La Inmaculada Concepción de la santísima
Virgen
María (S). Blanco. 8 de diciembre 2012
Tu Santuario es nuestro Nazaret 181
Oculto en la noche del tiempo
Virgen Inmaculada182
allí tu oración anhelante
urge la aurora de Salvación;
solicita tu respuesta
y donde, por tu Si, se alumbra el mundo
(Hacia al Padre. P. José Kentenich)
CATECISMO DE LA IGLESIA
La Inmaculada Concepción
490 Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios
con dones a la medida de una misión tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la
anunciación la saluda como "llena de gracia" (Lc 1, 28).
En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su
vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de
Dios.
491 A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que
María "llena de gracia" por Dios (Lc 1, 28) había sido
redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada
Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:«... la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la
mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular
gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de
Jesucristo Salvador del género humano (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus:
DS, 2803).
492 Esta "resplandeciente santidad del todo singular" de la
que ella fue "enriquecida desde el primer instante de su concepción"
(LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella
es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su
Hijo" (LG 53). El Padre la ha "bendecido [...]
con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1,
3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha "elegido en él antes de
la creación del mundo para ser santa e inmaculada en su presencia, en el
amor" (cf. Ef 1, 4).
493 Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios
"la Toda Santa" (Panaghia), la celebran "como inmune de
toda mancha de pecado y como plasmada y hecha una nueva criatura por el
Espíritu Santo" (LG 56). Por la gracia de Dios, María ha
permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
DE LA CONSTITUCIÓN
DOGMÁTICA SOBRE LA IGLESIA
LUMEN GENTIUM
II. Función de la Santísima Virgen en la economía de la salvación
55. Los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento y la Tradición
venerable manifiestan de un modo cada vez más claro la función de la Madre del
Salvador en la economía de la salvación y vienen como a ponerla delante de los
ojos. En efecto, los libros del Antiguo Testamento narran la historia de la
salvación, en la que paso a paso se prepara la venida de Cristo al mundo Estos
primeros documentos, tal como se leen en la Iglesia y tal como se interpretan a
la luz de una revelación ulterior y plena, evidencian poco a poco, de una forma
cada vez más clara, la figura de la mujer Madre del Redentor. Bajo esta luz
aparece ya proféticamente bosquejada en la promesa de victoria sobre la
serpiente, hecha a los primeros padres caídos en pecado (cf. Gen 3,
15). Asimismo, ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo, que se
llamará Emmanuel (cf. Is 7,14; comp. con Mi 5,
2-3; Mt1, 22-23). Ella sobresale entre los humildes y pobres del
Señor, que confiadamente esperan y reciben de El la salvación. Finalmente, con
ella misma, Hija excelsa de Sión, tras la prolongada espera de la promesa, se
cumple la plenitud de los tiempos y se instaura la nueva economía, al tomar de
ella la naturaleza humana el Hijo de Dios, a fin de librar al hombre del pecado
mediante los misterios de su humanidad.
56. Pero el Padre de la misericordia quiso que precediera a la
encarnación la aceptación de la Madre predestinada, para que de esta manera,
así como la mujer contribuyó a la muerte, también la mujer contribuyese a la
vida. Lo cual se cumple de modo eminentísimo en la Madre de Jesús por haber
dado al mundo la Vida misma que renueva todas las cosas y por haber sido
adornada por Dios con los dones dignos de un oficio tan grande. Por lo que nada
tiene de extraño que entre los Santos Padres prevaleciera la costumbre de
llamar a la Madre de Dios totalmente santa e inmune de toda mancha de pecado,
como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo [176].
Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una
santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es
saludada por el ángel de la Anunciación como «llena de gracia» (cf. Lc 1,
28), a la vez que ella responde al mensajero celestial: «He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en
Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado
alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del
Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio
de la redención con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón,
pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente
pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con
fe y obediencia libres. Como dice San Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en
causa de salvación para sí misma y para todo el género humano» [177].
Por eso no pocos Padres antiguos afirman gustosamente con él en su predicación
que «el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de
María; que lo atado por la virgen Eva con su incredulidad, fue desatado por la
virgen María mediante su fe» [178];
y comparándola con Eva, llaman a María «Madre de los vivientes»[179],
afirmando aún con mayor frecuencia que «la muerte vino por Eva, la vida por
María» [180].
57. Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se
manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su
muerte. En primer lugar, cuando María, poniéndose con presteza en camino para
visitar a Isabel, fue proclamada por ésta bienaventurada a causa de su fe en la
salvación prometida, a la vez que el Precursor saltó de gozo en el seno de su
madre (cf. Lc 1, 41-45); y en el nacimiento, cuando la Madre
de Dios, llena de gozo, presentó a los pastores y a los Magos a su Hijo
primogénito, que, lejos de menoscabar, consagró su integridad virginal [181].
