Monseñor Héctor Gallardo: El Año de la Fe es un regalo para nuestra
Arquidiócesis
Únase al acto de inauguración en la procesión de la Virgen del Carmen este domingo 30 de septiembre, a partir de las 15:30 horas en la Catedral Metropolitana. La ruta esta vez llevará a la imagen de la patrona de Chile hasta el Museo de Bellas Artes donde se celebrará una liturgia.
Por Paz Escárate
Este domingo 30 de septiembre, durante la procesión de la Virgen del Carmen, se iniciará el Año de la Fe en la Arquidiócesis de Santiago. Once días antes que en Roma, la Vicaría General de Pastoral decidió inaugurar este tiempo de gracia de la mano de la Virgen del Carmen para profundizar, renovar y anunciar la fe que profesamos
¿Cómo recibe nuestra Arquidiócesis la invitación del Papa a vivir un Año de la Fe?
Para la Iglesia de Santiago es un regalo, porque nos va a permitir profundizar en el proceso pastoral que hemos ido siguiendo hace un tiempo.
¿Qué significa que desde octubre de este año a noviembre del próximo año la Iglesia nos invite a dedicar este periodo a la fe?
El Año de la Fe significa abrir puertas para encontrarse con el Señor. Nosotros durante este camino pastoral hemos ido abriendo algunas. Hemos abierto la puerta de la escritura para encontrarnos con Jesucristo. Hemos abierto la puerta de la Eucaristía para encontrarnos con el Señor. Hemos abierto la puerta de la vida comunitaria para encontrarnos con el Señor en los hermanos. Hemos abierto la puerta de la solidaridad para encontrarnos con el Cristo que más necesita y con la misión.
Este año el Santo Padre invita a la Iglesia Universal a renovar y profundizar la fe. Este es un momento adecuado para la Iglesia de Santiago, que ha vivido este proceso, entrecon mayor fuerza a comprender, amar, renovar y profundizar esta fe que profesamos.
Monseñor, ¿qué espera de las parroquias de Santiago para este Año de la Fe?
Ellas están en un proceso muy hermoso que es la renovación de su vida parroquial y comunitaria. Siempre para encontrarse con el Señor hay que hacerlo junto a otros. Nadie se va a salvar solo. Entonces renovar la vida comunitaria, renovar la fe junto a otros, va a ayudar a profundizar la fe y renovar la parroquia.
Cuando en una parroquia comienzan a juntarse pequeños grupos de reflexión de la Palabra; cuando comienzan a reunirse pequeños equipos que hacen acciones en favor de otros, la vida de la parroquia se va haciendo misionera.
¿Cuáles debiesen ser los frutos de este tiempo en las parroquias?
Si vivimos bien el Año de la Fe, es decir, si profundizamos en lo que el Señor Jesús nos invita, vamos a renovar la parroquia y vamos a ser una Iglesia más misionera, porque una parroquia que se toma en serio la Palabra de Dios, la reflexiona, la medita y la hace suya, necesariamente se va a transformar en una parroquia que no va a poder contener en su corazón la Palabra de Dios y va a salir a anunciarla. Una parroquia que celebra bien la Eucaristía, necesariamente va a celebrar de una manera muy hermosa y va a atraer a otras personas. Profundizar la fe es un imán que hace que todo se renueve.
Los jóvenes son una prioridad para la Iglesia Católica en Chile ¿cuál es el llamado dedicado a ellos en este Año de la Fe?
En este tiempo de la Misión Joven, ellos están invitados a renovar la fe y hacerlo desde lo que ellos son. Por ejemplo, cómo en su ardor juvenil son capaces de anunciar el Evangelio, cómo con su fuerza tienen la capacidad de ayudar a otros. La Misión Joven es renovar la vida juvenil desde la perspectiva de la fe y anunciar a otros, a los amigos más lejanos, el Evangelio.
En este sentido, ¿qué rol juegan los diálogos de esperanza protagonizados por los más jóvenes con las personas que están alejadas de la Iglesia?
La Misión Joven se ha distinguido por entrar en diálogo con. La invitación es a transformar las dinámicas. Por ejemplo, uno tiene amigos que no son necesariamente cercanos a la Iglesia y conversamos con ellos de todo, pero pocas veces hablamos de las cosas de Dios y si hablamos, discutimos, entonces el desafío es hacer que estas conversaciones puedan ser elementos que nos ayuden a construir lazos de amistad y que sean ciertamente encuentros evangelizadores.
Más allá de la conmemoración de los 50 años de inicio del Concilio Vaticano II y de los 25 del Catecismo, ¿qué hay en el corazón del Papa que llama a vivir un Año de la Fe?
Lo dice él mismo en su carta Porta Fide. Señala que los cristianos nos preocupamos de las consecuencias sociales de nuestra fe y eso es importante, pero presuponemos que el mundo tiene fe y eso es algo que no se debe presuponer, porque incluso nuestra época contradice la fe. Celebrar este año de gracia significa, por una parte, que los cristianos podamos profundizar, renovar y también crecer en la capacidad de anunciar nuestra fe. Este tiempo también nos hace mirar a aquellos que se han alejado de nosotros, para que sepamos dialogar con los que –por diversas razones- están en la vereda del frente y que nos miran extrañados por las cosas que hacemos. Esto significa dialogar con los artistas, con los científicos, con los músicos, en definitiva dialogar con la cultura.
