¡Queridos
hermanos y hermanas! ¡Buenos días!
Esta
mañana he hecho mi primera visita en una parroquia de la diócesis de Roma. Doy
gracias al Señor y os pido que recéis por mi servicio pastoral en esta Iglesia
de Roma, que tiene la misión de presidir en la caridad universal.
Hoy
es el Domingo de la Santísima Trinidad. La luz del tiempo pascual y de
Pentecostés renueva cada año en nosotros la alegría y el asombro de la fe:
reconozcamos que Dios no es algo vago, nuestro Dios no es un Dios spray, es
concreto, no es un abstracto, sino que tiene un nombre: "Dios es
amor". No un amor sentimental, emotivo, sino el amor del Padre que está al
origen de cada vida, el amor del Hijo que muere en la cruz y se eleva, el amor
del Espíritu que renueva al hombre y al mundo. Pensar que Dios es amor nos hace
tanto bien, porque nos enseña a amar, a darnos a los otros como Jesús se ha
dado a nosotros. Y camina con nosotros y Jesús que camina con nosotros en el
camino de la vida.
La
Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos, es el rostro con
el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino
caminando con la humanidad, y es precisamente Jesús que nos ha revelado al
Padre y nos que nos ha prometido al Espíritu Santo. Dios ha caminado con su
pueblo en la historia del pueblo de Israel. Y Jesús ha caminado siempre con
nosotros. Nos ha prometido el Espíritu Santo que es el fuego y nos enseña todo
eso que nosotros no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas
ideas y buenas inspiraciones.
Hoy
alabamos a Dios no por un misterio particular, sino por Él mismo, "por su
gloria inmensa", como dice el himno litúrgico. Lo alabamos y le damos
gracias porque es Amor, y porque nos llamar a entrar en el abrazo de su
comunión, que es vida eterna.
Confiamos
nuestra alabanza a las manos de la Virgen María. Ella, la más humilde entre las
criaturas, gracias a Cristo ya ha llegado a la meta del peregrinaje terreno:
está ya en la gloria de la Trinidad. Por esto, María nuestra madre, la Virgen
brilla para nosotros como signo de segura esperanza. Es la madre de la
esperanza, en nuestro camino, en nuestra vía es la madre de la esperanza, es la
madre también que nos consuela, la madre de la consolación y la madre que
nos acompaña en el camino.
Ahora
rezamos a la Virgen, todos juntos a nuestra madre que nos acompaña en el
camino.
Después
de la oración mariana, el santo padre ha añadido:
Queridos
hermanos y hermanas
Ayer,
en Palermo, fue proclamado Beato Don Giuseppe Puglisi, sacerdote y mártir,
asesinado por la mafia en 1993. Don Puglisi fue un sacerdote ejemplar, dedicado
especialmente a la pastoral juvenil. Educando a los jóvenes según el Evangelio
sacándoles de la mala vida, y así ésta ha tratado de derrotarlo asesinándolo.
En realidad, sin embargo, es él que ha vencido, con Cristo Resucitado. Pienso
en el dolor de tantos hombres y mujeres, también niños que son explotados por
tantas mafias, que les explotan, haciéndoles hacer un trabajo que les hace
esclavos, con la prostitución, con tantas presiones sociales. Detrás de estas
explotaciones, detrás de esta esclavitud, hay mafias. Recemos al Señor para que
convierta el corazón de estas personas. No pueden hacer esto, no pueden hacer
de nosotros hermanos, esclavos. Debemos rezar al Señor. Recemos para que estos
mafiosos y mafiosas se conviertan a Dios. Te alabamos Señor por este luminoso
testimonio, de don Giuseppe Puglisi.
Saludo
con afecto a todos los peregrinos presentes, las familias, los grupos
parroquiales venidos de Italia, España, Francia y muchos otros países. Saludo
en participar a la Asociación Nacional san Pablo de los Oradores y de los
Círculos Juveniles, nacida hace 50 años al servicio de los jóvenes. Queridos
amigos, san Filippo Neri, que hoy recordamos, y el beato Giuseppe Puglisi
apoyen vuestro compromiso. Saludo al grupo de católicos chinos aquí presentes,
que se han reunido en Roma para rezar por la Iglesia en China, invocando la
intercesión de María Auxiliadora.
Dirijo
un pensamiento a cuantos promueve la "Jornada del Socorro", en favor
de los enfermos que viven el tramo final de su camino terreno; como también la
Asociación Italiana de Esclerosis Múltiple. ¡Gracias por vuestro compromiso!
Saludo a la Asociación Nacional Arma de Caballería, y a los fieles de
Fiumecello, en Pádova.
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