Entrevista a Mons.
Nicola Bux, autor de Cómo ir a Misa y no perder la fe -con la colaboración de
Vittorio Messori- (Ed. Stella Maris)
Movimientos y
Asociaciones
El rito, de hecho, ofrece
el contenido de las verdades salvadoras, pero también se convierte en el lugar
y en la forma en la que uno experimenta la presencia salvadora del Señor
Por: Luis Javier Moxó Soto | Fuente: Catholic.net
Por: Luis Javier Moxó Soto | Fuente: Catholic.net
Monseñor Nicola Bux es un teólogo de gran renombre e influencia mundial.
Consultor de la Oficina para la Doctrina de la Fe y de la Oficina de las
Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice; profesor de Liturgia Comparada,
vice-presidente del Instituto Ecuménico de Bari y asesor deCommunio. En
este libro que hoy presentamos, realizado en colaboración con el periodista
Vittorio Messori, explica en un tono divulgativo pero riguroso, no sólo qué es
la Misa y su historia, sino también cómo deben los creyentes acudir a ella y
qué no es lícito hacer o dejar de hacer en su celebración.
Mons. Bux, hay creyentes que están dolidos porque en muchas
celebraciones del sacramento de la Eucaristía no se guardan las debidas normas
litúrgicas, recogidas no sólo en el Misal Romano sino también en el Institutio
Generalis (Ordenación General) del mismo obligado conocimiento por
parte de párrocos, y se preguntan si acaso bastase con inspeccionar (y en
su caso, amonestar con caridad) más a los actuales celebrantes o cuidar mejor
la formación de los futuros presbíteros. ¿Qué opina al respecto, por ejemplo,
de la “libertad” respecto de cuatro casos concretos tales como: elección de la
vestidura litúrgica propia del tiempo y del acto concreto, arrodillarse durante
la Consagración y ante el Santísimo, declamación digna y con unción de las
lecturas por personas preparadas, y selección apropiada de cantos y antífonas
según los tiempos litúrgicos?
El desconocimiento generalizado de las normas litúrgicas, que lleva a
'deformaciones difíciles de soportar’- según la famosa frase de Benedicto XVI -
está abierta a los abusos e incluso delitos contra el Santísimo Sacramento, se
podría resolver sólo parcialmente con inspecciones, ya que en realidad, ha
venido a menos la idea de la naturaleza de la liturgia sagrada como el culto
debido a Dios (cf. Sacrosanctum Concilium SC = 5,11).
Estamos mucho más allá de
las adaptaciones culturales requeridas por la Constitución litúrgica que se han
convertido en la llamada creatividad. Y esto se refleja también en la formación
de los futuros sacerdotes. Sin embargo, en los seminarios emerge una nueva
sensibilidad en muchos jóvenes e incluso algunos educadores, gracias al
apostolado litúrgico vía web: esto debe ser considerado en toda su novedad e
importancia, ya que permite el acceso al tesoro de la tradición litúrgica de la
Iglesia. Esta es una señal de que el Señor, como siempre, hace nuevas todas las
cosas. Algunos casos concretos: Declaro que, la verdadera libertad se ordena,
ya que, como recuerda San Benito, no se puede anteponer cualquier cosa a la
obra de Dios, es decir, al culto divino. El Señor va delante de todo, luego
viene la verdad, y después la libertad. Además, a este punto de vista, responde
la Instrucción “Redemptionis Sacramentus”, de la Congregación para el Culto
Divino, sobre lo que debe tenerse en cuenta y ser evitado por la masa. Por lo
tanto, no puede haber libertad de elección en los ornamentos litúrgicos, en el
gesto de arrodillarse durante la consagración, en la elección de los lectores,
en la selección de las antífonas de acuerdo con los tiempos litúrgicos. El rito,
de hecho, ofrece el contenido de las verdades salvadoras, pero también se
convierte en el lugar y en la forma en la que uno experimenta la presencia
salvadora del Señor, porque "la revelación se convierte en liturgia"
(cf. Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 2007, p 356).
