Han sellado una Alianza contigo
Se conserve firme como fundida en bronce
Entonces los sé bajo un seguro y fiel amparo
y no temo la furia salvaje del diluvio.
Victoriosamente conduciras a todos hacia el hogar534
Al Padre, para que entonen cánticos al cordero.
Creo firmermemente que nunca perecerá
Quien permanece fiel a su Alianza de amor.
(Del libro hacia el Padre.P.José Kentenich )
UNA NUEVA IRRUPCIÓN DE GRACIAS: EL 18 DE OCTUBRE 1914
Una infancia difícil, una juventud
jalonada por fuertes crisis existenciales; ordenaciones sacerdotales y nombramiento
como director espiritual, fundación de la congregación Mariana; un largo
recorrido en el cual destaca un
denominador común: la entrega entrañable a María; y con ello, la singular
experiencia de su poder como educadora, la fecunda labor pastoral entre los
jóvenes que Dios había puesto bajo su cuidado materno.
No es encontramos ahora en un año
decisivo para el P. Kentenich y para la historia mundial: 1914. Los estudiantes
han partido a vacaciones en junio. El 1 de agosto estalla la primera guerra
mundial.
En este marco se sitúa el nacimiento
de Schoenstatt. El P. Kentenich trata de interpretar a la luz de la Divina Providencia
qué quiere Dios de él y de la floreciente Congregación. Considerando lo
sucedido entre 1912 y 1914 con los jóvenes, no podía sino pensar que Dios
quería algo más: Quien conoce el pasado de nuestra congregación, no tendrá
dificultad e creer que la divina Providencia tiene designios especiales para
con ella.
Auscultando las voces del tiempo y
las circunstancias, el P. Kentenich llegó a la convicción que debía dar un nuevo
paso. Ya no se trataba sólo del amor y entrega a María o un afectivo apostolado
mariano. Se trataba nada menos que sellar con María una Alianza en la cual ella
se comprometía a establecerse en la pequeña capillita de Schoenstatt, abriendo
una fuente de gracias para la
Iglesia y el mundo y, por otra parte, el y los jóvenes se
comprometían a hacer “abundantes contribuciones al capital de gracias” para
atraerla, haciendo “suave violencia” sobre su corazón.
Guiado por la fe práctica en la Divina Providencia
el P. Kentenich había llegado a formular una audaz idea: invitar a María a que
se estableciese en la pequeña capillita de Schoenstatt y la convirtiera en un
lugar de peregrinación. Al hacerlo, ponía en evidencia algo que también era muy
propio de u modo de actuar. Se trata de la cooperación humana con la gracia; de
lo que más tarde sería formulado como lema de Schoenstatt: “Nada sin ti, nada
sin nosotros” y que expresa el modo concreto de vivir la Alianza de Amor en Schoenstatt.
Por eso la invitación a María iba
acompañada del ofrecimiento de un serio esfuerzo por la santidad. Así
comprendemos el título que escribió en los apuntes de su plática:
Aceleración del desarrollo de
nuestra propia santificación y, de esta manera, transformación de nuestra capillita
en un lugar de peregrinación
El 18 de octubre de 1914 significó
así un acontecimiento de una densidad vital fuera de lo común. En él, Dios
irrumpía nuevamente en la historia y se acercaba a nosotros en María para
reactualizar la Alianza
sellada en Cristo con su pueblo y hacerla fecunda para nuestros tiempos en su
forma original desde Schoenstatt.
El 18 de octubre de 1914 marcó
decisivamente la vida del Kentenich. Todo lo que él llevaba en su corazón, sus anhelos
y proyectos, su amor y entrega a María habían adquirido su sello definitivo: en
el futuro su vida estaría esencialmente ligada a esta Alianza sellada en el
pequeño santuario de Schoenstatt.
El 18 de octubre marcó lo que el
P. Kentenich llamó más tarde el primer hito de la historia de la historia de Schoenstatt.
Dios confirmó- esto lo avala los hechos- que él
verdaderamente quería que María estableciese su trono de gracias en la
capillita de Schoenstatt. La pequeñez de los instrumentos la magnitud de las
dificultades y la extraordinaria fecundidad que se dio en el transcurso de lo
años, era prueba suficiente de que la Santísima Virgen
había aceptado la invitación de establecerse espiritualmente en su santuario de
Schoenstatt y regalar en él las gracias del arraigo en Dios, de la
transformación y del envío y fecundidad apostólica.
