La
obra que te ha encomendado el Padre
y
para la cual la Madre y Esposa
dio
su Sí,
no
te deja descansar 
hasta
que la hayas consumado
borrando
la deuda contraída por Adán.
No
puedes perder
ninguna
de tus pequeñas ovejas;
a
todas las conducirás victoriosamente a casa
para
que, cumpliendo el santo encargo del Padre
se
asemejen ellas a ti….
(Del libro Hacia el Padre nro 257.260, tercera estación. Siervo de Dios P. José Kentenich)
Por
eso, Madrecita, tomaré como propósito  particular desde hoy el  de pedir a tu Hijo, al iniciar y al terminar
el Vía Crucis, esa misma confianza y total abandono filial en los brazos del
Padre Celestial que le llevo a  Él hasta
el total sacrificio de su vida, aún 
cuando  mi destino fuera el mismo
suyo: la crucifixión  y todo sufrimiento.(Diario
IV-242, 3.4.58 Siervo de Dios Mario Hiriart Pulido)
Fotos: Representación del Vía Crucis, santuario
Cenáculo de Bellavista año 2013

















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