elevando las manos, prosigue:
Levantemos el corazón.
Sursum corda.
El pueblo responde:
Lo tenemos levantado hacia el
Señor.
Habémus ad Dóminum.
El sacerdote, con las
manos extendidas, añade:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Grátias agámus Dómino Deo nostro.
El pueblo responde:
Es justo y necesario.
Dignum et iustum est.
El sacerdote
prosigue el prefacio con las manos extendidas.
Al final del
prefacio junta las manos y, en unión del pueblo,
Dominus vobiscum.
Et cum spiritu tuo.
Sursum corda.
Habemus ad Dominum.
Gratias agamus Domino Deo nostro.
Dignum et
iustum est.
Concluye el prefacio, cantando
o diciendo en voz alta:
Sanctus, sanctus, sanctus Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt caeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis.
Benedictus qui venit in nomine Domini. Hosanna in excelsis.
Santo, Santo, Santo es el
Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la
tierra de tu gloria Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del Señor.
Hosanna en el cielo.
Santo, Santo, Santo il Signore Dio dell’universo. I cieli e
la terra sono pieni della tua gloria. Osanna nell’alto dei
cieli. Benedetto colui che viene nel nome del Signore. Osanna nell’alto dei cieli
PREFACIO DE ADVIENTO V
María, nueva Eva
Este prefacio se dice en las misas del tiempo especialmente
el cuarto domingo de Adviento, desde el 17 al 24 de diciembre, y en las
restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio
propio.
V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos
por el misterio de la Virgen Madre.
Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina,
en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado
aquel que nos nutre con el pan de los ángeles,
y ha brotado para todo el género humano
la salvación y la paz.
La gracia que Eva nos arrebató
nos ha sido devuelta en María.
En ella, madre de todos los hombres,
la maternidad, redimida del pecado y de la muerte,
se abre al don de una vida nueva.
Así, donde había crecido el pecado,
se ha desbordado tu misericordia
en Cristo, nuestro Salvador.
Por eso nosotros,
mientras esperamos la venida de Cristo,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos el himno de tu gloria:
Santo,
Santo, Santo...
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
31. El sacerdote, con las manos extendidas,
dice:
Santo eres en verdad, Padre, y con razón
te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor
nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y
congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
32. Junta las manos y, manteniéndolas
extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso,
Padre, te suplicamos que santifiques por el
mismo Espíritu estos dones que hemos
separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre
el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que
sean Cuerpo y X
Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y
Señor nuestro,
Junta las manos.
Que nos mandó celebrar estos misterios.
33. En las fórmulas que siguen, las palabras
del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre
el altar, prosigue:
tomó pan, y
dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos,
diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad y
comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo
deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión
34. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado
sobre el altar, prosigue:
Tomó el
cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad y bebed
todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y
eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón
de los pecados.
Haced esto en
conmemoración mía.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre
el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
35. Luego dice una de las siguientes fórmulas:
1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.
O bien:
Éste es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu
muerte, proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor
Jesús!
2 Aclamad el Misterio de la redención:
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Cada vez que
comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta
que vuelvas.
3 Cristo se
entregó por nosotros.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Por tu cruz y
resurrección nos has salvado, Señor.
36. Después el sacerdote, con las manos
extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de
tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos
su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo
y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la
victima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que,
fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu
Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires,
[San
N.: santo del día o patrono]
y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu
ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la
salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
Puede hacerse también mención de los Obispos
coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la
celebración.
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
A mí, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario,
dice:
a mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,
a mí, indigno
siervo tuyo, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el
pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos
por el mundo.
† A
nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu
reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
Por Cristo,
Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes. †
37. Toma la patena, con el pan consagrado, y
el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo,
con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
RITO DE COMUNION
RITUS
COMMUNIONIS
RITI DI COMUNIONE
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el
sacerdote, con las manos juntas, dice:
Fieles a la
recomendación del Salvador y siguiendo su divina
enseñanza, nos atrevemos a decir:
Præcéptis salutáribus móniti, et divína institutióne formáti,
audémus
dícere:
Obbedienti alla parola del Salvatore e formati al suo divino
insegnamento, osiamo dire:
O bien:
Llenos
de alegría por ser hijos de Dios,digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
O bien:
El
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
con
el Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:
O bien:
Antes
de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y
vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Extiende
las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a
los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Pater
noster, qui es in caelis: sanctificétur nomen tuum;
advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in
caelo, et in terra.