(Fuente: La Alianza de Amor con Maria. P. R Fernandez)
La
Alianza de Amor con María es la forma
original que tiene Schoenstatt de vivir la alianza bautismal. En ella se
expresa y se garantiza nuestra alianza con la Santísima Trinidad.
Entendida así, es "la fuente de la vitalidad y el centro de la
espiritualidad
de Schoenstatt", el corazón de Schoenstatt.
El amor a María, expresado en esta Alianza, se
transforma en el medio más rápido y seguro de vivir en un contacto vivo y
permanente con el Dios de nuestra vida y de nuestra historia. Por la Alianza de Amor nos
convertimos en "Familia", pues todos los que sellan la Alianza se saben y sienten
hijos de María y, por ello, hermanos entre sí.
De esta Alianza de Amor, vivida en profundidad,
nace también una fuerte conciencia de misión; lleva a quienes la sellan a
convertirse en eficaces instrumentos en manos de María, para colaborar con ella
en la renovación religioso-moral del mundo.
Por esta Alianza de Amor,
Schoenstatt realiza su compromiso de construir la historia en dependencia y
contacto filial, libre y total con Cristo, el Señor de la historia, a través de
María, su Colaboradora permanente.
La Alianza de Amor, la esencia del ser de la familia de Schoenstatt
Para la Familia de Schoenstatt esta Alianza de Amor es la
esencia y el núcleo de su vida; esto fue lo que con gran alegria descubrieron
una vez más y afirmaron unánimemente los representantes de toda la familia de
Schoenstatt en la reciente Conferencia 2014: Con gran alegría y gratitud
nos renovamos en la conciencia de que la esencia del ser de nuestra Familia es la Alianza de Amor con María.
Este acto de fe silencioso del P. Kentenich y un pequeño grupo de congregantes
-el acontecimiento fundacional del 18 de octubre de 1914 en el Santuario Original-
sigue vivo en nosotros con todo su frescor original.
Nos admiramos al constatar que en todas
partes del mundo lo que mueve e inspira nuestras acciones, la fuente de nuestra
fecundidad y la forma concreta de vivir nuestro seguimiento de Cristo es la
profunda fe en la realidad de la
Alianza de Amor con María.
Mensaje de la Conferencia
2014.
Tu Alianza, nuestra misión
Cuando en la Conferencia
2014 se percibió lo “misionero“ como una de las corrientes de vida de
Schoenstatt con mayor impacto a nivel mundial y este descubrimiento
provocó asombro y alegría, y cuando un año después (2010) se estableció el
tercer año del trieno como “Año de la corriente misionera“, nadie podía ni
imaginar que la Iglesia
declararía ese mismo año como “Año de la fe“ al servicio de la nueva
evangelización.
Desde la experiencia de fe de Schoenstatt
(profundizada y vivificada en los dos primeros años del trienio) y movido por
la alegría en la configuración simultánea de proyectos apostólicos de la
cultura de Alianza, del don de la
Alianza de la
Familia de Schoenstatt a nivel mundial para la renovación de la Alianza de Amor el 18 de
octubre de 2014, el Movimiento de Schoenstatt se sabe llamado y capacitado para
el paso misionero, para llevar el carisma del Padre Kentenich a nuestro tiempo
en el actuar concreto a partir de la fuerza plasmadora de la Alianza de
Amor.
Porque la Iglesia y el mundo
preguntan: Schoenstatt, ¿Qué haces? ¿Qué haces para nosotros? La
cultura de Alianza es la respuesta de Schoenstatt a esta pregunta. A lo largo
de casi 100 años han surgido en el Movimiento de Schoenstatt y en su entorno
numerosas iniciativas apostólicas de carácter misionero, pedagógico, pastoral,
social y político. Se trata siempre de configurar el mundo a partir de la Alianza de Amor, una
cultura de Alianza en todos los ámbitos de la vida, llevada por hijos
misioneros de la Alianza
de Amor, cuyos corazones arden por los hombres.
Un canto de la época de la fundación de
Schoenstatt en Paraguay dice así: La esencia del amor consiste en dar la
vida para la misión. El amor auténtico exige hechos,
dice el Padre Kentenich. En la historia de la Iglesia, lo que ha
transformado las bienaventuranzas en realidades han sido las obras de amor al
prójimo, las obras de justicia social y de la opción por los pobres y
marginados. La “historia social de la Iglesia“, en palabras de un conocido jesuita de
la actualidad, consiste en la realidad y credibilidad del sermón de la montaña
encarnado, hecho real y creíble en la configuración de cada una de las culturas
en las que se mueve la Iglesia
y toda irrupción carismática eclesial.
