«La reforma litúrgica fijada por el Concilio todavía no se ha llevado a la práctica», afirma el prelado
«Conviene señalar de forma expresa que la forma de la liturgia
postconciliar, con sus distorsiones y sus rupturas, no hay que atribuirla al
Concilio Vaticano II ni a su Constitución sobre la Liturgia, que todavía
realmente no ha sido llevada a la práctica».
Las
palabras son del cardenal Walter Brandmüller,
presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, historiador de
la Iglesia y
gran conocedor del Concilio Vaticano II, en una entrevista a Vatican Insider.
El
cardenal sigue en estos términos: «Del mismo modo, la retirada indiscriminada del latín y del canto gregoriano de
las celebraciones litúrgicas así como el haber cubierto casi todas las iglesias
con altares populares (cara al pueblo), todo ello, de ninguna manera se puede
basar en prescripciones del Concilio Vaticano II. Justo en este punto se ve, a
la vuelta de los años, la falta de sensibilidad en la dirección espiritual y de
sentido común pastoral en la reforma litúrgica».
La
denuncia de Brandmüller continúa:
«Piénsese por ejemplo en los excesos iconoclastas en las iglesias en el siglo
octavo, que dejaron sin raíces a multitud de creyentes. Sobre ello ya se ha
dicho casi todo. Ahora, mientras tanto, se está abriendo paso el conocimiento
de que la liturgia es una manifestación básica de la Iglesia, que sin duda está
sometida al desarrollo orgánico histórico, pero que no se decreta de forma
abrupta, como ha sucedido, per
ordre de mufti. Todavía estamos padeciendo las
consecuencias».
El
cardenal Brandmüller ha hecho estas declaraciones con motivo del 50 aniversario del Concilio Vaticano
II, que se celebrará el próximo 11 de octubre. En esa misma
fecha coincide el 20 aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica.
El Año de la Fe
En
este contexto, Benedicto XVI ha convocado El Año de la Fe,
«una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador
del mundo», que dará comienzo el mismo 11 de octubre de 2012 y terminará el 24
de noviembre de 2013, en la solemnidad de Cristo Rey.
El
mismo Benedicto XVI,
cuando era el cardenal Ratzinger,
en un libro-entrevista titulado Informe
sobre la fe, también denunció los abusos litúrgicos y las
graves consecuencias que han tenido en la vida de la Iglesia desde el Concilio
Vaticano II.
Brandmüller,
en el plano positivo, destacó dos frutos del Vaticano II: el mencionado Catecismo
de la Iglesia Católica, que según él jugará un papel semejante al que tuvo
el Catechismus Romanus (Catecismo Romano)tras el Concilio de
Trento, y el Código de Derecho Canónico.
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