JUEVES
13
San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia (MO). Blanco.
El año 397 fue elegido obispo de Constantinopla, cargo en el que se comportó como un pastor ejemplar, esforzándose por llevar a cabo una estricta reforma de las costumbres del clero y de los fieles.
Su rectitud en proclamar y defender la verdad le ganó muchos enemigos. La oposición de la corte imperial y de los envidiosos maquinaron acusasiones contra el y lo llevaron dos veces al destierro y eventualmente a Pythius en la periferia del imperio. Uno de sus enemigos, Theophilus, Patriarca de Alejandría, se arrepintió antes de su muerte. Otro enemigo era la emperadora Eudoxia.
Tuvo el consuelo de contar siempre con el apoyo del Papa y llevó todas las tribulaciones con gran valentía y fe.
Acabado por tantas miserias, murió en Comana, en el Ponto, el día 14 de septiembre del año 407. Contribuyó en gran manera, por su palabra y escritos, al enriquecimiento de la doctrina cristiana, mereciendo el apelativo de Crisóstomo, es decir, «Boca de oro».
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Dn 12, 3
Los sabios brillarán como el
resplandor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, lucirán
como las estrellas, por toda la eternidad.
Da
12,3 Qui docti fúerint, fulgébunt quasi splendor firmaménti, et qui ad
iustítiam erúdiunt multos, quasi stellæ in perpétuas æternitátes.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, fortaleza de los que en ti esperan, que hiciste
brillar al obispo san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su firmeza
en las tribulaciones, concédenos que, instruidos por su enseñanza, seamos
confortados por el ejemplo de su inquebrantable paciencia. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Deus,
in te sperántium fortitúdo, qui beátum Ioánnem Chrysóstomum epíscopum mira
eloquéntia et tribulatiónis experiménto claréscere voluísti, da nobis,
quæsumus, ut, eius doctrínis erudíti, invíctæ patiéntiæ roborémur exémplo. Per Dóminum.
ALELUYA 1Jn 4, 12
Aleluya. Si nos amamos los unos a los otros, Dios
permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
Aleluya.
EVANGELIO Lc 6, 27-36
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que
me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a
los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una
mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues
la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a
aquéllos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a
aquéllos que los aman. Si hacen el bien a aquéllos que se lo hacen a ustedes,
¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquéllos
de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a
los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el
bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes
será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los
desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es
misericordioso.
Palabra del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios todopoderoso, recibe con agrado este sacrificio que te
ofrecemos en la fiesta de san Juan Crisóstomo; que sus enseñanzas nos impulsen
a alabarte con todo nuestro ser. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sacrifícium
tibi pláceat, Deus, in commemoratióne beáti Ioánnis Chrysóstomi libénter
exhíbitum, quo monénte, nos étiam totos tibi réddimus collaudántes. Per
Christum.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. 1Cor 1, 23-24
Nosotros predicamos a Cristo crucificado, fuerza y
sabiduría de Dios.
Nos
prædicámus Christum crucifíxum, Christum, Dei virtútem et Dei sapiéntiam.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios misericordioso, que el sacramento recibido en la
conmemoración de san Juan Crisóstomo, nos confirme en tu amor y nos convierta
en fieles testigos de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concéde,
miséricors Deus, ut mystéria, quæ pro beáti Ioánnis Chrysóstomi commemoratióne
súmpsimus, nos in tua caritáte confírment, et tuæ fidéles confessóres veritátis
effíciant. Per Christum.
ESCRITO:
SEGUNDA LECTURA
De la catequesis de San Juan Crisóstomo, Obispo (Catequesis 3, 13-19: SCh 50, 174-177)
De la catequesis de San Juan Crisóstomo, Obispo (Catequesis 3, 13-19: SCh 50, 174-177)
El valor de la sangre de Cristo
¿Quieres
saber el valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que profetizaron
y recorramos las antiguas Escrituras.
Inmolad
–dice Moisés- un cordero de un año; tomad su sangre y
rociad las dos jambas y el dintel de la casa. «¿Qué dices
Moisés? La sangre de un cordero irracional, ¿puede salvar a los hombre
dotados de razón?» «Sin duda –responde Moisés-: no porque se trate
de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la sangre del
Señor.»
Si
hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre
simbólica, ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de
Cristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.
¿Deseas
descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó
y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el
costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio. Uno de los
soldados se acercó con la lanza y le traspasó el costado, y al punto salió agua
y sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la
eucaristía. El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el
muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la
riqueza hallada. Esto fue lo que ocurrió con el cordero: los judíos
sacrificaron el cordero, y yo recibo el fruto del sacrificio.
Del
costado salió sangre y agua. No quiero, amado oyente, que
pases con indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte aún
otra interpretación mística. He dicho que esta agua y esta sangre eran
símbolos del bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dos
sacramentos se edifica la
Iglesia: con el agua de la regeneración y con la
renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que
han brotado ambos del costado. Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado
de Adán fue formada Eva.
Por
esta misma razón, afirma San Pablo: Somos miembros de su cuerpo,
formado de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo. Pues
del mismo modo que Dios hizo a la mujer del costado de Adán, de igual manera
Jesucristo nos dio el agua y la sangre salida de su costado, para edificar la Iglesia. Y de la
misma manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía,
así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
Mirad
de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué alimento la
nutre. Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos. De la
misma manera que la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a
alimentar con su propia sangre, y con su leche a aquel a quien ha dado a luz,
así también Cristo alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes Él mismo
ha hecho renacer.
ENLACES:
No hay comentarios:
Publicar un comentario