En el Año de la corriente
misionera, quizá deberíamos leer de nuevo la frase del Acta de
Fundación (la Carta Magna
del Santuario original): Probadme primero que me amáis realmente. El
amor hecho vida real y auténtica demuestra la fuerza y el significado universal
de la Alianza
de Amor, la protege frente a los intentos de reducirla a conceptos ideológicos
y de girar de forma autosuficiente en torno a la propia perfección. Esto es lo
que movió al Padre Kentenich: no sólo una visión de Schoenstatt, sino construir
una obra de Schoenstatt.
Tu Alianza, nuestra misión: este
lema preside el tiempo de gracias del jubileo y especialmente el Año de la
corriente misionera. María educa misioneros en su familia de misioneros. Desde
su peregrinación misionera a su prima Isabel, Ella sigue peregrinando y
misionando y nos muestra cómo hemos de actuar misioneramente: con la actitud de
peregrinos y en la fuerza del Espíritu Santo. Su peregrinación a Isabel estuvo
marcada por el servicio y llenó a Isabel del Espíritu Santo. Como su Familia
peregrina y misionera, nosotros nos sentimos llamados a peregrinar hoy hasta
Isabel, como Iglesia peregrina que trae la Noticia encarnada y hecha servicio.
Nuestro jubileo cobra todo su sentido
en este momento histórico de la Iglesia... Ella nos prepara para celebrarlo
sirviendo a la Iglesia
en su vocación más radical, es decir, en anunciar el Evangelio vivo (Cristo en
su Iglesia) y en ponerlo hoy al servicio de los hombres.
Siempre que rezamos la
oración de peregrinación del 2014, nos preguntamos: ¿Qué paso
misionero daré hoy? Con cada paso misionero en nuestra peregrinación, la Alianza de Amor que
celebraremos el 2014 se hará más realidad.
Traducción:
Rudolfo Monedero, Madrid, España
La Familia de Schoenstatt se
dispone mundialmente al tercer año de la intensa preparación para el Jubileo de
la Alianza:
el año de la corriente misionera. El cuidado de las corrientes, que la Conferencia del 2014
en Febrero del 2009 asumió con gran claridad y con una fuerza sorprendente, fue
uno de los principales objetivos para el trienio. Con un enfoque particular en
cada una de las tres corrientes se quiso que los tres años fuesen un tiempo
marcado de trabajo en esas corrientes para que en la fuerza de ellas surgiera
una dinámica entusiasta gestando nuevas iniciativas apostólicas y una
renovación desde dentro, “casi sin esfuerzo”.
La colección de textos sobre estas corrientes –
la corriente del Padre y la corriente del Santuario, que fueron editadas por
Monseñor Dr. Peter Wolf en conjunto con el Instituto José Kentenich, tienen
como fin el volver a unirse al Padre Kentenich y a la forma como él
generalmente trabajó con las corrientes y concrétamente con estas corrientes.
De la unión vital a su persona – la corriente del Padre –a los inicios del
Movimiento de Schoenstatt se despertó una fuerte tendencia hacia el santuario –
corriente del santuario - y con ésto el deseo incontenible de llevarse
este pequeño santuario y su efecto a los frentes de la guerra mundial y de
ayudar a prepararle el camino en forma real o espiritual a mucha gente: la
corriente misionera. Esto fue, así lo dijo Mons. Dr. Peter Wolf, la
comprobación agradecida y conjunta de la Jornada Internacional
de Planificación, que “en todas partes donde Schoenstatt ha crecido en torno a
nuestro fundador y en torno a los santuarios, han surgido fuerzas misioneras”.
Para el 18 de Octubre próximo, cuando comienza el año de la corriente
misionera, Mons. Dr. Wolf ha recopilado junto al competente equipo,
textos del Padre Kentenich que hablan de la misión, del sentido de la misión y
del espíritu de la misón apostólica del Movimiento de Schoenstatt.
Presentación del libro: su misión – nuestra misión
En la noche del 4 de octubre se dio a conocer el
libro en la Casa Padre
Kentenich sobre el Monte Schoenstatt, después que la Hna. Mariéle de la Editorial Schoenstatt
presentó el libro y su autor.
