Sagrada Escritura:
Primera: Is 62, 1-5;
Segunda: 1Cor 12, 4-11;
Evangelio: Jn 2, 1-12
Nexo entre las lecturas
La imagen de las bodas ocupa un puesto central en la liturgia de hoy. En el
Evangelio se habla de las bodas de Caná, pero sobre todo se insinúa a Jesús
como esposo. Jerusalén ya no será llamada "Abandonada" ni
"Devastada", sino que será llamada "Desposada" y su
tierra tendrá un esposo (primera lectura). La comunidad cristiana, esposa
de Cristo, goza de la diversidad de carismas que el único y mismo Espíritu
derrama sobre ella para ponerlos al servicio de todos, y que constituyen
las arras de Cristo-esposo (segunda lectura).
Mensaje doctrinal
1. La prefiguración esponsal del Mesías. En el Antiguo
Testamento se menciona con frecuencia la figura del esposo para hablar de
las relaciones de Yahvéh con su pueblo Israel. Dios, en cuanto esposo, se
muestra por un lado celoso de su pueblo; celo que se manifiesta como
castigo cuando la esposa no corresponde; un castigo purificador y que
invita a volver al amor primero. Por otro lado, Dios se revela como un
esposo fiel, que mantiene su palabra de alianza, de indisolubilidad y de
lealtad a pesar de todo. Finalmente, es un esposo que rebosa de gozo al
estar con su pueblo y acompañarlo en sus vicisitudes. Porque Yahvéh es
celoso, Jerusalén fue abandonada por Él y devastada por sus enemigos;
porque es fiel, volverá a ser llamada desposada. Porque es un esposo
gozoso, infunde y derrama ese mismo gozo en todo Israel, como un don
precioso y magnífico para la esposa. La figura esponsal de Yahvéh, con las
tres características indicadas, prepara la revelación de Jesús como esposo
de la Iglesia en el Nuevo Testamento.
2. Ha llegado la era mesiánica. En el Nuevo Testamento el
Mesías aparece bajo la figura del esposo. En el texto de las bodas de Caná
Jesús es insinuado como esposo en las palabras del maestresala al recién
casado: "Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos,
el inferior. Pero tú has guardado el vino nuevo hasta ahora". En
realidad, el "tú" se refiere no tanto al esposo, cuanto a Jesús.
Este texto es importante, dado el carácter programático que posee en la
estructura del cuarto evangelio. ¿Hay algo característico en esta figura de
Jesús esposo? 1) Ciertamente, el poder de cambiar el agua en vino que alude
al incipiente gozo y plenitud de gracia del Reino de Dios. El agua del
Antiguo Testamento, del Mesías esperado, se convierte en vino del Nuevo
Testamento, del Mesías llegado. 2) La abundancia mesiánica. Jesús no
convierte en vino unos pocos litros de agua, sino una gran cantidad (240
litros). La sobreabundancia y generosidad de Jesús al inicio de su vida
pública caracterizará el resto de su existencia terrena y la vida misma del
cristianismo, del que constituirá un elemento estructurante. 3) El Mesías
esposo manifiesta su gloria a sus discípulos, que creyeron en Él. La gloria
del esposo es precisamente entregarse en plenitud a la esposa y de esta
manera iniciar una nueva era de relaciones de Dios con la humanidad: la era
cristiana.
3. Las arras del Mesías-Esposo. Las arras son el símbolo de la
alianza entre los esposos. Las arras que Jesús-esposo ofrece a la
Iglesia-esposa son los carismas, que otorga mediante su Espíritu. Todos y
cada uno de los carismas se los entrega Cristo a su Iglesia para que pueda
realizar su vocación esponsal. El Espíritu distribuye estos carismas con
gran libertad, pero a la vez endereza todos ellos a la utilidad común de
toda la Iglesia. Con ellos, la Iglesia puede garantizar su fidelidad a la
alianza esponsal con Cristo. A mayor abundancia de carismas en la Iglesia,
mayor posibilidad de realizar con perfección su vocación esponsal y su
misión de sacramento universal de salvación entre los hombres.
Sugerencias pastorales
1. La generosidad, virtud cristiana. Dar y darse, entregar y
entregarse, donación, generosidad...son palabras frecuentes en el
vocabulario de los cristianos. Las escuchamos no pocas veces en las
homilías, en la catequesis, en la conversación cotidiana. Gracias a Dios,
no son sólo palabras, sino una verdadera realidad en la Iglesia. Está la
generosidad en dar parte de los bienes propios. No cabe duda que los
cristianos de los países ricos entregan notables cantidades de dinero y
otros bienes económicos a los cristianos y no cristianos de los países
pobres, o que sufren el flagelo de la guerra o de las calamidades
naturales. Es inmenso el bien que hace Caritas internacional, Adveniat,
Kirche in Not, Missio, Los Caballeros de Malta, los Caballeros de Colón, y
tantas otras instituciones benéficas de carácter nacional o internacional.
Está la generosidad del darse a sí mismo. ¡Cuántos misioneros y misioneras,
cuántas voluntarias y voluntarios, que entregan su vida, fuera de su
patria, en países lejanos, en medio de grandes dificultades, con peligro
incluso de acabar la vida acribillado de balas o bajo el filo del machete!
Todos ellos han marchado a sus destinos dispuestos a perder la vida, si es
necesario, para ganarla de nuevo en Cristo. Está la generosidad interior,
la generosidad del corazón para con Dios, para con el vecino, para con el
hijo enfermo de Sida o drogadicto, para con el marido en estado terminal,
para con la madre anciana y que ya no puede valerse por sí misma. Tantas
personas que quizá no dan dinero o dan poco, porque no tienen, ni tampoco
se van de misioneras o voluntarias a otros países, pero que se dan a sí
mismas, su cariño, su paciencia, su disponibilidad, su tiempo, su virtud,
su ciencia...
2. La Nueva Era cumple dos mil años. En estos dos últimos
decenios se ha hablado mucho de nueva era (New Age). Es un movimiento
cultural y religioso reciente, que se opone como alternativa al
cristianismo. Según él, el cristianismo ha cumplido su ciclo vital, escrito
en el zodíaco, y está ya a las puertas el nuevo ciclo, el ciclo del acuario
que instaurará una nueva era en la historia de la humanidad. Es un
movimiento confuso y difuso, sin estructura y sin fuste, pero, que como la
neblina, penetra todos los espacios: arte, medios de comunicación, cine,
religión, instituciones, etc. Es un nuevo mesianismo con ribetes de
científico y espiritual al mismo tiempo. Ante tal situación, someramente
descrita, es necesario afirmar que Mesías hay uno solo, y que ese Mesías
esperado por el pueblo de Israel y por las naciones ya llegó hace dos mil
años con la encarnación del Verbo en Jesús de Nazaret. Que la nueva era comenzó
con Jesucristo Mesías y que, después de dos mil años, sigue siendo
absolutamente nueva, porque no es obra tanto de los hombres cuanto del
mismo Dios. ¡Atentos a la moda de la nueva era y a la nueva era de moda!
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