miércoles, 3 de abril de 2013

El tiempo pascual



Cristo resucitó, y fueron arrojados los demonios, Cristo resucitó y los ángeles se regocijaron. Cristo resucitó y reinó la Vida. Cristo resucitó, y los sepulcros se vaciaron de los muertos. Porque Cristo habiendo resucitado de entre los muertos, fue el Primogénito de entre los muertos, a El sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos, amén."
(Homilía de San Juan Crisóstomo)


COLOR LITÚRGICO TIEMPO PASCUAL
BLANCO


a) El color blanco se emplea en los Oficios y en las Misas del Tiempo Pascual y de la Natividad del Señor; además, en las celebraciones del Señor, que no sean de su Pasión, de la bienaventurada Virgen María, de los Santos Ángeles, de los Santos que no fueron Mártires, en la solemnidad de Todos los Santos (1º de noviembre), en la fiesta de San Juan Bautista (24 de junio), en las fiestas de San Juan Evangelista (27 de diciembre), de la Cátedra de San Pedro (22 de febrero) y de la Conversión de San Pablo (25 de enero)
(INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO)

El blanco: simboliza la pureza y la alegría.
Se refiere a la virtud de la fe.
Es el color del gozo pascual, de la luz y de la vida.


El tiempo pascual


22. Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si  se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como «un gran domingo»12
Éstos son los días en los que principalmente se canta el Aleluya.

23. Los domingos de este tiempo son tenidos como domingos de Pascua y,  después del domingo de Resurrección, son denominados domingo II, III, IV, V,  VI, VII de Pascua; el domingo de Pentecostés clausura este sagrado tiempo de  cincuenta días.

24. Los ocho primeros días del tiempo pascual constituyen la octava de Pascua y se celebran como solemnidades del Señor.

25. A los cuarenta días de Pascua se celebra la Ascensión del Señor, a no ser  que se haya trasladado al VII domingo de Pascua, donde no sea día de precepto (cf. n. 7).

26. Las ferias que van desde la Ascensión hasta el sábado antes de  Pentecostés inclusive preparan para la venida del Espíritu Santo.

FUENTE: NORMAS UNIVERSALES SOBRE EL AÑO  LITÚRGICO Y SOBRE EL CALENDARIO
NOTAS
12 San Atanasio, Epist. fest. 1: PG 26, 1366


Octava de Pascua
-Misa propia para cada día.
-Es una evocación continua de la resurrección a través de las lecturas de las apariciones, narradas por los cuatro evangelistas.

LOS DOMINGOS Y FERIAS DE PASCUA


 Durante los domingos II-VII lineas líturgicas
-Mensaje pascual de la Resurreción de Jesucristo
- Alegría de la Iglesia por haber recuperado a su esposo
- Nueva vida de los renacidos por el Bautismo y accion del Espíritu Santo en la comunidad cristiana.

Los hechos de los apóstoles ocupan el lugar de  la lectura veterotestamentaria con la intención de mostrar en tres años de un modo paralelo y progresivo los diversos aspecto de la Iglesia primitiva.
El evangelio de san Juan continua durante el tiempo Pascual el relato  iniciado el lunes de la cuarta semana de Cuaresma
La segunda lectura se emplea la primera carta de san Pedro(Sabor Bautisma)ciclo A, la primera carta de san Juan,que insiste en la fe y el amor (ciclo B), y el Apocalipsis, con himnos al cordero degollado-sacrificado y las bodas de Cristo con su Iglesia (ciclo C)

Tema dominante del primer Domingo es el de las apariciones.
Segundo domingo el evangelio-idéntico en los tres ciclos, considera la fe y los signos de la Resurrección.
Tercer domingo trata de la teología del Resucitado,, desde la perspectiva del cumplimiento de las Escrituras(primera lectura de los tres ciclos y el el Evangelio de los ciclos A y B. 
Los demás se agrupan en torno a los efectos de la fe y de y de la Resurrección  Cristo buen Pastor de la Iglesia (cuarto Domingo), la caridad fraterna como expresión de la Iglesia mientras espera el retorno definitivo de su Esposo (quinto Domingo) venida y acción del Espíritu Santo (sexto domingo) y presencia-ausencia de Cristo(séptimo domingo)


4. Triduo sacro y tiempo pascual
a. SACRO TRIDUO PASCUAL

99. El Jueves santo, en la misa vespertina, el recuerdo del banquete que precedió al éxodo ilumina, de un modo especial, el ejemplo de Cristo lavando los pies de los discípulos y las palabras de Pablo sobre la institución de la Pascua cristiana en la eucaristía.

La acción litúrgica del Viernes santo llega a su momento culminante en el relato según san Juan de la pasión de aquel que, como el Siervo del Señor anunciado en el libro de Isaías, se ha convertido realmente en el único sacerdote al ofrecerse a sí mismo al Padre.

En la Vigilia pascual de la noche santa, se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, que recuerdan las maravillas de Dios en la historia de la salvación, y dos del Nuevo, a saber, el anuncio de la resurrección según los tres Evangelios sinópticos, y la lectura apostólica sobre el bautismo cristiano como sacramento de la resurrección de Cristo.
Para la misa del día de Pascua, se propone la lectura del Evangelio de san Juan sobre el hallazgo del sepulcro vacío. También pueden leerse, si se prefiere, los textos de los Evangelios propuestos para la noche santa, o, cuando hay misa vespertina, la narración de Lucas sobre la aparición a los discípulos que iban de camino hacia Emaús. La primera lectura se toma de los Hechos de los apóstoles, que se leen durante el tiempo pascual en vez de la lectura del Antiguo Testamento. La lectura del Apóstol se refiere al misterio de Pascua vivido en la Iglesia.

b. DOMINGOS
100. Hasta el domingo tercero de Pascua, las lecturas del Evangelio relatan las apariciones de Cristo resucitado. Las lecturas del buen Pastor están asignadas al cuarto domingo de Pascua. Los domingos quinto, sexto y séptimo de Pascua se leen pasajes escogidos del discurso y de la oración del Señor después de la última cena.