Y cuando hecha la ofrenda propia de los pobres lo presentó al Señor en el
templo y oyó profetizar a Simeón que el Hijo sería signo de contradicción y que
una espada atravesaría el alma de la Madre, para que se descubran los
pensamientos de muchos corazones (cf. Lc 2, 34-35). Después de
haber perdido al Niño Jesús y haberlo buscado con angustia, sus padres lo
encontraron en el templo, ocupado en las cosas de su Padre, y no entendieron la
respuesta del Hijo. Pero su Madre conservaba todo esto en su corazón para
meditarlo (cf. Lc 2, 41-51).
58. En la vida pública de Jesús aparece reveladoramente su Madre ya
desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida a
misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús
Mesías (cf. Jn 2, 1-11). A lo largo de su predicación acogió
las palabras con que su Hijo, exaltando el reino por encima de las condiciones
y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados (cf. Mc 3,
35; Lc 11, 27-28) a los que escuchan y guardan la palabra de
Dios, como ella lo hacía fielmente (cf. Lc 2, 29 y 51). Así
avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y mantuvo
fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin designio
divino, se mantuvo erguida (cf. Jn 19, 25), sufriendo
profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su
sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella
misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús
agonizante en la cruz como madre al discípulo con estas palabras: «Mujer, he
ahí a tu hijo» (cf. Jn19,26-27) [182].
59. Por no haber querido Dios manifestar solemnemente el misterio de la
salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos que
los Apóstoles, antes del día de Pentecostés, «perseveraban unánimes en la
oración con algunas mujeres, con María, la Madre de Jesús, y con los hermanos
de éste» (Hch 1, 14), y que también María imploraba con sus
oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación ya la había cubierto a
ella con su sombra. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda
mancha de culpa original [183],
terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria celestial [184]
y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se
asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (cf. Ap 19,
16) y vencedor del pecado y de la muerte [185].
[178]
San Ireneo, ibid.; Harvey, 2, 124.
[179]
San Epifanio, Haer. 78, 18: PG 42, 728CD-729AB.
[180]
San Jerónimo, Epist. 22, 21: PL 22, 408. Cf. San Agustín, Serm. 51,
2, 3: PL 38, 335; Serm.232, 2: 1108. San Cirilo Jeros., Catech. 12,
15: PG 33, 741AB. San J. Crisóstomo, In Ps. 44, 7: PG 55, 193.
San J. Damasceno, Hom. 2 in dorm. B. M. V. 3: PG 96, 728.
[181]
Cf. Conc. Lateranense, año 649, can. 3: Mansi, 10, 1151. San León M., Epist. ad Flav.: PL 54,
759, Conc. Calcedonense: Mansi, 7, 462. San Ambrosio, De instit. virg.:
PL 16, 320.
[183]
Cf. Pío IX, bula Ineffabilis, 8 dic. 1854: Acta Pii IX, 1, I, p.
616: Denz., 1641 (2803).
[184] Cf. Pío XII, const. apost. Munificentissimus, 1 nov. 1950: AAS 42
(1950); Denz. 2333 (3903). Cf. San J. Damasceno, Enc. in dorm. Dei
genitricis hom. 2 y 3: PG 96, 722-762, en especial 728B. San Germán Constantinop., In S. Dei gen.
dorm. serm. 1: PG 98 (3), 340-348; serm., 3: 361. San Modesto Hier., In
dorm. SS. Deiparae: PG 86 (2); 3277-3312.
[185] Cf. Pío XII, enc. Ad caeli Reginam, 11 oct. 1954: AAS 46 (1954) 633-636; Denz.,
3913ss. Cf. San Andrés Cret., Hom. 3 in dorm. SS. Deiparae: PG 97,
1089-1109. San J. Damasceno, De fide orth. IV, 14: PG94,
1153-1161.
[186]
Cf. Kleutgen, texto reformado De mysterio Verbi incarnati, c. 4:
Mansi, 53, 290. Cf. San Andrés Cret., In
nat. Mariae, serm. 4: PG 97, 865A. S. Germán Constantinop., In
annunt. Deiparae: PG 98, 321BC. In dorm. Deiparae, III: 361D. San J.
Damasceno, In dor
LETANIAS LAURETANAS
EUCOLOGÍA Y EVANGELIO
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 61, 10
Desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija
en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió
con el manto de la justicia, como una esposa que se adorna con sus joyas.
Gaudens gaudébo in Dómino, et exsultábit
ánima mea in Deo meo; quia índuit me vestiméntis salútis, et induménto iustítiæ circúmdedit me, quasi sponsam ornátam
monílibus suis.