Panem
nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos
dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in tentatiónem; sed líbera nos a malo.
Padre
nostro, che sei nei cieli, sia santificato il tuo nome,
venga
il tuo regno, sia fatta la tua volontà, come in cielo così in terra.
Dacci
oggi il nostro pane quotidiano, e rimetti a noi i nostri debiti come noi li
rimettiamo ai nostri debitori,
e
non ci indurre in tentazione, ma liberaci dal male.
El
sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos
de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que,
ayudados por tu misericordia,
vivamos
siempre libre de pecad o y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos
la gloriosa venida
de
nuestro Salvador Jesucristo.
Líbera
nos, quæ´sumus, Dómine, ab ómnibus malis, da propítius pacem in diébus nostris,
ut, ope misericórdiæ tuæ adiúti, et a
peccáto simus semper líberi et ab
omni
perturbatióne secúri: exspectántes beátam spem et advéntum
Salvatóris
nostri Iesu Christi Liberaci,
o Signore, da tutti i mali, concedi la
pace ai nostri giorni; e con l'aiuto della tua misericordia, vivremo sempre
liberi dal peccato e sicuri da ogni turbamento,nell'attesa che si compia la
beata speranza, e venga il nostro
Salvatore Gesù Cristo.
Tuo é il regno, tua la potenza e la gloria nei
secoli
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por
siempre, Señor. Quia tuum est regnum, et potéstas, et glória in seacula.
Después
el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que
dijiste a tus apóstoles:
"La
paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la
fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Dómine Iesu
Christe, qui dixísti Apóstolis tuis: Pacem relínquo vobis, pacem meam do
vobis: ne
respícias peccáta nostra, sed fi dem Ecclésiæ tuæ; eámque secúndum voluntátem
tuam pacifi
cáre et coadunáre dignéris. Qui vivis et regnas in sæ´cula sæculórum.
Signore Gesù
Cristo, che hai detto ai tuoi apostoli: “Vi lascio la pace, vi do la mia pace”,
non guardare
ai nostri peccati, ma alla fede della tua Chiesa, e donale unità e pace secondo
la tua volontà.
Junta
las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Qui vivis et regnas in
sæ´cula sæculórum
Tu che vivi e regni
nei secoli dei secoli.
El
pueblo responde:
Amén.
El
sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté
siempre con vosotros.
Pax Dómini sit semper vobíscum.
La pace del Signore sia sempre
con voi.
El
pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
E con il tuo spirito.
Luego,
si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Daos fraternalmente la paz.
O bien:
Como hijos de Dios,
intercambiad ahora un signo de comunión fraterna.
O bien:
En Cristo, que nos ha hecho
hermanos con su cruz,
daos la paz como signo de
reconciliación.
O bien:
En el Espíritu de Cristo
resucitado, daos fraternalmente la paz.
Y todos,
según la costumbre del lugar, se dan la paz. El sacerdote da la paz al diácono
o al ministro.
Después
toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del
mismo en el cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor
Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros salimento de vida eterna.
Mientras
tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos
la paz.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: miserere
nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: miserere
nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: dona nobis
pacem
Agnello di Dio, che
togli i peccati del mondo, abbi pietà di noi.
Agnello di Dio, che
togli i peccati del mondo, abbi pietà di noi.
Agnello di Dio, che
togli i peccati del mondo, dona a noi la pace.
Si la
fracción del pan se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces.
La última vez se dice: danos la paz.
A
continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el
Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción
de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme
cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
O bien:
Señor
Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre
no
sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me
aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
El
sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco
elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste
es el Cordero de Dios,
que
quita el pecado del mundo.
Dichosos
los invitados a la cena del Señor.
Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit
peccáta mundi. Beáti qui ad cenam
Agni vocáti sunt.
Beati gli invitati alla Cena del
Signore. Ecco l’Agnello di Dio,
che toglie i peccati del mondo
Y,
juntamente con el pueblo, añade:
Señor,
no soy digno de
que entres en mi casa, pero
una palabra tuya bastará
para sanarme.
Dómine, non sum dignus
utintres sub tectum meum: sed
tantum dic verbo, et sanábitur ánima
mea.
O Signore, non sono degno di
partecipare alla tua mensa:
ma di’ soltanto una parola e io sarò
salvato
El
sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la
vida eterna.
