Tradiciones y origen de la corona de Adviento.
1.ESPERAR AL SEÑOR CON LA LÁMPARA
ENCENDIDA.
Los mosaicos del siglo XII de la
portada de la Basílica de Santa María in Trastevere de Roma,
resumen plásticamente y anticipan, como si se tratase de una profecía, la
tradición de la Corona del Adviento, que surgirá en las comunidades cristianas
europeas en el norte de Europa en la primera mitad de siglo XIX. El mosaico, en su primera composición dePietro
Cavallini, en el siglo XII, mostraba a en un trono a la Virgen con el niño
Jesús, rodeada de cuatro muchachas; dos portan lámparas de aceite con la luz
encendida, y otras dos, con velo, las llevan con la luz apagada. La escena
inicial fue modificada en el proyecto de Carlo Fontana de
1702, que añadió seis vírgenes más, todas ellas con la luz encendida.
Sin pretensión autenticidad,
interpretamos espiritualmente, los significados de dicha escena. La parábola de
las vírgenes prudentes y necias, vislumbrada en el mosaico, es una llamada a
esperar vigilante y diligentemente al Señor, que es presentado por la
Virgen, como luz nacida de la alto y se ha revestida de la condición humana. La
luz hace referencia, en la tradición vetereotestamentaria a la acogida de la
revelación divina (Sal 35, 10: “tu luz nos hace ver la luz”), la
imagen opuesta representa la obstrucción y el rechazo de la revelación divina.
¿Cómo está nuestra lámpara ante la venida del nuestro Esposo y Señor? Llena del
aceite, o más bien apagada y el velo de la tiniebla cierra nuestros ojos.
La expectación diligente y vigilante de Cristo es uno de los temas
principales del Adviento. Las vírgenes ya no esperan solo al nacimiento de
Cristo, pues este ya ha acontecido, sino que reconociendo su presencia en la historia
por la encarnación (Epifanía), se abren a la manifestación gloriosa del Kyrios
(Parusía). El óleo hace referencia a nuestra relación con Cristo, el Ungido. La
Basílica romana esta erigida, según la leyenda, en la taberna meritoria,lugar destinado al descanso de los soldados veteranos. En el año
38 a C, en el pavimento de esta taberna, donde ahora se halla el ábside de la
iglesia, brotó, durante todo un día, aceite de la tierra (fons olei).
Tal prodigio, fue interpretado por los judíos de Roma como un anuncio del
nacimiento del Mesías. Los cristianos romanos provenientes del judaísmo, lo
refirieron al nacimiento de Cristo. El aceite, de esta leyenda. que se quema en
la lámpara (o bien, la cera), para transformarse en luz, son una metáfora del
cristiano que espera, con la fe de la luz de la Noche de Pascua, la consumación
de la historia y del cosmos, la venida de Jesucristo.
2.TRADICIONES QUE DAN ORIGEN A LA
CORONA DE ADVIENTO.
Tradiciones y costumbres diversas
convergen en esta costumbre familiar de encender velas en una corona de abeto
cuatro semanas antes de la fiesta de la navidad,
a) Simbología desde la historia de las
religiones
Para la antigüedad las lámparas de
aceite o las velas confeccionadas con la cera de la abeja, no eran simple linternas
modernas, sino objetos con un significado religioso. La luz, que porta la
lámpara, se identificaba con los conceptos del bien y del mal, el orden y el
caos, la búsqueda del conocimiento, la iniciación, la verdad, la vida y la
muerte.[1]
El hecho de encender lámparas y
luminarias con una finalidad cultual y apotropaica, está atestiguado en la
historia de las religiones. La luz proveniente de la lámpara ahuyenta los
poderes maléficos e inquietantes de la tiniebla. La lámpara es signo de la
presencia real de Dios. Así el Corán declara: “Dios es la luz de los cielos
y de la tierra. Su luz es como una hornacina en la que hay un pábilo encendido” (Sura
24, 35).
En ocasiones las lámparas, como
símbolo de la vida, eran colocadas en las columnas de las necrópolis funerarias
y en las tumbas de los difuntos. En la tumba de Tutankhamón, descubierta en 1922 por el
inglés Howard Carter, se hallaron lámparas de aceite. La piedad
popular cristiana pone la candela, bendecida en el día de la Presentación,
entre las manos del fiel, en su lecho de muerte, para que ilumine los últimos
pasos de su camino hacia la eternidad.