Esulto e gioisco nel Signore,l'anima mia si allieta
nel mio Dio,perché mi ha rivestito delle vesti di salvezza,mi ha avvolto con il
manto della giustizia, come una sposa adornata di gioielli.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, por la Concepción Inmaculada de la
Virgen María preservada de todo pecado, preparaste a tu Hijo una digna morada
en atención a los méritos de la muerte redentora de Cristo; concédenos, por su
intercesión, que también nosotros lleguemos a ti purificados de todas nuestras
culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Deus, qui per immaculátam Vírginis
Conceptiónem dignum Fílio tuo habitáculum præparásti, quæsumus, ut, qui ex
morte eiúsdem Fílii tui prævísa, eam ab omni labe præservásti, nos quoque
mundos, eius intercessióne, ad te perveníre concédas. Per Dóminum..
O Padre, che nell'Immacolata Concezione della Vergine
hai preparato una degna dimora per il tuo Figlio, e in previsione della morte
di lui l'hai preservata da ogni macchia di peccato, concedi anche a noi, per
sua intercessione, di venire incontro a te in santità e purezza di spirito. Per
il nostro...
1ª LECTURA
Lectura del libro del Génesis.
Gn 3, 9-15. 20
Después que el hombre y la mujer comieron del
árbol que Dios les habría prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
“¿Dónde estás?”. “Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque
estaba desnudo. Por eso me escondí”. Él replicó: “¿Y quién te dijo que estabas
desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que Yo te prohibí?”. El hombre respondió:
“La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él”. El
Señor Dios dijo a la mujer: “¿Cómo hiciste semejante cosa?”. La mujer
respondió: “La serpiente me sedujo y comí”. Y el Señor Dios dijo a la
serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales
domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu
vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y
la mujer, entre tu descendencia y la suya. Él te aplastará la cabeza y tú le
acecharás el talón”. El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la
madre de todos los vivientes.
Palabra de Dios.
Sal 97, 1-4
R. ¡Canten al Señor un canto nuevo, porque Él
hizo maravillas!
Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo
maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria.
R.
El Señor manifestó su victoria, reveló su
justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en
favor del pueblo de Israel.
R.
Los confines de la tierra han contemplado el
triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos
jubilosos.
R.
2ª LECTURA
Éf 1, 3-6. 11-12
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a
los cristianos de Éfeso.
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes
espirituales en el cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del
mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme
al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos
dio en su Hijo muy querido. En Él, hemos sido constituidos herederos, y
destinados de antemano para ser alabanza de su gloria, según el previo designio
del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad.
Palabra de Dios.
ALELUYA Cfr. Lc 1,
28
Aleluya. Alégrate, María, llena de gracia, el
Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres. Aleluya.
EVANGELIO
Lc 1, 26-38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un
hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la
virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «
¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó
desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le
dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del
Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la
casa de
Jacob para siempre y su reino no tendrá
fin». María dijo al Ángel: « ¿Cómo puede
ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió:
«El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con
su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu
parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada
estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para
Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí
según tu Palabra». Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, este sacrificio de salvación
que te ofrecemos en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen
María, y así como a ella tu gracia la preservó limpia de toda mancha, por su
intercesión líbranos de todas las culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Salutárem hóstiam, quam in sollemnitáte immaculátæ Conceptiónis beátæ
Vírginis Maríæ tibi, Dómine, offérimus, súscipe dignánter, et præsta,
ut, sicut illam tua grátia præveniénte ab omni labe profitémur immúnem,
ita, eius intercessióne, a culpis ómnibus liberémur. Per Christum.
Accetta,
Signore, il sacrificio di salvezza, che ti offriamo nella festa
dell'Immacolata Concezione della beata Vergine Maria, e come noi la
riconosciamo preservata per tua grazia da ogni macchia di peccato, così,
per sua intercessione,
fa' che siamo liberati da ogni
colpa. Per Cristo nostro Signore.
PREFACIO
EL MISTERIO
DE MARÍA Y DE LA IGLESIA
S. El Señor esté con ustedes.
A. Y con tu espíritu.
S. Levantemos el corazón.
A. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
A. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro
deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Tú preservaste a la Virgen María de toda
mancha del pecado original y la enriqueciste con la plenitud de tu gracia,
preparándola para que fuera la Madre digna
de tu Hijo y comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de
juventud y de limpia hermosura.
Purísima debía ser la Virgen que nos diera a
tu Hijo, el Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima la que,
para todos los hombres, es ahora
abogada de gracia y modelo de santidad.
