Don Jorge
De Knoop Santelices que partió a la casa del padre el año pasado, nos motivaba
cada año en la fiesta de san José, cada 19 de marzo, con documentos del padre
José Kentenich sobre el esposo de la Santísima Virgen Maria, Para él sólo
agradecimiento y que descanse en Jesús y María. Para su familia mucho consuelo
y tranquilidad
SAN JOSÉ, NUESTRO PADRE Y PATRONO
Plática del Padre José Kentenich (1929)
San José es el
patrono de la vida interior, pero también es el patrono de las
preocupaciones materiales. ¿Podemos agradecerle que, hasta ahora, nos
haya cuidado y se haya preocupado fielmente de nosotros en esos dos sentidos?
1. SAN
JOSÉ, PATRONO DE LA VIDA INTERIOR
Como patrono
de la vida interior, ciertamente nos ha conducido hasta muy adentro del arca
de los tesoros de la vida sobrenatural. Nuestra tarea más grande y hermosa, y
también nuestro mayor éxito, ha sido y es hasta ahora que, poco a poco, hayamos
sentido y vivido, cada vez más profundamente, el maravilloso mundo de la vida
sobrenatural. Por cierto, todas las gracias conseguidas se las agradecemos, en
primer lugar y en la mayoría de las veces, a nuestra querida Madre de Dios.
Pero si las cosas que se hacen aquí en la tierra con espíritu sobrenatural se
toman en cuenta en el cielo, y si, por ende, san José nos ha respondido allá en
lo alto, aceptando haber sido elegido por nosotros como segundo patrono,
entonces también podemos admitir con certeza que él se ha acreditado entre
nosotros como patrono de la vida interior.
En esto consiste
precisamente lo maravilloso que queremos y pretendemos alcanzar; que en este
tiempo paganizado constituyamos un oasis donde el Señor y la Santísima Virgen
puedan pasearse con gusto. ¿Y quién deberá amparar y proteger este paraíso?
¡Nuestro segundo patrono, san José! Sí, le estamos agradecidos, como si ya
hubiese cumplido esa misión futura, que iniciara el año pasado con tal
abundancia de frutos y con tanta maestría.
2. SAN
JOSÉ, PATRONO DE LAS PREOCUPACIONES MATERIALES
Pero no creo que
haya sido su actividad durante el año pasado, como patrono de la vida interior,
la que nos haya motivado a sacarlo un poco del rincón. Fue más bien la
necesidad material, la preocupación por conseguir una casa…, por todos los
gastos… San José, que durante su vida llevó sobre sus hombros tantas
preocupaciones materiales por el bienestar físico de la Madre y del Niño, posee
también una fina comprensión de nuestras propias necesidades materiales. Por
eso, a él le incumbe principalmente cuidar de nosotros en lo que respecta a
dinero y salud…
Cuidemos entonces
de que san José salga lo más posible de su rincón. Pero procuremos también de
no pensar en él únicamente cuando la casa se incendia, cuando existe una
necesidad. Seamos agradecidos de corazón, no sólo por lo que recibimos, sino también
como si ya hubiésemos recibido de él, en medida sobreabundante, las gracias y
dones futuros, la gracia de la vida interior y también los dones de orden
natural. El fundamento de una sana vida interior es una vida adecuadamente
libre de “preocupaciones”. (Ver Mt 6,
25ss)
3. SAN
JOSÉ CON LA AZUCENA Y EL NIÑO EN SUS BRAZOS
A san José se le
representa con el Niño en los brazos o con la azucena. Ésas son las dos
direcciones según las cuales él quiere actuar en nuestra vida interior.
¡La azucena! Así lo
ven ustedes aquí. ¿Qué tiene que decirnos la azucena? ¿Y el Niño en brazos?
¿Cuál es el deseo ferviente de nuestro corazón? Cuando logramos encarnar en
nuestra vida esta imagen de san José, cuando hacemos realidad estas palabras:
¡Conserva la azucena! “Serva lilia”, cuando dejamos que san
José a menudo nos pase el Niño, cuando profesamos un amor sincero y profundo a
la azucena y al rey de las azucenas, a Cristo Jesús, entonces no deberemos
temer a nada en el futuro.
“¡Busquen primero
el Reino de Dios y todo lo demás se les dará por añadidura!”. Sí, esto es
seguro. Nunca nos derrumbaremos a causa de las dificultades materiales si
encarnamos en nuestra vida la imagen de san José. Por eso, también durante la
santa Misa, traten de dirigir hacia san José los sentimientos de acción de
gracias que resuenan en la liturgia…
Agreguemos a la
acción de gracias una sincera súplica a san José, que también es nuestro padre
de familia, para que use su cetro de la misma manera como lo usó en la Sagrada
Familia. Entonces le fue fácil, porque en su familia tenía a dos miembros
concebidos sin mancha, que no sabían nada del aguijón del pecado original, de
la concupiscencia. Y además eran sólo dos. En cambio, nosotros tenemos el
pecado original. En alguna forma todos, cual más cual menos, llevamos la carga
de este pecado. Y no somos sólo dos. Pronto podremos decir: “¿Quién conoce por
sus nombres los pueblos que aquí se han reunido como huéspedes?”. ¡Cómo ha
ampliado Dios la casa de nuestra Familia! Crecemos cada vez más, hasta formar
un árbol robusto que extiende sus ramas más y más al interior de la vida.
San José tiene aquí
una difícil tarea. Pero ahora está también en el cielo donde tiene por
compañera a la Madre de Dios. El Señor sabe también proporcionarle alegría. Por
eso, el segundo sentimiento de este día debe ser una petición del corazón. Si
queremos limitarnos a la acción de gracias, es más conveniente dar gracias por
lo que él nos ha regalado de cálido espíritu de familia; y dar gracias como si
él ya hubiera eternizado este espíritu de familia en nuestro pequeño círculo
mientras estamos con vida y, también, más allá del término de nuestra vida.
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