El hecho de encender las luces tanto
de la casa como del templo tenía un valor religioso cultual. La mujer hebrea
enciende ritualmente las luces de la fiesta del Sabbath. Entre los
griegos y los romanos cuando el portador de la luz entraba pronunciaba una
bendición o un buen deseo tal como “¡buena sea la luz!”. A lo que se
respondía: “¡Bienvenida sea la luz!”. Todavía en el oficio
hispanomozárabe se saluda diciendo: “En el nombre de nuestro Señor
Jesucristo luz con paz”
Los templos estaban iluminados por la
luz de muchas lámparas Así en los templos egipcios se encendían luminarias en
la noche de fin de año. En los templos grecoromanos las doncellas “vestales”
cuidaban celosamente de que nunca se apagara el fuego de las "lámparas
virginales". Por lo tanto, encender la luz de la lámpara para disipar la
tiniebla y alentar la fe es una constante en la historia de las religiones.
La lámpara manifestaba la luz divina,
y a la vez, ilumina los ojos y las conciencias de los fieles. Para facilitar su
función iluminadora la vela se colocaba sobre soportes y pedestales, de donde
surgieron los candelabros y las coronas dedicadas a la iluminación. La corona
iluminatoria era un respaldo decorado de hojas de helecho, u otras hojas,
perlas pequeñas y rayos metálicos. En este tipo de luminarias el simbolismo de
la luz se une al simbolismo religioso de la corona. La forma circular de la
corona hace referencia al simbolismo del cielo y, por lo tanto de la eternidad.
La corona de adviento enlaza con
estas tradiciones, como lucernario anual, en el solsticio de invierno del
hemisferio norte.
b) Influencia Judía: la fiesta de la
Hanukkah.
La simbología de los elementos
naturales recogida en la historia religiones, no es elemento principal para
explicar los signos de la revelación judeocristiana. En la fe revelada el punto
central se desplaza de la naturaleza a la historia. La corona de adviento no
está sujeta solamente a la Simbología del solsticio de invierno sino a la
revelación divina, tal y como la encontramos en la fiesta rabínica de la Hanukkah.
La fiesta de la Hannukkah, también conocida como festival de las luces,
comprende 8 días desde el 25 de Kislev hasta el 3 de Tevet[2] y conmemora la victoria de Judas
Macabeo contra los Griegos y la purificación y dedicación del templo[3] el 25 de Kislev del año 164 a.
C. El Talmud describe en la Guemara, en el tratado Shabat (21b)[4] que los Macabeos, al entrar en el
Templo profanado, no encontraron aceite puro para encender la Menorah.
Tan solo había una alcuza aún sellada por el Sumo Sacerdote, con aceite para
iluminar un día, pero que, milagrosamente, iluminó durante ocho días, tiempo
necesario para consagrar el nuevo aceite. En un ambiente festivo, semejante a
la Navidad cristiana, las familias judías piadosas encienden gradualmente
durante ocho días, -una luz cada día- de la Menorah, conmemorando
la victoria de Dios sobre oscuridad de la injusticia y la impiedad[5]. La progresión de las luces indica que la
luz eterna llenará todo de luz: "nosotros encendemos estas luces
por los milagros...", por cada luz, un milagro; por cada milagro,
la luz se engrandece.
c) Tradiciones cristianas.
Decoración
de los Altares
Las lámparas y las coronas iluminan
las iglesias y altares cristianos. Desde el siglo IV tenemos noticia de la
existencias de coronae, canthara, polycandilon, gabatae. que
iluminaban las Basílicas y las iglesias altomedievales. El Liber
Pontificalis (I, 172-187) narra que Constantino donó a la basílica de
San Pedro una corona de ochenta delfines de oro, otra de plata y más de cien
coronas para las naves de la iglesia. Estas coronas colgaban de las pérgolas de
los antiguos altares. El Liber Ordinum recoge una bendición
para ellas[6] y el descubrimiento arqueológico
del tesoro visigótico de Guarramar lo confirma.