Este domingo 30 de septiembre, durante la procesión de la Virgen del Carmen, se iniciará el Año de la Fe en la Arquidiócesis de Santiago. Once días antes que en Roma, la Vicaría General de Pastoral decidió inaugurar este tiempo de gracia de la mano de la Virgen del Carmen para profundizar, renovar y anunciar la fe que profesamos
¿Cómo recibe nuestra Arquidiócesis la invitación del Papa a vivir un Año de la Fe?
Para la Iglesia de Santiago es un regalo, porque nos va a permitir profundizar en el proceso pastoral que hemos ido siguiendo hace un tiempo.
¿Qué significa que desde octubre de este año a noviembre del próximo año la Iglesia nos invite a dedicar este periodo a la fe?
El Año de la Fe significa abrir puertas para encontrarse con el Señor. Nosotros durante este camino pastoral hemos ido abriendo algunas. Hemos abierto la puerta de la escritura para encontrarnos con Jesucristo. Hemos abierto la puerta de la Eucaristía para encontrarnos con el Señor. Hemos abierto la puerta de la vida comunitaria para encontrarnos con el Señor en los hermanos. Hemos abierto la puerta de la solidaridad para encontrarnos con el Cristo que más necesita y con la misión.
Este año el Santo Padre invita a la Iglesia Universal a renovar y profundizar la fe. Este es un momento adecuado para la Iglesia de Santiago, que ha vivido este proceso, entrecon mayor fuerza a comprender, amar, renovar y profundizar esta fe que profesamos.
Monseñor, ¿qué espera de las parroquias de Santiago para este Año de la Fe?
Ellas están en un proceso muy hermoso que es la renovación de su vida parroquial y comunitaria. Siempre para encontrarse con el Señor hay que hacerlo junto a otros. Nadie se va a salvar solo. Entonces renovar la vida comunitaria, renovar la fe junto a otros, va a ayudar a profundizar la fe y renovar la parroquia.
Cuando en una parroquia comienzan a juntarse pequeños grupos de reflexión de la Palabra; cuando comienzan a reunirse pequeños equipos que hacen acciones en favor de otros, la vida de la parroquia se va haciendo misionera.
¿Cuáles debiesen ser los frutos de este tiempo en las parroquias?
Si vivimos bien el Año de la Fe, es decir, si profundizamos en lo que el Señor Jesús nos invita, vamos a renovar la parroquia y vamos a ser una Iglesia más misionera, porque una parroquia que se toma en serio la Palabra de Dios, la reflexiona, la medita y la hace suya, necesariamente se va a transformar en una parroquia que no va a poder contener en su corazón la Palabra de Dios y va a salir a anunciarla. Una parroquia que celebra bien la Eucaristía, necesariamente va a celebrar de una manera muy hermosa y va a atraer a otras personas. Profundizar la fe es un imán que hace que todo se renueve.
Los jóvenes son una prioridad para la Iglesia Católica en Chile ¿cuál es el llamado dedicado a ellos en este Año de la Fe?
En este tiempo de la Misión Joven, ellos están invitados a renovar la fe y hacerlo desde lo que ellos son. Por ejemplo, cómo en su ardor juvenil son capaces de anunciar el Evangelio, cómo con su fuerza tienen la capacidad de ayudar a otros. La Misión Joven es renovar la vida juvenil desde la perspectiva de la fe y anunciar a otros, a los amigos más lejanos, el Evangelio.
En este sentido, ¿qué rol juegan los diálogos de esperanza protagonizados por los más jóvenes con las personas que están alejadas de la Iglesia?
La Misión Joven se ha distinguido por entrar en diálogo con. La invitación es a transformar las dinámicas. Por ejemplo, uno tiene amigos que no son necesariamente cercanos a la Iglesia y conversamos con ellos de todo, pero pocas veces hablamos de las cosas de Dios y si hablamos, discutimos, entonces el desafío es hacer que estas conversaciones puedan ser elementos que nos ayuden a construir lazos de amistad y que sean ciertamente encuentros evangelizadores.
Más allá de la conmemoración de los 50 años de inicio del Concilio Vaticano II y de los 25 del Catecismo, ¿qué hay en el corazón del Papa que llama a vivir un Año de la Fe?
Lo dice él mismo en su carta Porta Fide. Señala que los cristianos nos preocupamos de las consecuencias sociales de nuestra fe y eso es importante, pero presuponemos que el mundo tiene fe y eso es algo que no se debe presuponer, porque incluso nuestra época contradice la fe. Celebrar este año de gracia significa, por una parte, que los cristianos podamos profundizar, renovar y también crecer en la capacidad de anunciar nuestra fe. Este tiempo también nos hace mirar a aquellos que se han alejado de nosotros, para que sepamos dialogar con los que –por diversas razones- están en la vereda del frente y que nos miran extrañados por las cosas que hacemos. Esto significa dialogar con los artistas, con los científicos, con los músicos, en definitiva dialogar con la cultura.
Fuente: Comunicaciones Santiago www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 25/09/2012
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