En la liturgia, la fe y la
doctrina son mediante el rito (la fidelidad a los ritos y a los textos
auténticos de la Liturgia es una exigencia de la lex orandi que
debe ajustarse a la lex credendi). El ritual, al final, marca el
tiempo de la música y estructura el espacio del arte, lo que proporciona al
hombre la capacidad de comunicarse con el Sagrado, por lo que posee una
dimensión apostólica, misionera y apologética. La falta de lealtad al rito
puede incluso afectar a la validez misma de los sacramentos (cf. Juan Pablo II,
Vicesimus Quinto Annus, 1988), menoscabando en la liturgia los derechos de Dios
y de los fieles. En el libro "Cómo ir a misa y no perder la fe",
reporto el pensamiento de un amigo escritor: "Se debe definir el rito como
una oración corporal, la oración del cuerpo, aquí se añade la oración del alma
y en la que dicha alma experimenta esos estímulos, esa dirección, esa fuerza,
que le son necesarias, permitiendo que el sentimiento puro se transforme en
espíritu. Si la carne, como se indica en la profesión de fe, es llamada a la
eternidad, entonces también puede orar " (M.Mosebach, Herejía del informe,
Cantagalli, Siena 2009, p 235).
También hay no creyentes, o no del todo practicantes, que consideran que
la Iglesia debiera abrirse o ser más tolerante para no exigir determinadas normas, y agradecen por ejemplo que en la celebración de Matrimonio
durante la Misa no se exija haberse confesado para poder comulgar, lo mismo que a
la hora de prepararse para la boda no se alargue mucho el cursilloprematrimonial. ¿Qué dice la Iglesia al respecto?
Joseph
Ratzinger recordó el vínculo inseparable entre la ética y la religión, como se
describe en las Sagradas Escrituras. De hecho, nadie podrá ir al cielo y ver a
Dios si no es puro, entonces, en la tierra, no puede acercarse a su presencia,
en la Eucaristía – promesa de la vida eterna - sin antes ser purificado
mediante la escucha de la Palabra de Dios y el sacramento de la penitencia. La
manipulación en la liturgia acaba también por contaminar el campo moral, y
viceversa. Conviene recordar que cuando se examina el ejercicio heroico de la
virtud de un siervo de Dios en proceso de canonización se verifica si
había practicado la justicia para con Dios, cuya máxima expresión es dada por
el culto debido a Dios: él tiene sus derechos (ver el estudio de Daniel Nigro,
los derechos de Dios La liturgia después del Concilio Vaticano II, Sugarco,
Milán 2012.); de la justicia con Dios, deriva la justicia para con los hombres.
Por lo tanto, la ética está conectada con el culto, y ambos son
"derechos" de Dios. ¿No dijo Jesús que primero debemos reconciliarnos
con nuestro hermano y luego llevar la ofrenda al altar? Así pues, ¿como se
puede imaginar el suspender las condiciones previstas para acercarse a la
Sagrada Comunión justo en el caso de los cónyuges? Es necesario admitir
que en la catequesis y en la liturgia sacramental se ha eclipsado la primacía
de la gracia divina (cf. SC 10): por esto se difunden tales opiniones. En
cambio, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que los novios deben
prepararse para el matrimonio con el sacramento de la penitencia (1622),
porque, como Juan Pablo II escribió en el 'Exhortación apostólica Familiaris
consortio, 67: "Como gesto sacramental de santificación, la celebración
litúrgica del matrimonio [...] debe ser en sí misma válida, digna y
fructífera."
Por parte de pequeños y grandes muchas veces se esgrime el motivo del
aburrimiento en las homilías, o la exigencia excesiva de compromiso de los
fieles por parte de algunos párrocos, para ausentarse de la práctica dominical
de ir a Misa. ¿Hasta qué punto pueden darse por aceptables algunas de estas o
parecidas justificaciones, y -sobre todo- es la mejor respuesta que cambien de
templo si no les es posible vencer alguna de esas dificultades?
Los
fieles católicos tienen el derecho a participar en la liturgia de la Iglesia
católica: en el caso de los latinos, las celebraciones especiales no
deben socavar la unidad del Rito Romano (SC 38). El sacerdote es sólo un
ministro de la Iglesia Católica que tiene este deber. Por lo tanto, los fieles
tienen el derecho de ir a las iglesias donde se salvaguarda, así como el
derecho a elegir el sacerdote para confesarse y ser dirigido
espiritualmente. La Iglesia Católica es universal, porque todo el mundo, por el
fenómeno de la migración y la movilidad generalizada, debe permitir también a
un español participar en la misa católica en Italia o en otro lugar en el
mundo. Entre otras cosas, esta es una de las razones de la necesidad de
preservar la lengua latina (SC 36), al menos en la oración eucarística y la
oración de los sacerdotes. Pero ellos deben asegurarse de que en cada parroquia
hay una celebración semanal de esta manera, en latín y en lengua vernácula, de
manera que, en todas las partes del mundo, los fieles estén preparados.
