miércoles, 25 de abril de 2012

Santuario Cenáculo de Bellavista tercer Domingo de pascua


 
"Cada celebración  de la Eucaristía apunta a renovar y profundizar en nosotros esta participación en la vida del Señor doliente y glorificado. Por esa la misa, es por excelencia, centro y eje; punto culminante y punto de partida de toda nuestra rutina diaria"
Padre Jose Kentenich






Salmo responsorial



Extracto homilia Padre José Manuel Lopez



  

 
Necesitamos este pan para afrontar la fatiga y el cansancio del viaje. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerzas de él, que es el Señor de la vida. Por tanto, el precepto festivo no es un deber impuesto desde afuera, un peso sobre nuestros hombros. Al contrario, participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad para el cristiano; es una alegría; así el cristiano puede encontrar la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana. Por lo demás, no es un camino arbitrario:  el camino que Dios nos indica con su palabra va en la dirección inscrita en la esencia misma del hombre. La palabra de Dios y la razón van juntas. Seguir la palabra de Dios, estar con Cristo, significa para el hombre realizarse a sí mismo; perderlo equivale a perderse a sí mismo.
En la Eucaristía, Cristo está realmente presente entre nosotros. Su presencia no es estática. Es una presencia dinámica, que nos aferra para hacernos suyos, para asimilarnos a él. Cristo nos atrae a sí, nos hace salir de nosotros mismos para hacer de todos nosotros uno con él. De este modo, nos inserta también en la comunidad de los hermanos, y la comunión con el Señor siempre es también comunión con las hermanas y los hermanos. Y vemos la belleza de esta comunión que nos da la santa Eucaristía.
Papa Benedicto XVI  MISA DE CLAUSURA DEL CONGRESO EUCARÍSTICO ITALIANO (BARI) Solemnidad del "Corpus Christi" Domingo 29 de mayo de 2005 



“Madrecita,el momento que precede a la comunión es enteramente dinámico. Cristo desciende al altar, en la consagración, esto es , baja a buscar a los hombres, se pone en medio de ellos, y les llama, les atrae hacia  Si . Sólo después de este acto nuestro de acercamiento viene Él a nuestro corazón y se une allí l tierra con el Cielo. Es, pues, un mutuo acercarse y buscarse. Sobre todo. Es Él que me busca a mi. El sacerdote baja con Él las gradas del altar y comienza a recorrer uno por uno a los comulgantes arrodillados ante el altar;sus paso se acercan a mí, y yo los siento como los pasos de Cristo que vienen hacia mí, y sólo puedo pensar y decirle: Señor, yo no soy digno de que Tú vengas a mi.  
Mario Hiriart Diario IV-70 29.9-57

 Danos para el cuerpo y el Alma,122
protégenos en toda necesidad;
muestra que eres padre
cuando nos enrede la astucia de Satanás
Padre José Kentenich (hacia el Padre)


Hacer de la Misa el centro de mi vida. Prepararme a ella con mi vida interior, mis sacrificios, que serán hostia de ofrecimiento; continuarla durante el día dejándome partir y dándome... en unión con Cristo.
¡Mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada!


Después de la comunión, quedar fieles a la gran transformación que se ha apoderado de nosotros. Vivir nuestro día como Cristo, ser Cristo para nosotros y para los demás: 
 ¡Eso es comulgar
 Padre San Alberto Hurtado Cruchaga

Enlace de imagen del Santuario del tercer Domingo de Pascua:

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