Así quieres forma en tu
Santuario 203
una legión de hombres que
recen
en los desiertos del mundo;
quieres conducirnos
a las supremas alturas del
amor
para que en la lucha te
seamos fieles.
Incúlcame más y más el
espíritu de oración, 204
alza continuamente mi
corazón
hacia las estrellas de del
cielo;
haz que en todo momento
mire al Sol de Cristo
y que en El confié en cada
circunstancia de la vida.
(Hacia el Padre P. José Kentenich)
Hoy la Liturgia
propone el Evangelio de las bodas de Caná, un episodio narrado por Juan,
testigo ocular del hecho. Este episodio ha sido colocado en este domingo que
sigue inmediatamente al tiempo de Navidad porque, junto con la visita de los
Magos de Oriente y con el Bautismo de Jesús, forma la trilogía de la Epifanía,
o sea la manifestación de Cristo. Aquello de las bodas de Caná es en efecto “el
inicio de los signos de Jesús” (Jn, 2, 11), o sea el primer milagro cumplido
por Jesús, con el cual Él manifestó en público su gloria, suscitando la fe de
sus discípulos. Recordamos brevemente lo que ocurrió durante esa fiesta de las
bodas en Caná de Galilea. Sucedió que hizo falta el vino, y María, la Madre de
Jesús, lo hizo notar a su Hijo. Él le responde que aún no había llegado su
hora; pero después, con la insistencia de María, llenadas de agua seis grandes
ánforas , transformó el agua en vino, un vino excelente, mejor que el
precedente. Con este “signo”, Jesús se revela como el esposo mesiánico, venido
a establecer con su pueblo la nueva y eterna Alianza, según las palabras de los
profetas: “Como se alegra el esposo con la esposa así se alegrará tu Dios
contigo”. Y el vino es símbolo de esta alegría del amor; pero esto alude
también a la sangre, que Jesús, derramará al final para sellar su pacto nupcial
con la humanidad.
(Extracto Angelus Domini Domingo 20 de enero, Papa Benedicto XVI)
RITO DE ENTRADA
INTROITUS
LITURGIA DE LA PALABRA
LECTURAS BÍBLICAS
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 2, 1-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se
celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.
Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre
de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos
que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los
sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra
destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien
litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y
las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado
del banquete”. Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y,
como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el
agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y,
cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio,
has guardado el buen vino hasta este momento”. Éste fue el primero de los
signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus
discípulos creyeron en Él.
S: Palabra del Señor .Te
alabamos Señor
Verbum Domini. Laus tibi,
Christe
HOMILIA
LITURGIA EUCARISTICA
PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS
MISAL
COPONES Y EL CÁLIZ
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
PLEGARIA EUCARÍSTICA
EPÍCLESIS
NARRACIÓN DE LA INSTITUCIÓN Y CONSAGRACIÓN
RITO DE COMUNIÓN
COMUNIÓN
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
ANGELUS DOMINI
20 DE ENERO SEGUNDO HITO DE SCHOENSTATT
20 de Enero de
1942
“En la confianza Divina"
Ese fue el día clave en que, en la práctica, se decidía la partida del Padre Kentenich al campo de concentración. Esta fecha y todo lo que, a partir de ella, se desencadenó para el Padre y la Familia de Schoenstatt , marca profundamente su historia. En septiembre de 1939, estalla en Europa la Segunda Guerra Mundial. El mundo se encuentra ante una nueva contienda de dimensiones catastróficas. Es una época de grandes dificultades para la Familia de Schoenstatt.
En abril de 1939, la Gestapo requisa la Casa de Estudios en Schoenstatt y la usa como escuela para profesores nazis. Ante la amenaza de requisa también del Santuario de Schoenstatt, las Hermanas de María deciden formar una cadena viva en torno al él tomadas de la mano, mientras el Padre Kentenich oraba adentro, ofreciendo así sus vidas si fuera necesario, para defenderlo.
Nace dentro de la Familia de Schoenstatt la necesidad de entregarse más profundamente a la voluntad de Dios a través de la Santísima Virgen. La Santísima Virgen es coronada. Se reconoce a María en su soberanía sobre Schoenstatt. Es Ella la que tiene que tomar el cetro y guiar la barca de la Familia en medio de la nueva crisis mundial.
