miércoles, 6 de mayo de 2015

Cómo ir a Misa y no perder la fe

Entrevista a Mons. Nicola Bux, autor de Cómo ir a Misa y no perder la fe -con la colaboración de Vittorio Messori- (Ed. Stella Maris)

Movimientos y Asociaciones
El rito, de hecho, ofrece el contenido de las verdades salvadoras, pero también se convierte en el lugar y en la forma en la que uno experimenta la presencia salvadora del Señor


Por: Luis Javier Moxó Soto | Fuente: Catholic.net







Monseñor Nicola Bux es un teólogo de gran renombre e influencia mundial. Consultor de la Oficina para la Doctrina de la Fe y de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice; profesor de Liturgia Comparada, vice-presidente del Instituto Ecuménico de Bari y asesor deCommunio. En este libro que hoy presentamos, realizado en colaboración con el periodista Vittorio Messori, explica en un tono divulgativo pero riguroso, no sólo qué es la Misa y su historia, sino también cómo deben los creyentes acudir a ella y qué no es lícito hacer o dejar de hacer en su celebración.


Mons. Bux, hay creyentes que están dolidos porque en muchas celebraciones del sacramento de la Eucaristía no se guardan las debidas normas litúrgicas, recogidas no sólo en el Misal Romano sino también en el Institutio Generalis (Ordenación General) del mismo obligado conocimiento por parte de párrocos,  y se preguntan si acaso bastase con inspeccionar (y en su caso, amonestar con caridad) más a los actuales celebrantes o cuidar mejor la formación de los futuros presbíteros. ¿Qué opina al respecto, por ejemplo, de la “libertad” respecto de cuatro casos concretos tales como: elección de la vestidura litúrgica propia del tiempo y del acto concreto, arrodillarse durante la Consagración y ante el Santísimo, declamación digna y con unción de las lecturas por personas preparadas, y selección apropiada de cantos y antífonas según los tiempos litúrgicos?


El desconocimiento generalizado de las normas litúrgicas, que lleva a 'deformaciones difíciles de soportar’- según la famosa frase de Benedicto XVI - está abierta a los abusos e incluso delitos contra el Santísimo Sacramento, se podría resolver sólo parcialmente con inspecciones, ya que en realidad, ha venido a menos la idea de la naturaleza de la liturgia sagrada como el culto debido a Dios (cf. Sacrosanctum Concilium SC = 5,11). 

Estamos mucho más allá de las adaptaciones culturales requeridas por la Constitución litúrgica que se han convertido en la llamada creatividad. Y esto se refleja también en la formación de los futuros sacerdotes. Sin embargo, en los seminarios emerge una nueva sensibilidad en muchos jóvenes e incluso algunos educadores, gracias al apostolado litúrgico vía web: esto debe ser considerado en toda su novedad e importancia, ya que permite el acceso al tesoro de la tradición litúrgica de la Iglesia. Esta es una señal de que el Señor, como siempre, hace nuevas todas las cosas. Algunos casos concretos: Declaro que, la verdadera libertad se ordena, ya que, como recuerda San Benito, no se puede anteponer cualquier cosa a la obra de Dios, es decir, al culto divino. El Señor va delante de todo, luego viene la verdad, y después la libertad. Además, a este punto de vista, responde la Instrucción “Redemptionis Sacramentus”, de la Congregación para el Culto Divino, sobre lo que debe tenerse en cuenta y ser evitado por la masa. Por lo tanto, no puede haber libertad de elección en los ornamentos litúrgicos, en el gesto de arrodillarse durante la consagración, en la elección de los lectores, en la selección de las antífonas de acuerdo con los tiempos litúrgicos. El rito, de hecho, ofrece el contenido de las verdades salvadoras, pero también se convierte en el lugar y en la forma en la que uno experimenta la presencia salvadora del Señor, porque "la revelación se convierte en liturgia" (cf. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 2007, p 356). 
En la liturgia, la fe y la doctrina son mediante el rito (la fidelidad a los ritos y a los textos auténticos de la Liturgia es una exigencia de la lex orandi que debe ajustarse a la lex credendi). El ritual, al final, marca el tiempo de la música y estructura el espacio del arte, lo que proporciona al hombre la capacidad de comunicarse con el Sagrado, por lo que posee una dimensión apostólica, misionera y apologética. La falta de lealtad al rito puede incluso afectar a la validez misma de los sacramentos (cf. Juan Pablo II, Vicesimus Quinto Annus, 1988), menoscabando en la liturgia los derechos de Dios y de los fieles. En el libro "Cómo ir a misa y no perder la fe", reporto el pensamiento de un amigo escritor: "Se debe definir el rito como una oración corporal, la oración del cuerpo, aquí se añade la oración del alma y en la que dicha alma experimenta esos estímulos, esa dirección, esa fuerza, que le son necesarias, permitiendo que el sentimiento puro se transforme en espíritu. Si la carne, como se indica en la profesión de fe, es llamada a la eternidad, entonces también puede orar " (M.Mosebach, Herejía del informe, Cantagalli, Siena 2009, p 235).