El el hall de entrada se pudo comprar ejemplares
recién impresos del libro, cuyo título muestra uno de los símbolos del año de
la corriente misionera: la cruz de la unidad sobre el fondo de un rojo
brillante –muy atractivo y motivador el diseño de Hildegard Hug. La edición del
libro en inglés también se publicará con esta cubierta.
Después de su charla, Monseñor Dr. Peter Wolf se
tomó bastante tiempo para hablar con los presentes y para firmar los libros.
En congruencia con el Año de la Fe de la Iglesia Universal
Después de una mirada a la Conferencia 2014 y a
los deseos del trienio, Monseñor Dr. Peter Wolf demostró una vez más su alegría
por la congruencia del año de preparación al jubileo de Schoenstatt con el Año
de la Fe de la Iglesia Universal
que comienza el próximo 11 de octubre; éste “abarca nuestro esfuerzo por un año
misionero y su contenido se empalma con los propósitos
apostólicos-misioneros de nuestro tercer año de preparación. El Año de la Fe vivirá en la medida que
redescubramos y tomemos en serio nuestro compromiso misionero para el
futuro de la fe. Con esto al mismo tiempo se hace visible una importante fuente
para la nueva evangelización que luego comenzará a fluir, cuando los cristianos
a partir de su fe crezcan en su conciencia de misión y se apasionen por la
misión”.
Ella es la gran Misionera
La frase que siempre se escucha en la Campaña del Rosario cuando
una persona se pone como misionero a disposición de Ella para llevarla junto a
su Hijo hacia dónde Ella quiere, es la siguiente: “Ella es la gran Misionera.
Ella obrará milagros”. Una aplicación concreta del nada sin ti, nada sin
nosotros. “Ella es la gran Misionera” – esta es la promesa que cada nuevo
misionero, o aquel que renueva su compromiso misionero por un nuevo año, recibe
en sus manos y en su corazón, junto a la imágen de la Virgen Peregrina.
“Ella obrará milagros” es la respuesta de la confianza apostólica con la que el
misionero comienza su labor. Aquellos milagros en los que uno cree con gran
fuerza, prácticamente ya se han vuelto realidad. “Ella obrará milagros” – esto
mueve a una persona a ofrecerle la imagen de la Virgen Peregrina
a un colega de trabajo que es ateo y que tiene una necesidad existencial... Y
si es que en ese momento en el que el colega recibe a la Sma. Virgen (en contra
de toda expectativa humana), se produce algo en su corazón o en el corazón del
misionero, eso ya se verá.
Esta frase, así lo dijo Mons. Dr. Peter Wolf esa
noche, la tomó el Padre Kentenich de San Vicente Pallotti al comienzo de la
historia de Schoenstatt: “Desde un principio que el joven asesor espiritual
tuvo la preocupación de despertar el espíritu apostólico. El sabía muy bien
vincular ésto a Vicente Pallotti y a su espíritu y disposición
apostólica, como se muestra en una charla durante un encuentro de la Asociación de Misiones
en el año 1912, de donde hemos seleccionado un pasaje. A partir de San Vicente
Pallotti, el Padre Kentenich toma en ese tiempo la unión interior entre la
devoción mariana y el celo misionero en la repetida consigna: “María es la gran
misionera. Ella obrará milagros.”
Un cristianismo sin pasión por la misión no es cristianismo...
En la corriente misionera no sólo se
tratará de proyectos apostólicos quienes serán ofrendas de alianza para
el Jubileo del 2014 y que en las Carpas de Alianza serán parte esencial de las
experiencias del jubileo. El Dr. Wolf habló esa noche de que se trata de la
fuerza básica del cristianismo y en este sentido la contribución renovadora de
Schoenstatt justamente para esta Iglesia, la que hoy se vuelve a preguntar,
cómo tener éxito para que la buena nueva llegue a las personas.
“A partir de la observación y evaluación que con
el tiempo el cristianismo ha perdido la fuerza impulsora de su sentido de
misión”, así lo dijo Dr. Peter Wolf, el Padre Kentenich hizo incapié, “que
tanto la fe de la misión como hasta la pasión por la misión son parte esencial
del cristianismo. Una y otra vez esta preocupación se distingue en sus prédicas
y charlas frente a jóvenes y viejos. Para él se trata de despertar un firme
sentido de responsabilidad por el futuro del cristianismo y de la iglesia y
dentro de su familia espiritual, naturalizar y asegurar tanto la fe en la
misión como también la pasión por la misión. Uno ve claramente en estos textos
su propia pasión por la misión.