Por eso, unidos a los coros de los ángeles,
cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, Dios nuestro, que el sacramento
recibido repare en nosotros las consecuencias de aquella culpa de la que
preservaste a la Virgen María en su Concepción Inmaculada. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Sacraménta
quæ súmpsimus, Dómine Deus noster, illíus in nobis culpæ vúlnera réparent, a
qua immaculátam beátæ Maríæ Conceptiónem singuláriter præservásti. Per
Christum.
Il sacramento che abbiamo ricevuto, Signore
Dio nostro, guarisca in noi le ferite di quella colpa da cui, per singolare
privilegio, hai preservato la beata Vergine Maria, nella sua immacolata
Concezione. Per Cristo nostro Signore.
V. Toda hermosa eres, María.
R. Toda hermosa eres, María.
V. Y no hay en ti mancha original
R. Y no hay en ti mancha original.
V. Tu, gloria de Jerusalén.
R. Tu, alegría de Israel.
V. Tu, honra de nuestro pueblo.
R. Tu, abogada de pecadores.
V. Oh Maria.
R. Oh Maria.
V. Virgen prudentísima.
R. Madre clementísma.
V. Ruega por nosotros.
R. Intercede por nosotros a Nuestro Señor Jesucristo
V. Tota pulchra es, Maria.
R. Tota pulchra es, Maria.
V. Et macula originalis non est in te.
R. Et macula originalis non est in te.
V. Tu gloria Ierusalem.
R. Tu laetitia Israel.
V. Tu honorificentia populi nostri.
R. Tu advocata peccatorum.
V. O Maria.
R. O Maria.
V. Virgo prudentissima.
R. Mater clementissima.
V. Ora pro nobis.
R. Intercede pro nobis ad Dominum Iesum Christum.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
Ave Maria, gratia plena,
Dominus tecum,
Benedicta tu in mulieribus,
Et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria mater Dei,
Ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae.
Amen
Dominus tecum,
Benedicta tu in mulieribus,
Et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria mater Dei,
Ora pro nobis peccatoribus, nunc, et in hora mortis nostrae.
Amen
Hail Mary, full of
grace,
Our Lord is with thee,
Blessed art thou among women,
And blessed is the fruit of thy womb, Jesus.
Holy Mary, mother of God,
Pray for us sinners, now, and in
The hour of our death.
Amen.
Our Lord is with thee,
Blessed art thou among women,
And blessed is the fruit of thy womb, Jesus.
Holy Mary, mother of God,
Pray for us sinners, now, and in
The hour of our death.
Amen.
Je vous salue, Marie, pleine de grâce.
Le Seigneur est avec vous.
Vous êtes bénie entre toutes les femmes,
Et Jésus, le fruit de vos entrailles, est béni.
Sainte Marie, Mère de Dieu,
Priez pour nous, pauvres pécheurs,
Maintenant et à l'heure de notre mort.
Amen.
Le Seigneur est avec vous.
Vous êtes bénie entre toutes les femmes,
Et Jésus, le fruit de vos entrailles, est béni.
Sainte Marie, Mère de Dieu,
Priez pour nous, pauvres pécheurs,
Maintenant et à l'heure de notre mort.
Amen.
Gegrüßet seist du,
Maria, voll der Gnade,
Der Herr ist mit dir.
Du bist gebenedeit unter den Frauen, und gebenedeit ist die Frucht deines Leibes, Jesus. Heilige Maria,
Mutter Gottes,
Bitte für uns Sünder jetzt und in der Stunde
Unseres Todes.
Amen
Der Herr ist mit dir.
Du bist gebenedeit unter den Frauen, und gebenedeit ist die Frucht deines Leibes, Jesus. Heilige Maria,
Mutter Gottes,
Bitte für uns Sünder jetzt und in der Stunde
Unseres Todes.
Amen
Ave Maria, piena di grazia,
Il Signore è con te.
Tu sei benedetta fra le donne
E benedetto è il frutto del tuo seno, Gesú.
Santa Maria, Madre di Dio,
Prega per noi peccatori,
Adesso e nell'ora Della nostra morte.
Amen
Il Signore è con te.
Tu sei benedetta fra le donne
E benedetto è il frutto del tuo seno, Gesú.
Santa Maria, Madre di Dio,
Prega per noi peccatori,
Adesso e nell'ora Della nostra morte.
Amen
Avé Maria, cheia de graça,
O Senhor é convosco.
Bendita sois vós entre as mulheres;
Bendito é o fruto do vosso ventre, Jesus.
Santa Maria, mãe de Deus,
Rogai por nós, pecadores,
Agora e na hora da nossa morte.
Amen
O Senhor é convosco.
Bendita sois vós entre as mulheres;
Bendito é o fruto do vosso ventre, Jesus.
Santa Maria, mãe de Deus,
Rogai por nós, pecadores,
Agora e na hora da nossa morte.
Amen
ENLACE:
LOS DOGMAS MARIANOS
DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
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