El 14 de septiembre de 1941, la GESTAPO va a buscar a Schoenstatt al Padre Kentenich con la intención de aprehenderlo. Al día siguiente el Padre comenzaba un curso de retiro para sacerdotes. El Padre consigue demorar su prisión hasta concluir el que sería su último retiro, cuya plática final es llamada su “canto del cisne”.
El 20 de septiembre se presenta en el cuartel de la GESTAPO de Coblenza. Allí permanece en un calabozo subterráneo, “Bunker”, hasta el 18 de octubre, día en que es trasladado a la cárcel de Coblenza. Durante su estadía en la cárcel logra reunir, a través de dos guardias, todos los elementos necesarios para celebrar diariamente la Eucaristía. Unos días antes de Navidad una Hna. de María, escribe una cartita al Niño Jesús pidiéndole la libertad del Fundador y Padre espiritual de la Obra. La carta llega a manos del Padre, y él, en nombre del Niño Jesús la responde: “Mi querida y pequeña Mariengard, cumpliré: tu deseo, cuando tu corazón y el de toda la Familia se transforme en un “Jardín de María” Con esta respuesta el Padre expresa que su liberación será obra de la gracia Divina, pero Dios la hará depender de la vida y esfuerzo de los miembros de la Familia.
El Padre comprende que lo que Dios le pedía, no era su vida, sino la renuncia a su Obra, lo que llamo el sacrificio de Abraham, es decir estar dispuesto como el patriarca a sacrificar a su propio hijo, a sacrificar la Obra. La Familia de Schoenstatt rezaba y ofrecía todos los sacrificios para evitar el traslado del Padre a algún campo de concentración.
El 16 de enero le hacen una revisación médica muy superficial y es declarado apto. Al enterarse la Familia busca todos los caminos para evitarlo. Consiguen contactos con el médico de la cárcel, quien se manifiesta dispuesto a hacerle una nueva revisación y a declararlo no apto. Pero, quien debía solicitar esa nueva instancia era el prisionero.
Así llega el 19 de enero y el Padre Kentenich tiene en sus manos el formulario. Solo tiene que firmarlo. El plazo máximo para entregarlo era el 20 de enero a las 17 hs. La lucha del Padre Kentenich aquel día, fue una lucha por la verdadera libertad, “la búsqueda de la voluntad de Dios.” Dirá años más tardes: “Así llegó el 20 de enero. Había luchado conmigo mismo durante toda la noche para descubrir cual era la voluntad de Dios. Ahora tenía claridad. No firmaré la solicitud, si yo tengo que elegir, que decidir, entonces para mi la muerte y las cadenas, pero para la Familia ha de ser la libertad.” Así renuncia, voluntariamente y por amor a los suyos a las posibilidades de liberación. Cree firmemente que ésta es la voluntad de Dios: ofrecer su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schoenstatt. Con este paso, llama a la Familia a profundizar la Alianza de Amor en el sentido de la Inscriptio, es decir, del amor a la cruz. También este paso debía convencer definitivamente a la Familia que la Santísima Virgen era la dueña de la Obra, que Ella no la iba a abandonar.
Lo más importante del 20 de enero no fue, por lo tanto, el acto heroico de un hombre que se decide a ir al campo de concentración, sino el haber captado la “onda” de Dios.
Años más tarde comentaba el Padre Kentenich que la fecundidad lograda no fue consecuencia de un heroísmo suyo y humano, sino consecuencia del cumplimiento de la condición pedida por Dios, de haber descubierto lo que Dios lo llamaba a hacer. Esperar contra toda esperanza, creer contra toda fe…
En el mes de marzo, el Padre es trasladado desde la prisión de Coblenza al campo de concentración de Dachau. Durante todo el tiempo de Dachau, se toma mayor conciencia de la posición del Padre como Fundador y Cabeza de la Familia y del indisoluble entrelazamiento de destinos entre él y los suyos. Esta corriente de vida nacida del 20 de enero entre el Padre y la Familia, se expresa en la mutua responsabilidad del uno por el otro, en el esfuerzo por ganar la santidad de uno por la del otro, por obtener la libertad interior de uno por la libertad exterior del otro.
Lo que consuela a un cristiano, le da ánimo, esperanza y confianza es el
hecho de que la cruz nunca es lo último: toda tristeza se convierte en alegría,
todo fracaso en victoria, toda pasión y cruz en resurrección. Así fue no sólo
en la vida de Cristo, sino también en la vida del Padre Kentenich y de la
Familia de Schoenstatt: La decisión del 20 de enero regala una fecundidad
inmensa.
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