"Vosotras puertas de Sion, vosotras moradas de Jacob, alegraos", son las palabras del Salmo 87 que le inspiran a Bach el coro de apertura. Inicialmente, un tutti produce "una panoplia de música majestuosa, con fanfarrias de trompeta para honrar la presencia de la realeza, en el caso de la cantata secular. Aquí, en cambio, es a Dios a quien se rinde homenaje". (M. Young). Luego, los oboes y las cuerdas conjugan sus voces para prolongar el ambiente festivo. El segundo movimiento es un recitativo para soprano basado en el versículo del salmo 121, "El que guarda a Israel no se adormecerá ni dormirá". En el aria para soprano (III) el oboe y las cuerdas, sobre un ritmo solemne, acompañan la fervorosa plegaria de gratitud y de súplica. En el recitativo que viene enseguida, la contralto compara a Leipzig con Jesuralén; y a todas las ciudades del mundo, con la ciudad santa. En el aria para contralto (V), un oboe d'amore "obbligato" dibuja una dulce plegaria por la bendición del Señor. Y después del reconstruido recitativo para bajo, la cantata concluye con la repetición del coro inicial.
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