Acerca de la forma de celebración del sacramento de la Eucaristía
aceptada por la Iglesia Católica, quiero presentarle dos casos que interesan a
nuestros lectores: ¿Cuál es la situación actual de la celebración de la Misa
tradicional y la postura oficial de la Iglesia Católica respecto de la misma? Y
segundo: ¿Cuál es la razón principal porque la recepción de la Holy
Communion de la Iglesia de Inglaterra no es aceptada por la Iglesia
católica de ningún modo, y ningún católico debe participar (o no es aconsejable
su participación, menos su comunión, ni con espíritu ecuménico) en la misma?
La
Misa, de forma extraordinaria , continúa propagándose en todo el mundo, tanto
de Norte a Sur de América, como en Europa y en otros continentes ; se encuentra
con la sensibilidad de muchos de los fieles, especialmente los jóvenes ,
gracias a internet : los expertos estiman que, dentro de diez años , el
fenómeno se volverá impresionante. Esta forma de celebración tiene igual
dignidad que la ordinaria y está regulada por el movimiento propio Summorum
Pontificum y la Instrucción Universae Ecclesiae, en la víspera de la Comisión
Pontificia Ecclesia Dei. En cuanto a la "Santa Comunión" administrada
por los anglicanos , la razón es simple : al no tener sacerdotes válidamente
ordenados la Eucaristía no es válida, es una simulación. De otra manera,
deberían explicar la razón del éxodo cada vez mayor de tantos anglicanos a la
Iglesia Católica, ahora regulada por la Constitución Anglicanorum Coetibus. El
ecumenismo no puede ni debe ocultar esta verdad.
Muchas gracias, Mons. Bux, por sus respuestas tan clarificadoras. Quiero
plantearle por último algo que muchos usuarios católicos de Internet nos
preguntamos, acerca de las nuevas tecnologías y la incorporación de éstas a la
celebración eucarística. ¿Será imaginable o factible, sin perder en dignidad
sacramental, ir incorporando ciertos avances técnicos (como ya se hace con
pantalla de proyecciones PowerPoint para el acompañamiento de cantos), tal como
oración universal -u otros momentos de meditación-
participada por todos los fieles vía Internet? ¿O piensa que esto distraería el recogimiento propio de dicha celebración? ¿Se están estudiando o existen ya actualmente disposiciones o normas respecto de las posibilidades y limitaciones de la utilización de nuevas tecnologías en la Misa?
participada por todos los fieles vía Internet? ¿O piensa que esto distraería el recogimiento propio de dicha celebración? ¿Se están estudiando o existen ya actualmente disposiciones o normas respecto de las posibilidades y limitaciones de la utilización de nuevas tecnologías en la Misa?
Se ha
olvidado que la Constitución sobre la "Liturgia Sacrosanctum
Concilium" dice que la comprensión de los fieles viene por los ritos y las
oraciones (SC 48). Por lo tanto, no puede servir otro tipo de ‘participación
activa’. Las nuevas tecnologías no pueden sustituir, sino que deben ayudar, no
sólo a la comprensión del intelecto, sino del corazón, que es la
"comprensión mística", porque la liturgia es un misterio. Por tanto,
la Congregación para el Culto Divino tendrá que emitir su dictamen. Sin
embargo, si se conviniese con la afirmación de que la descristianización actual
es sobre todo obra de lo hecho anteriormente, y nace de un error de la mística
-dijo Charles Péguy- es decir, de la abolición del misterio en el que opera la
gracia, entonces, sería la causa eficiente "la eliminación del rito"
que arrastra, en el colapso de la liturgia, doctrina y la experiencia de la fe
y busca, como afirmó Benedicto XVI, la crisis de la Iglesia. El remedio a
esta situación y sus consecuencias sigue siendo el movimiento propio Summorum
Pontificum: siguiendo la letra y el espíritu, se podrá reformar gradualmente la
tendencia estática y intelectualoide en la liturgia postconciliar (cf.
J.Ratzinger, Opera omnia, 11- Teología liturgia. -VIII. El desarrollo orgánico
de la liturgia, Lev, 2010, p.788-794).
Fuente:
No hay comentarios:
Publicar un comentario