martes, 18 de marzo de 2014

San José esposo de la Virgen María Solemnidad

Don Jorge De Knoop Santelices que partió a la casa del padre el año pasado, nos motivaba cada año en la fiesta de san José, cada 19 de marzo, con documentos del padre José Kentenich sobre el esposo de la Santísima Virgen Maria, Para él sólo agradecimiento y que descanse en Jesús y María. Para su familia mucho consuelo y tranquilidad


SAN JOSÉ, NUESTRO PADRE Y PATRONO
            Plática del Padre José Kentenich (1929)

San José es el patrono de la vida interior, pero también es el patrono de las preocupaciones materiales. ¿Podemos agradecerle que, hasta ahora, nos haya cuidado y se haya preocupado fielmente de nosotros en esos dos sentidos?

    1.    SAN JOSÉ, PATRONO DE LA VIDA INTERIOR

Como patrono de la vida interior, ciertamente nos ha conducido hasta muy adentro del arca de los tesoros de la vida sobrenatural. Nuestra tarea más grande y hermosa, y también nuestro mayor éxito, ha sido y es hasta ahora que, poco a poco, hayamos sentido y vivido, cada vez más profundamente, el maravilloso mundo de la vida sobrenatural. Por cierto, todas las gracias conseguidas se las agradecemos, en primer lugar y en la mayoría de las veces, a nuestra querida Madre de Dios. Pero si las cosas que se hacen aquí en la tierra con espíritu sobrenatural se toman en cuenta en el cielo, y si, por ende, san José nos ha respondido allá en lo alto, aceptando haber sido elegido por nosotros como segundo patrono, entonces también podemos admitir con certeza que él se ha acreditado entre nosotros como patrono de la vida interior.
En esto consiste precisamente lo maravilloso que queremos y pretendemos alcanzar; que en este tiempo paganizado constituyamos un oasis donde el Señor y la Santísima Virgen puedan pasearse con gusto. ¿Y quién deberá amparar y proteger este paraíso? ¡Nuestro segundo patrono, san José! Sí, le estamos agradecidos, como si ya hubiese cumplido esa misión futura, que iniciara el año pasado con tal abundancia de frutos y con tanta maestría.

    2.    SAN JOSÉ, PATRONO DE LAS PREOCUPACIONES MATERIALES

Pero no creo que haya sido su actividad durante el año pasado, como patrono de la vida interior, la que nos haya motivado a sacarlo un poco del rincón. Fue más bien la necesidad material, la preocupación por conseguir una casa…, por todos los gastos… San José, que durante su vida llevó sobre sus hombros tantas preocupaciones materiales por el bienestar físico de la Madre y del Niño, posee también una fina comprensión de nuestras propias necesidades materiales. Por eso, a él le incumbe principalmente cuidar de nosotros en lo que respecta a dinero y salud…
Cuidemos entonces de que san José salga lo más posible de su rincón. Pero procuremos también de no pensar en él únicamente cuando la casa se incendia, cuando existe una necesidad. Seamos agradecidos de corazón, no sólo por lo que recibimos, sino también como si ya hubiésemos recibido de él, en medida sobreabundante, las gracias y dones futuros, la gracia de la vida interior y también los dones de orden natural. El fundamento de una sana vida interior es una vida adecuadamente libre de “preocupaciones”. (Ver Mt 6, 25ss)

    3.    SAN JOSÉ CON LA AZUCENA Y EL NIÑO EN SUS BRAZOS

A san José se le representa con el Niño en los brazos o con la azucena. Ésas son las dos direcciones según las cuales él quiere actuar en nuestra vida interior.
¡La azucena! Así lo ven ustedes aquí. ¿Qué tiene que decirnos la azucena? ¿Y el Niño en brazos? ¿Cuál es el deseo ferviente de nuestro corazón? Cuando logramos encarnar en nuestra vida esta imagen de san José, cuando hacemos realidad estas palabras: ¡Conserva la azucena! “Serva lilia”, cuando dejamos que san José a menudo nos pase el Niño, cuando profesamos un amor sincero y profundo a la azucena y al rey de las azucenas, a Cristo Jesús, entonces no deberemos temer a nada en el futuro.
“¡Busquen primero el Reino de Dios y todo lo demás se les dará por añadidura!”. Sí, esto es seguro. Nunca nos derrumbaremos a causa de las dificultades materiales si encarnamos en nuestra vida la imagen de san José. Por eso, también durante la santa Misa, traten de dirigir hacia san José los sentimientos de acción de gracias que resuenan en la liturgia…
Agreguemos a la acción de gracias una sincera súplica a san José, que también es nuestro padre de familia, para que use su cetro de la misma manera como lo usó en la Sagrada Familia. Entonces le fue fácil, porque en su familia tenía a dos miembros concebidos sin mancha, que no sabían nada del aguijón del pecado original, de la concupiscencia. Y además eran sólo dos. En cambio, nosotros tenemos el pecado original. En alguna forma todos, cual más cual menos, llevamos la carga de este pecado. Y no somos sólo dos. Pronto podremos decir: “¿Quién conoce por sus nombres los pueblos que aquí se han reunido como huéspedes?”. ¡Cómo ha ampliado Dios la casa de nuestra Familia! Crecemos cada vez más, hasta formar un árbol robusto que extiende sus ramas más y más al interior de la vida.
San José tiene aquí una difícil tarea. Pero ahora está también en el cielo donde tiene por compañera a la Madre de Dios. El Señor sabe también proporcionarle alegría. Por eso, el segundo sentimiento de este día debe ser una petición del corazón. Si queremos limitarnos a la acción de gracias, es más conveniente dar gracias por lo que él nos ha regalado de cálido espíritu de familia; y dar gracias como si él ya hubiera eternizado este espíritu de familia en nuestro pequeño círculo mientras estamos con vida y, también, más allá del término de nuestra vida.




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