También hay no creyentes, o no del todo practicantes, que consideran que la Iglesia debiera abrirse o ser más tolerante para no exigir determinadas normas,  y agradecen por ejemplo que en la celebración de Matrimonio durante la Misa no se exija  haberse confesado para poder comulgar, lo mismo que a
la  hora de prepararse para la boda no se alargue mucho el cursilloprematrimonial. ¿Qué dice la Iglesia al respecto?



Joseph Ratzinger recordó el vínculo inseparable entre la ética y la religión, como se describe en las Sagradas Escrituras. De hecho, nadie podrá ir al cielo y ver a Dios si no es puro, entonces, en la tierra, no puede acercarse a su presencia, en la Eucaristía – promesa de la vida eterna  - sin antes ser purificado mediante la escucha de la Palabra de Dios y el sacramento de la penitencia. La manipulación en la liturgia acaba también por contaminar el campo moral, y viceversa. Conviene recordar que cuando se examina el ejercicio heroico de la virtud de un siervo de Dios en proceso de canonización  se verifica si había practicado la justicia para con Dios, cuya máxima expresión es dada por el culto debido a Dios: él tiene sus derechos (ver el estudio de Daniel Nigro, los derechos de Dios La liturgia después del Concilio Vaticano II, Sugarco, Milán 2012.); de la justicia con Dios, deriva la justicia para con los hombres. Por lo tanto, la ética está conectada con el culto, y ambos son "derechos" de Dios. ¿No dijo Jesús que primero debemos reconciliarnos con nuestro hermano y luego llevar la ofrenda al altar? Así pues, ¿como se puede imaginar el suspender las condiciones previstas para acercarse a la Sagrada Comunión  justo en el caso de los cónyuges? Es necesario admitir que en la catequesis y en la liturgia sacramental se ha eclipsado la primacía de la gracia divina (cf. SC 10): por esto se difunden tales opiniones. En cambio, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que los novios deben prepararse para el matrimonio con el sacramento de la penitencia (1622), porque, como Juan Pablo II escribió en el 'Exhortación apostólica Familiaris consortio, 67: "Como gesto sacramental de santificación, la celebración litúrgica del matrimonio [...] debe ser en sí misma válida, digna y fructífera."

Por parte de pequeños y grandes muchas veces se esgrime el motivo del aburrimiento en las homilías, o la exigencia excesiva de compromiso de los fieles por parte de algunos párrocos, para ausentarse de la práctica dominical de ir a Misa. ¿Hasta qué punto pueden darse por aceptables algunas de estas o parecidas justificaciones, y -sobre todo- es la mejor respuesta que cambien de templo si no les es posible vencer alguna de esas dificultades?



Los fieles católicos tienen el derecho a participar en la liturgia de la Iglesia católica: en el caso  de los latinos, las celebraciones especiales no deben socavar la unidad del Rito Romano (SC 38). El sacerdote es sólo un ministro de la Iglesia Católica que tiene este deber. Por lo tanto, los fieles tienen el derecho de ir a las iglesias donde se salvaguarda, así como el derecho a elegir el sacerdote para confesarse y  ser dirigido espiritualmente. La Iglesia Católica es universal, porque todo el mundo, por el fenómeno de la migración y la movilidad generalizada, debe permitir también a un español participar en la misa católica en Italia o en otro lugar en el mundo. Entre otras cosas, esta es una de las razones de la necesidad de preservar la lengua latina (SC 36), al menos en la oración eucarística y la oración de los sacerdotes. Pero ellos deben asegurarse de que en cada parroquia hay una celebración semanal de esta manera, en latín y en lengua vernácula, de manera que, en todas las partes del mundo, los fieles estén preparados.

