Ciudad del Vaticano, 26 enero
2013 (VIS).-El Santo Padre ha recibido en la Sala Clementina, a los
miembros del Tribunal de la Rota Romana, con ocasión de la apertura del año
judicial. Su discurso, del que ofrecemos amplios extractos, se centró en la
relación entre fe y matrimonio, a la luz de “la actual crisis de fe que afecta
a varias partes del mundo y lleva aparejada una crisis de la sociedad
conyugal”.
“El Código de Derecho Canónico
define la realidad natural del matrimonio como pacto irrevocable entre el
hombre y la mujer. La confianza mutua, de hecho, es la base indispensable de
cualquier acuerdo o pacto. En el plano teológico, la relación entre la fe y el
matrimonio tiene un significado más profundo. El vínculo esponsal, aunque sea
realidad natural, entre los bautizados, fue elevado por Cristo a la dignidad de
sacramento”.
“La cultura contemporánea,
marcada por un fuerte subjetivismo y un relativismo ético y religioso plantea
serios retos a la persona y a la familia. En primer lugar, el de la capacidad
misma del ser humano para unirse, y el de si una unión que dure toda la vida es
realmente posible (...) Es parte de una mentalidad muy extendida, pensar que la
persona sea ella misma permaneciendo “autónoma” y entrando en contacto con el
otro solo través de relaciones que pueden ser interrumpidas en cualquier
momento (...) En la decisión del ser humano de unirse con un vínculo que dure
toda la vida influye la perspectiva básica de cada uno, es decir, si está
anclada en un terreno puramente humano o si se abre a la luz de la fe en Señor
(...) "El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque
separados de mí no podéis hacer nada", así decía Jesús a sus discípulos,
recordándoles la incapacidad sustancial del ser humano para efectuar , sólo por
sí mismo, lo que es necesario para el verdadero bien. El rechazo de la
propuesta divina conduce, de hecho, a un desequilibrio profundo en todas las
relaciones humanas, incluida la matrimonial y facilita una errada comprensión
de la libertad y la auto-realización, lo que unido a la fuga ante el
sufrimiento soportado con paciencia condena al hombre a cerrarse en su egoísmo
y egocentrismo. Por el contrario, la aceptación de la fe hace al hombre capaz
de la entrega de sí (...); y descubre así la amplitud de ser persona humana”.
“La fe en Dios, sostenida por
la gracia divina, es por lo tanto un elemento muy importante para vivir la
dedicación mutua y la fidelidad conyugal. No se pretende con esto afirmar que
la fidelidad, como las otras propiedades, no sean posibles en el matrimonio
natural entre los no bautizados. De hecho, éste no se encuentra desprovisto de
bienes que "proceden de Dios Creador y se insertan de forma incoativa en
el amor esponsal que une a Cristo con la Iglesia". Pero, por supuesto, el
cerrarse a Dios o el rechazo de la dimensión sagrada de la unión conyugal y su
valor en el orden de la gracia hacen ardua la encarnación concreta del altísimo
modelo de matrimonio concebido por la Iglesia, según el plan de Dios, pudiendo
llegar a socavar la validez misma del pacto, cuando(..) se traduzca en un
rechazo del principio de la obligación conyugal de fidelidad o de los otros
elementos o propiedades esenciales del matrimonio.”.
"Tertuliano, en su famosa
"Carta a la esposa", hablando de la vida matrimonial marcada por la
fe, escribe que las parejas cristianas "son verdaderamente dos en una sola
carne y donde la carne es única, único es el espíritu. Juntos oran, juntos se
postran y ayunan juntos, cada uno enseña al otro, el uno honra al otro, el que
sabe sostiene al otro".
"Los santos que han
vivido la unión matrimonial y familiar desde una perspectiva cristiana, fueron
capaces de superar incluso las situaciones más adversas, logrando la
santificación del cónyuge y los hijos con un amor que se ve reforzado por una
solida fe en Dios, una sincera piedad religiosa y una intensa vida sacramental.
Estas experiencias, marcadas por la fe, hacen comprender cómo, aún hoy, es
precioso el sacrificio ofrecido por el cónyuge abandonado o que ha padecido un
divorcio, si —reconociendo la indisolubilidad del vínculo matrimonial válido—
consigue no dejarse "implicar en una nueva unión … En tal caso su ejemplo
de fidelidad y de coherencia cristiana asume un particular valor de testimonio
frente al mundo y a la Iglesia".
"Quisiera, por último,
detenerme brevemente en el "bonum coniugum". La fe es importante en
la realización del auténtico bien conyugal, que consiste simplemente en querer
siempre y en cualquier caso el bien del otro, en función de un verdadero e
indisoluble "consortium vitae". De hecho, en el propósito de los
esposos cristianos de vivir una verdadera "communio coniugalis" hay
un dinamismo propio de la fe, por lo que la "confessio", la respuesta
personal y sincera al anuncio salvífico, implica al creyente en el movimiento
de amor de Dios. "Confessio" y "caritas" son "las dos
maneras en que Dios nos atrae, nos hace actuar con Él, en Él y para la
humanidad, para su criatura... La "confessio" no es una cosa
abstracta, es "caritas", es amor. Sólo así, es realmente el reflejo
de la verdad divina, que como verdad es también inseparablemente amor" .
"Sólo a través de la
llama de la caridad, la presencia del Evangelio no es ya sólo palabra, sino
realidad vivida. En otras palabras, si bien es cierto que "la fe sin la
caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a
merced de la duda", hemos de concluir que "fe y caridad se necesitan
mutuamente, de modo que la una permite a la otra realizar su camino". Si
esto es cierto en el contexto más amplio de la vida comunitaria, debe tener aún
más valor en la unión matrimonial. Es en ella, en efecto, que la fe hace crecer
y fructificar el amor de los esposos, dando espacio a la presencia del Dios
Trino y haciendo que la misma vida conyugal, vivida así, sea "alegre
noticia" ante mundo”.
"Reconozco las
dificultades, desde un punto de vista jurídico y práctico, para dilucidar el
elemento esencial del "bonum coniugum", entendido hasta ahora
principalmente en relación a las hipótesis de incapacidad. El "bonum
coniugum" es también relevante en el ámbito de la simulación del
consentimiento. Ciertamente, en los casos sometidos a vuestro juicio, será la
indagación "in facto" que verificará la posible validez de esta causa
de nulidad, predominante o coexistente con los tres "bienes"
agustinianos: la procreación, la exclusividad y la perpetuidad. Por lo tanto,
no se debe prescindir de la consideración de que puedan darse casos en que,
precisamente por la ausencia de fe, el bien de los cónyuges resulte dañado, es
decir, excluido del mismo consenso, por ejemplo, en el caso de subversión por
parte de uno de ellos, a causa de una concepción errónea del vínculo nupcial,
del principio de paridad, o en el caso de rechazo de la unión dual que
caracteriza el vínculo matrimonial, en relación con la posible coexistente
exclusión de la fidelidad y del uso de la cópula realizada "humano
modo".
"Con estas
consideraciones ciertamente no quiero sugerir ningún automatismo fácil entre
carencia de fe e invalidez de la unión matrimonial, sino más bien poner de
relieve cómo tal carencia puede, aunque no necesariamente, dañar los bienes del
matrimonio, ya que la referencia al orden natural querido por Dios es inherente
al pacto conyugal.
Fuente:visnews-es.blogspot.
Fuente:visnews-es.blogspot.
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