Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

miércoles, 12 de septiembre de 2012

LITURGIA SAN JUAN CRISOSTOMO OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA 13 DE SEPTIEMBRE 2012



JUEVES 13
San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia (MO). Blanco.


Nació en Antioquía, de padres cristianos, hacia el año 349. Su madre era un modelo de virtud. Estudió retórica bajo Libanius, el mas famoso orador de su época y en el 374 comenzó una vida de anacoreta en las montañas. En el 386, su mala salud le forzó a regresar a Antioquia. Allí fue ordenado sacerdote.  Ejerció, con gran provecho, el ministerio de la predicación.

El año 397 fue elegido obispo de Constantinopla, cargo en el que se comportó como un pastor ejemplar, esforzándose por llevar a cabo una estricta reforma de las costumbres del clero y de los fieles. 

Su rectitud en proclamar y defender la verdad le ganó muchos enemigos. La oposición de la corte imperial y de los envidiosos maquinaron acusasiones contra el y lo llevaron dos veces al destierro y eventualmente a Pythius en la periferia del imperio. Uno de sus enemigos, Theophilus, Patriarca de Alejandría, se arrepintió antes de su muerte.  Otro enemigo era la emperadora Eudoxia.  

Tuvo el consuelo de contar siempre con el apoyo del Papa y llevó todas las tribulaciones con gran valentía y fe.

Acabado por tantas miserias, murió en Comana, en el Ponto, el día 14 de septiembre del año 407. Contribuyó en gran manera, por su palabra y escritos, al enriquecimiento de la doctrina cristiana, mereciendo el apelativo de Crisóstomo, es decir, «Boca de oro».







ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Dn 12, 3
Los sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, lucirán como las es­trellas, por toda la eternidad. 

Da 12,3 Qui docti fúerint, fulgébunt quasi splendor firmaménti, et qui ad iustítiam erúdiunt multos, quasi stellæ in perpétuas æternitátes. 
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, fortaleza de los que en ti esperan, que hiciste brillar al obispo san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su firmeza en las tribu­laciones, concédenos que, instruidos por su enseñanza, seamos confortados por el ejemplo de su inquebrantable pa­ciencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Deus, in te sperántium fortitúdo, qui beátum Ioánnem Chrysóstomum epíscopum mira eloquéntia et tribulatiónis experiménto claréscere voluísti, da nobis, quæsumus, ut, eius doctrínis erudíti, invíctæ patiéntiæ roborémur exémplo. Per Dóminum.
  
ALELUYA 1Jn 4, 12
Aleluya. Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Aleluya. 

EVANGELIO Lc 6, 27-36
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le nie­gues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios todopoderoso, recibe con agra­do este sacrificio que te ofrecemos en la fiesta de san Juan Crisóstomo; que sus enseñanzas nos impulsen a alabarte con todo nuestro ser. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Sacrifícium tibi pláceat, Deus, in commemoratióne beáti Ioánnis Chrysóstomi libénter exhíbitum, quo monénte, nos étiam totos tibi réddimus collaudántes. Per Christum.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. 1Cor 1, 23-24
Nosotros predicamos a Cristo crucifica­do, fuerza y sabiduría de Dios. 

Nos prædicámus Christum crucifíxum, Christum, Dei virtútem et Dei sapiéntiam.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios misericordioso, que el sacramento recibido en la con­memoración de san Juan Crisóstomo, nos confirme en tu amor y nos convier­ta en fieles testigos de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Concéde, miséricors Deus, ut mystéria, quæ pro beáti Ioánnis Chrysóstomi commemoratióne súmpsimus, nos in tua caritáte confírment, et tuæ fidéles confessóres veritátis effíciant. Per Christum.

 ESCRITO:


SEGUNDA LECTURA
De la catequesis de
San Juan Crisóstomo, Obispo (Catequesis 3, 13-19:  SCh 50, 174-177)

El valor de la sangre de Cristo
¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo?  Remontémonos a las figuras que profetizaron y recorramos las antiguas Escrituras.
Inmolad ­­–dice Moisés­- un cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos jambas y el dintel de la casa.  «¿Qué dices Moisés?  La sangre de un cordero irracional, ¿puede salvar a los hombre dotados de razón?»  «Sin duda –responde Moisés-:  no porque se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la sangre del Señor.»
Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica, ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.

¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre?  Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente.  Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor.  Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio. Uno de los soldados se acercó con la lanza y le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre:  agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía.  El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada.  Esto fue lo que ocurrió con el cordero:  los judíos sacrificaron el cordero, y yo recibo el fruto del sacrificio.
Del costado salió sangre y agua.  No quiero, amado oyente, que pases con indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte aún otra interpretación mística.  He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía.  Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia:  con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado ambos del costado.  Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva.

Por esta misma razón, afirma San Pablo:  Somos miembros de su cuerpo, formado de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo.  Pues del mismo modo que Dios hizo a la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio el agua y la sangre salida de su costado, para edificar la Iglesia.  Y de la misma manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía, así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
Mirad de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué alimento la nutre.  Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos.  De la misma manera que la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a alimentar con su propia sangre, y con su leche a aquel a quien ha dado a luz, así también Cristo alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes Él mismo ha hecho renacer. 

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