El Padre Kentenich trabajó los pensamientos sobre
misión a partir del Antiguo y del Nuevo Testamento. Le gustaba referirse
a los profetas y a su ministerio querido por Dios al servicio del pueblo de
Dios. Repetidamente se refirió al mensaje del Evangelio de San Juan: Jesús como
el absoluto enviado del Padre y tanto su mensaje como sus obras en total
dependencia con el Padre. En los discursos de despedida del Evangelio de San
Juan, Jesús hace participar a sus discípulos en su misión, tal como él
participa de la misión de su Padre. En vista a este hecho, José Kentenich habla
de una “corriente de misión”, que proviene del Padre por medio del Hijo y que
hasta hoy sigue actuando en la
Iglesia.”
Un libro para este Año de la Corriente Misionera y más allá
Es un libro para hoy y más allá. Cuando se
descubrió durante la
Conferencia para el 2014 lo “misionero” como una de las más
fuertes y eficaces corrientes de vida del Schoenstatt mundial y este
descubrimiento causó sorpresa y alegría cuando se fijó el año siguiente (2010)
como tercer año del trienio el “Año de la corriente misionera”, nadie podría
haber adivinado que la Iglesia
proclamaría justamente durante el mismo período de tiempo un “Año de la Fe” al servicio de la Nueva Evangelización.
A partir de la experiencia de fe de Schoenstatt – profundizada y vivificada en
los dos primeros años del trienio – y movidos por la alegría del trabajo de los
proyectos apostólicos de la cultura de alianza, la ofrenda de alianza de la Familia de Schoenstatt
mundial para la renovación de la
Alianza de Amor el 18 de octubre del 2014, Schoenstatt se
sabe llamado y facultado al paso misionero de llevar el carisma del Padre
Kentenich a nuestro tiempo a partir de la fuerza creadora de la Alianza de Amor con
acciones concretas.
Mensaje para la Apertura del Año de la Corriente Misionera
P. Heinrich Walter.
Querida Familia de Schoenstatt:
Desde las cercanías de la tumba de San Pedro y
de la plaza de San Pedro, les saludo en el lugar del mundo donde se
encuentren. El Santo Padre me ha invitado a participar en el Sínodo de los
obispos sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
Por eso, no puedo acompañarles hoy en el Santuario original. Es un signo de la Providencia que hoy
podamos unir así nuestros santuarios con la gran catedral de la cristiandad
aquí en Roma. Nuestra misión es la misión de la Iglesia. A ella
queremos servirla con nuestro carisma, para que la Iglesia, mediante la
acción del Espíritu Santo, reciba el regalo de una nueva vitalidad. Hasta
ahora, este es el mayor anhelo de los padres sinodales. Algunos hablan de un
nuevo Pentecostés. Esta debe ser también nuestra preocupación.
Nuestra peregrinación hacia el jubileo y hacia el
Santuario original nos lleva a la fuente original de Schoenstatt. Queremos
beber de las fuentes más profundas y, así, renovar nuestro carisma para el
tiempo en que vivimos. La gratitud por la conducción de Dios durante los 100
años de nuestra historia sagrada, despierta de nuevo en nosotros el espíritu de
los comienzos. Bebemos de este espíritu en el Acta de fundación, en la fe del
P. Kentenich y en la fuerza del testimonio de vida de la generación fundadora.
El año pasado hemos profundizado en la experiencia del Santuario. Hemos
cultivado nuevamente todas las formas de vida del Santuario en nuestra Familia,
desde la vinculación al Santuario original hasta la vida en el Santuario del
corazón. Esta profundización nos conduce hoy a la misión: Tu Alianza, nuestra
misión.
Este año del envío comienza dentro de un contexto
eclesial. La Providencia
lo ha conducido de tal manera, que, con la Iglesia universal, miramos hacia aquello que es
la esencia de la Iglesia.
La Iglesia tiene la misión de evangelizar el mundo. Eso es lo
que el Señor encomendó a los discípulos después de su resurrección. El Santo
Padre ha proclamado el año de la fe y nos ha recordado el Concilio. Ha hablado
sobre el espíritu del Concilio y sobre la peregrinación a través de los
desiertos de nuestra época. Para esta peregrinación no necesitamos alforja, ni
pan, ni dos túnicas, sino el Evangelio y la fe de la Iglesia. Después
de 50 años él ve la necesidad de llamar a una nueva evangelización para que el
espíritu del Concilio no muera.