La primera lectura se toma de los Hechos de los apóstoles, en el ciclo de los tres años, de modo paralelo y progresivo; de este modo, cada año se ofrecen algunas manifestaciones de la vida, testimonio y progreso de la Iglesia primitiva.

Para la lectura apostólica, el año A se lee la primera carta de san
Pedro, el año B la primera carta de san Juan, el año C el Apocalipsis; estos textos están muy de acuerdo con el espíritu de una fe alegre y una firme esperanza, propio de este tiempo.

c. FERIAS
101. La primera lectura se toma de los Hechos de los apóstoles, como losdomingos, de modo semicontinuo. En el Evangelio, dentro de la Octava de Pascua, se leen los relatos de las apariciones del Señor. Después, se hace
una lectura semicontinua del Evangelio de san Juan, del cual se toman ahora los textos de índole más bien pascual, para completar así la lectura ya empezada en el tiempo de Cuaresma. En esta lectura pascual, o ocupan unagran parte el discurso y la oración del Señor después de la cena.
FUENTE: ORDENACIÓN DE LAS LECTURAS DE LA MISA PRINCIPIOS GENERALES PARA LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA PALABRA DE DIOS



EL SEÑOR HA RESUCITADO VERDADERAMENTE
Meditación para el día de pascua

¡Qué conmoción sacudiría al mundo si leyéramos un día en la prensa: «se ha descubierto una hierba medicinal contra la muerte»! Desde que la humanidad existe, se ha estado buscando tal hierba. Ella espera una medicina contra la muerte, pero, al mismo tiempo, teme a esa hierba. Sólo el hecho de que en una parte del mundo la esperanza de vida se haya elevado de 30 a 70 años ha creado ya problemas casi insolubles.
La iglesia nos anuncia hoy con triunfal alegría: esa hierba medicinal contra la muerte se ha encontrado ya. Existe una medicina contra la muerte y ha producido hoy su efecto: Jesús ha resucitado y no volverá ya a morir. Lo que es posible una vez, es fundamentalmente posible y así esta medicina vale para todos nosotros. Todos nosotros podemos hacernos cristianos con Cristo e inmortales. ¿Pero cómo? Esto debería ser nuestra pregunta más viva. Para encontrar la respuesta, debemos sobre todo preguntar: ¿cómo es que resucitó? Pero, sobre eso, se nos da una simple información que se nos confía a todos: él resucitó porque era no sólo un hombre, sino también hijo de Dios. Pero era también un hombre real y lo fue por nosotros. Y así sigue, por su propio peso, la próxima pregunta: ¿cómo aparece este «ser-hombre» que une con Dios y que debe ser el camino para todos nosotros? Y parece claro que Jesús vive toda su vida en contacto con Dios. La Biblia nos informa de sus noches pasadas en oración. Siempre queda claro esto: él se dirige al Padre. Las palabras del Crucificado no se nos refieren en los cuatro evangelios de un modo unitario, pero todos coinciden en afirmar que él murió orando. Todo su destino se halla establecido en Dios y se traduce así en la vida humana. Y siendo así las cosas, él respira la atmósfera de Dios: el amor. Y por ello es inmortal y se halla por encima de la muerte. Y ya tenemos las primeras aplicaciones a nosotros: nuestro pensar, sentir, hablar, el unir nuestra acción con la idea de Dios, el buscar la realidad de su amor, éste es el camino para entrar en el espacio de la inmortalidad.
Pero queda todavía otra pregunta. Jesús no era inmortal en el sentido en el que los hombres deseaban serlo desde tiempos inmemoriales, cuando buscaban la hierba contra la muerte. Él murió. Su inmortalidad tiene la forma de la resurrección de la muerte, que tuvo lugar primero. ¿Qué es lo que debe significar esto? El amor es siempre un hecho de muerte: en el matrimonio, en la familia, en la vida común de cada día. A partir de ahí, se explica el poder del egoísmo: él es una huida comprensible del misterio de la muerte, que se halla en el amor. Pero, al mismo tiempo, advertimos que sólo esa muerte que está en el amor hace fructificar; el egoísmo, que trata de evitar esa muerte, ese es el que precisamente empobrece y vacía a los hombres. Solamente el grano de trigo que muere fructifica.
El egoísmo destruye el mundo; él es la verdadera puerta de entrada de la muerte, su poderoso estímulo. En cambio, el Crucificado es la puerta de la vida. Él es el más fuerte que ata al fuerte. La muerte, el poder más fuerte del mundo, es, sin embargo, el penúltimo poder, porque en el Hijo de Dios el amor se ha mostrado como más fuerte. La victoria radica en el Hijo y cuanto más vivamos como él, tanto más penetrará en este mundo la imagen de aquel poder que cura y salva y que, a través de la muerte, desemboca en la victoria final: el amor crucificado de Jesucristo.
JOSEPH RATZINGER
EL ROSTRO DE DIOS
SÍGUEME. SALAMANCA-1983.Págs. 84 s.




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