Acerca de la forma de celebración del sacramento de la Eucaristía aceptada por la Iglesia Católica, quiero presentarle dos casos que interesan a nuestros lectores: ¿Cuál es la situación actual de la celebración de la Misa tradicional y la postura oficial de la Iglesia Católica respecto de la misma? Y segundo: ¿Cuál es la razón principal porque la recepción de la Holy Communion de la Iglesia de Inglaterra no es aceptada por la Iglesia católica de ningún modo, y ningún católico debe participar (o no es aconsejable su participación, menos su comunión, ni con espíritu ecuménico) en la misma?



La Misa, de forma extraordinaria , continúa propagándose en todo el mundo, tanto de Norte a Sur de América, como en Europa y en otros continentes ; se encuentra con la sensibilidad de muchos de los fieles, especialmente los jóvenes , gracias a internet : los expertos estiman que, dentro de diez años , el fenómeno se volverá impresionante. Esta forma de celebración tiene igual dignidad que la ordinaria y está regulada por el movimiento propio Summorum Pontificum y la Instrucción Universae Ecclesiae, en la víspera de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. En cuanto a la "Santa Comunión" administrada por los anglicanos , la razón es simple : al no tener sacerdotes válidamente ordenados la Eucaristía no es válida, es una simulación. De otra manera, deberían explicar la razón del éxodo cada vez mayor de tantos anglicanos a la Iglesia Católica, ahora regulada por la Constitución Anglicanorum Coetibus. El ecumenismo no puede ni debe ocultar esta verdad.

Muchas gracias, Mons. Bux, por sus respuestas tan clarificadoras. Quiero plantearle por último algo que muchos usuarios católicos de Internet nos preguntamos, acerca de las nuevas tecnologías y la incorporación de éstas a la celebración eucarística. ¿Será imaginable o factible, sin perder en dignidad sacramental, ir incorporando ciertos avances técnicos (como ya se hace con pantalla de proyecciones PowerPoint para el acompañamiento de cantos), tal como oración universal -u otros momentos de meditación-
participada por todos los fieles vía Internet? ¿O piensa que esto distraería el recogimiento propio de dicha celebración? ¿Se están estudiando o existen ya actualmente disposiciones o normas respecto de las posibilidades y limitaciones de la utilización de nuevas tecnologías en la Misa?


Se ha olvidado que la Constitución sobre la "Liturgia Sacrosanctum Concilium" dice que la comprensión de los fieles viene por los ritos y las oraciones (SC 48). Por lo tanto, no puede servir otro tipo de ‘participación activa’. Las nuevas tecnologías no pueden sustituir, sino que deben ayudar, no sólo a la comprensión del intelecto, sino del corazón, que es la "comprensión mística", porque la liturgia es un misterio. Por tanto, la Congregación para el Culto Divino tendrá que emitir su dictamen. Sin embargo, si se conviniese con la afirmación de que la descristianización actual es sobre todo obra de lo hecho anteriormente, y nace de un error de la mística -dijo Charles Péguy- es decir, de la abolición del misterio en el que opera la gracia, entonces, sería la causa eficiente "la eliminación del rito" que arrastra, en el colapso de la liturgia, doctrina y la experiencia de la fe y busca, como afirmó Benedicto XVI,  la crisis de la Iglesia. El remedio a esta situación y sus consecuencias sigue siendo el movimiento propio Summorum Pontificum: siguiendo la letra y el espíritu, se podrá reformar gradualmente la tendencia estática y intelectualoide en la liturgia postconciliar (cf. J.Ratzinger, Opera omnia, 11- Teología liturgia. -VIII. El desarrollo orgánico de la liturgia, Lev, 2010, p.788-794).
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