Con nuestro año de la corriente misionera,
nosotros estamos en medio de la corriente de la Iglesia universal. Esto es
una gran alegría y, a la vez, un desafío. Las conferencias que el P. Kentenich
dictó hace casi 50 años en Roma, sobre el camino de la Iglesia hacia el Concilio,
adquieren ahora todo su significado.
Esto nos anima a entender el año de la
corriente misionera como un aporte concreto para la renovación de la Iglesia. Todo lo que
hacemos en este sentido, está motivado por el amor a la Iglesia. Queremos
ayudar a que en todas partes la
Iglesia se convierta en el alma de la cultura y de la
civilización moderna.
¿Por qué ponemos el acento en la corriente
misionera? Yo veo dos acentos.Todo lo que hacemos como schoenstattianos, debe
tener un carácter misionero. Tanto si dirigimos un grupo como si promovemos un
proyecto social, tanto si hacemos adoración como si visitamos enfermos, tanto
si preparamos la
Jornada Mundial de la Juventud como si cuidamos del servicio de
guardería, todo esto lo hacemos conscientes de que ésa es nuestra misión. Y lo
hacemos de todo corazón desde la emoción del envío. La otra perspectiva es que,
en la preparación al jubileo, hemos observado muchas iniciativas misioneras en
todas las partes del mundo. Hemos observado que en estas iniciativas late una
fuerte vitalidad. Hemos podido constatar agradecidos, que, sobre todo, las
comunidades de jóvenes están impregnadas del espíritu misionero. Estas
iniciativas deben ponerse en comunicación. Se pueden unir entre sí, para que
los pequeños arroyos se conviertan en una gran corriente. La corriente
misionera traerá una nueva fuerza vital a todas las formas de vida que hay en
nuestra Familia. Quiero citar por su nombre algunas de estas iniciativas.
La mayor fuerza proviene de la campaña de la Virgen peregrina, esto es
algo que he podido constatar también en conversaciones privadas en el Sínodo.
Los “madrugadores” en América Latina y el “Rosario de hombres” en Brasil
congregan cada semana a miles de hombres en los Santuarios y parroquias para
rezar en común. Las misiones juveniles y familiares en América Latina
entretanto han arraigado también en Europa. En muchos países se han iniciado
proyectos sociales y pedagógicos por parte de grupos y comunidades.
Además, están los muchos pequeños misioneros, a
los que nadie cita por su nombre, pero cada uno de los cuales tiene un rostro
ante Dios. Son aquéllos que por amor cumplen fielmente su deber. Son aquéllos
que en silencio entregan su capital de gracias en la tinaja. Son aquéllos que
no quieren ser nombrados, porque hacen todo en silencio, con la profunda
alegría de hacerlo todo por la
Virgen y por Cristo.
El Cristo del futuro será un Cristo misionero, si
quiere conservar su fe a contracorriente de la sociedad. Nuestro entorno nos
obliga a ello. Nos desafía a confesar nuestra fe y a dar testimonio de ella. El
trabajo misionero cuesta mucho esfuerzo al principio. Es como saltar al agua
fría. Pero después su corazón se transforma. La inseguridad desaparece y surge
una libertad en el corazón. Con toda humildad crecen la autoestima, la
confianza en Dios y la seguridad de que Cristo y la Virgen quieren acercarse a
los hombres a través de mí.
Miramos a la raíz de nuestro espíritu misionero.
Es nuestra Alianza. Es la mirada de la Virgen. En sus ojos somos reconocidos y amados. Y
nosotros respondemos con nuestra entrega. Es una Alianza del amor. La fuente de
toda misión es el amor que capta el corazón y toda la persona. Esta es la
vocación que recibimos en diálogo con María en el Santuario. Ella es la gran
misionera, Ella busca aliados para su misión.
En la noche de la apertura del año de la fe, la
plaza de San Pedro se llenó de antorchas. La Acción Católica
había llamado a una marcha de antorchas. Yo recordé la marcha de antorchas de
la juventud masculina hacia Roma hace pocos años. Entretanto, la Juventud masculina se ha
unido a nivel mundial en una generación misionera. Han elegido el fuego como
símbolo. Hoy todos queremos adherirnos a esta corriente misionera. Cada uno
puede poner su antorcha encendida del corazón para que el fuego sea más grande,
para que se vea desde muy lejos y pueda encender muchos corazones.
Por lo tanto, declaro abierto el año de
la corriente misionera.
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