Normalmente el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es
dedicado a celebrar el bautismo de Cristo, este año se celebra el domingo
13 de enero y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la
manifestación del Señor. Es también el domingo que da paso al tiempo
durante el año, llamado también tiempo ordinario.
Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser bautizado,
seguramente San Juan Bautista no sabía que hacer. Llegó el Mesías delante
de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser
bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace referencia
a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:
Hay una diferencia importante entre
los dos bautismos:
El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de
los pecados.
El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace
"partícipes de la naturaleza divina”
"No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia..."
trabajo reservado al más inútil de los esclavos... Juan destaca la infinita
distancia entre él y Jesús...
¿Porqué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [es una escena tan
impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta escandalosa]...
Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el "modo" que Dios
emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los pecadores, y aunque no
lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia... Se ha hecho
semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en la
fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de Dios... así
como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros
pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente...
Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy "especial": ciertos
hechos nos indican que con Él comienza un nuevo bautismo:
El cielo abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta este
momento) Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y los
hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene con Cristo
y el Espíritu Santo. Llega todo, porque Dios mismo viene, y Él será para
nosotros y nos dará todo. Estamos frente al comienzo de una nueva
humanidad, divinizada.
En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no
"presenta" a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se
dirige a Él (“Tú eres mi Hijo...”): Cristo nos representa a todos, que
desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre...
Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente,
verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad,
nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO BAUTISMO...
"Éste es mi Hijo" (Evang.)... "Éste es el servidor
sufriente" (Iª lect.)...
Sigamos a Cristo por la Cruz a la Luz.
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