Y
comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después
toma el cáliz y dice en secreto:
Y bebe
reverentemente la Sangre
de Cristo.
Después
toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les
presenta el pan consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno
de ellos:
El
Cuerpo de Cristo.
El que
va a comulgar responde:
Amén.
Y
comulga.
El
diácono y los ministros que distribuyen la Eucaristía observan los
mismos ritos.
Si se
comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en su lugar. (Instr.
Gen. n. 240-252).
Cuando
el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
Acabada
la comunión, el diácono, el acólito, o el mismo sacerdote, purifica la patena
sobre el cáliz y también el mismo cáliz, a no ser que se prefiera purificarlo
en la credencia después de la misa.
Si el
sacerdote hace la purificación, dice en secreto:
Haz, Señor,
que recibamos con un corazón limpio
el alimento que acabamos de tomar,
y que el don que nos haces en esta vida
nos aproveche para la eterna.
Después
el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos
momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
Luego,
de pie en la sede o en el altar, el sacerdote dice:
Oremos.
Y todos,
junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que
este silencio ya se haya hecho antes.
Después
el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunióñ.
POSTCOMMUNIO
ORACION DESPUES DE LA
COMUNION
ORAZIONE DOPO LA
COMUNIONE
ORATIO
POST COMMUNIONEM
Oremus
Después de
recibir el anticipo de nuestra redención
eterna, te
rogamos, Dios todopoderoso, que cuanto más se acerca la fiesta de la Navidad, tanto
más se acreciente nuestro fervor para celebrarla con una fe siempre renovada.Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Sumpto pígnore redemptiónis
ætérnæ, quæsumus, omnípotens Deus, ut quanto magis dies salutíferæ festivitátis
accédit, tanto devótius proficiámus ad Fílii tui digne nativitátis mystérium
celebrándum. Qui vivit et regnat in sæcula sæculórum.
O Dio, che ci hai dato il pegno della vita eterna,
ascolta la nostra preghiera: quanto più si avvicina il gran giorno della nostra
salvezza, tanto più cresca il nostro fervore, per celebrare degnamente il
Natale del tuo Figlio. Egli vive e regna nei secoli dei secoli.
La
oración después de la comunión termina con la conclusión breve.
Si la
oración se dirige al Padre:
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Si la
oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Si la
oración se dirige al Hijo:
Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
El
pueblo aclama:
Amén.
RITUS CONCLUSIONIS
RITO DE CONCLUSION
En este momento se
hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al
pueblo.
Oratio Super Populum
BENDICIONES SOLEMNES
Inclinaos para recibir
la bendición.
Luego, el sacerdote,
extendidas las manos sobre el pueblo, dice la bendición.
Todos responden: Amen
1. ADVIENTO
El Señor todopoderoso y lleno de misericordia,
por la primera venida de su Hijo en la que creemos,
y por la segunda que esperamos,
los ilumine con su luz
y los colme con su bendición.
R. Amén.
En el camino de esta vida los haga constantes en la
fe,
alegres en la esperanza
y activos en la caridad.
R. Amén.
Ya que se alegran por la venida en el tiempo
de nuestro Redentor,
que sean recompensados con el don de la Vida eterna
cuando él venga por segunda vez en la gloria.
R. Amén.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo X y del Espíritu Santo,
desciend
Después tiene lugar
la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El Señor esté con vosotros.
Dóminus vobíscum.
Il Signore sia con voi.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Et cum spíritu tuo.
E con il tuo spirito.
El sacerdote bendice
al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios
todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
Benedícat vos omnípotens
Deus,Pater, et Fílius, ✠ et Spíritus Sanc tus.
Vi benedica Dio onnipotente,
Padre e Figlio ✠ e Spirito Santo.
El pueblo responde:
Amén.
Despedida
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, despide
al pueblo con una de las fórmulas siguientes.
1
Pueden irse en paz.
2
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Vayan en paz.
3
Glorifiquen al Señor con sus vidas. Vayan en paz.
4
En el nombre del Señor, pueden irse en paz.
5Especialmente en los domingos de Pascua:
Anuncien
a todos la alegría del Señor resucitado.
Vayan
en paz.
El pueblo responde:
Demos
gracias a Dios.
Después el sacerdote besa con veneración el altar, como al comienzo,
y, hecha la debida reverencia con los ministros, se retira a la sacristía.
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