MENSAJE DE NAVIDAD DE MONS. RICARDO EZZATI A.,SDB
ARZOBISPO DE SANTIAGO
Diciembre de 2013.
La Navidad es Jesucristo:
"Sin Él, no hay luz,
No hay esperanza,
No hay amor,
No hay futuro".
(Benedicto XVI)
Para todos y cada uno, para quienes
celebran la fiesta de Navidad en el calor del hogar y para quienes estarán solos
y abandonados; para los niños y los jóvenes; los ancianos y los enfermos, para las
familias, feliz Navidad. Qué sea una fiesta de gozo y de paz.
"En Belén de Judá nos ha nacido
el Salvador": esta es la hermosa y esperanzadora noticia que llena este día: Dios ha venido a habitar entre
nosotros.
Hermanos y amigos,
Confiada y amistosamente, deseo
golpear la puerta de sus hogares, pidiéndoles, con humildad, que me dejen
entrar. Deseo anunciarles una buena noticia, la más hermosa y esperada noticia:
Dios ha visitado a su Pueblo. En Belén
nos ha nacido el Salvador, que es Cristo Jesús. Viene con el don de un amor
infinito, con ternura, paz y bondad. En Belén se ha manifestado la Luz que nos
ilumina, laVerdad que nos orienta en el camino y
la Vida abundante que anhelamos alcanzar. En Belén nos ha nacido la esperanza
que no engaña y el futuro mejor que deseamos alcanzar. Vayamos a Belén.
Vayamos a Belén como familia, como
comunidad, acompañemos a los pastores y a los sabios de Oriente; como María y José, detengámonos, asombrados, ante el misterio de Dios hecho hombre; con los
Ángeles cantemos la gloria de Dios y la paz para los hombres.
¿Qué le contaremos y qué le pediremos al Hijo
de Dios, recostado en el Pesebre?
Le diremos que en nuestra Patria hay
tanta bondad en el corazón de mucha gente; que la justicia y la solidaridad
siguen floreciendo en el alma de los hombres y mujeres de nuestras ciudades y campos;
que muchos jóvenes creen en un mundo más transparente y limpio y que trabajan
para globalizar la solidaridad; que, cada
día, numerosas mujeres amasan el pan de la comunión y del amor hogareño. Le podremos decir que muchos
ancianos y ancianas esperan serenamente el
cumplimiento de sus sueños, y que muchos niños y jóvenes desean
encontrar las puertas abiertas para su futuro.
Le contaremos también de la pobreza
que aún sufren muchos de nuestros hermanos y hermanas, del anhelo de los
jóvenes por una educación de mayor calidad; de la insuficiente respuesta
que ofrecemos a los niños y niñas
vulnerados en sus derechos; del dolor por los abusos cometidos. Le hablaremos
también de la tentación a la violencia que a veces empaña nuestra mirada, del consumismo
que intenta detener las aspiraciones más nobles y del compromiso de muchos para
avanzar en el camino de "humanizar y compartir con equidad el desarrollo
de Chile".
Silenciosamente, nos dirá que para
eso se ha hecho uno de nosotros, para eso ha venido a compartir su vida con la
nuestra: "No tengan miedo, yo estaré con Ustedes, todos los días, hasta el
final de los tiempos".
En la noche santa, delante del
Pesebre, pidamos que el Niño Dios nos colme de esperanza, de paz, y de ternura.
Pidamos que la violencia se venza con la fuerza del amor, que los malos
entendidos cedan paso a la reconciliación y que la prepotencia se transforme en
deseo de perdón, de colaboración y de servicio.
Qué la paz more en las familias y
cada hogar sea un recinto de respeto mutuo, de amor entrañable y de gozo por la
vida. Permitamos que "la alegría de la fe comience a despertarse, como una
secreta, pero firme confianza, aun en
medio de las peores angustias... El amor del Señor no se ha acabado, no se ha
agotado su ternura."(Papa Francisco en EG 6) El Mensaje de la Navidad,
contribuya a crear una profunda sensibilidad y compromiso para superar las
antiguas y nuevas pobrezas que nos aquejan, aportando con generosidad al bien
común.
Que los miembros de nuestras
comunidades, en especial, los niños y los ancianos, las personas más débiles y
desesperanzadas, enfermos, marginados y encarcelados, puedan sentir la caricia
de Dios y el calor humano de esta fiesta.
Para todos, feliz Navidad.
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