El
rito del Lucernario
La asamblea litúrgica, reunida en
oración, al encender las lámparas, daba gracias a Dios, proclamando la llegada
de la luz indeficiente. La Tradición Apostólica, atribuida a San Hipólito,
describe la introducción de la lámpara en la cena comunitaria: “Te
damos gracias, Señor, por tu Hijo Jesucristo, por quien nos esclareciste
revelándonos la luz incorruptible”[7].
También las Constituciones Apostólicas señala la recitación
del salmo lucernario (con seguridad el salmo 140) y una oración conclusiva
proclamando Cristo como causa de la luz del conocimiento y de la revelación[8]. La celebración de las Vísperas se unía, al rito
del lucernario, como lo muestra el Concilio primero de Toledo (a. 400)[9]. El rito del Lucernario se conserva de
manera muy especial y significativa en la noche pascual[10].
La fiesta de Santa Lucía en Suecia.
En los países escandinavos, de manera especial en Suecia, se celebra la festividad
de Santa Lucía en medio del tiempo de Adviento. En esta fiesta, de origen
católico, se representa una procesión con luminarias protagonizada,
principalmente por niñas y jovencitas (aunque también participan los niños),
vestidas con túnicas blancas, velas y lámparas. Una de las jovencitas
representa el papel de Lucía, vestida con alba blanca y cíngulo rojo en la
cintura y una corona en la cabeza, formada por ramas y hojas de arándano sobre
la que se fijan unas velas. Santa Lucía es acompañada por un cortejo de niñas (tärnor="doncellas")
y stjärngossar ("niños de la estrella", en una
posible alusión a la figura de los reyes magos) a los que se les viste con
cucuruchos de cartón con estrellas, a modo de los capirotes de nazarenos. La
procesión es acompañada de cantos y deseos que expresan que la luz vencerá
sobre la tiniebla. La representaciones van acompañadas de comidas especiales y
encuentros entre familias, festivales escolares. La corona de luz sobre las
cabeza, el decorado de hojas húmedas que evite riesgo de quemaduras, el deseo
de paz y felicidad y la preparación de la Navidad son temas coincidentes con la
corona de Adviento. De la fiesta de Santa Lucía sueca tenemos noticias desde el
siglo XIX, sin embargo, fue a comienzos del siglo XX, cuando alcanzó más
popularidad.
El origen de esta costumbre podemos vislumbrarla en que el día 13 de
diciembre era para el calendario Juliano el día del solsticio de invierno hasta
la reforma del papa Gregorio XIII (calendario Gregoriano) el día 4 de octubre
de 1582, que añadió 10 días. Sin embargo, no todos los países aceptaron el
calendario gregoriano. Inglaterra, las colonias norteamericanas, y otros países
de iglesias evangélicas no adoptaron la reforma. Inglaterra y Suecia la
adoptaron el 2 de septiembre año 1752, añadiendo once días de corrección.
Todavía las iglesias ortodoxas no aceptan el calendario gregoriano. El
directorio sobre la piedad popular y la liturgia (DPL) señala en el
número 100 la importancia de conservar las témporas de invierno. Éstas giran
sobre el solsticio de invierno como comienzo del ciclo de la naturaleza.
3. LA CORONA DEL ADVIENTO OBJETO LITÚRGICO
El encendido progresivo de las velas de la corona de Adviento, es una
tradición familiar antes que litúrgica. Como en la Hanukkah judía es la familia
la que es congregada para leer una lectura breve de la palabra de Dios, rezar
una oración y encender la corona. El DPL señala en el número 98 que la
costumbre germánica y norteamericana de la colocación de cuatro cirios sobre
una corona de ramas verdes se ha convertido en un símbolo del Adviento en los
hogares cristianos.
a) En el Bendicional
La corona de Adviento no aparece en las ediciones típicas de los libros
litúrgicos. Si existe en la
edición castellana del Bendicional. Resulta muy interesante
en donde se encuentra en el libro litúrgico: En la tercer parte, dedicada a
“las bendiciones de las cosas que en las iglesias se destinan al uso litúrgico
o a las prácticas de devoción”, dándoles una consideración litúrgica y no
devocional, pues no figura en la cuarta parte, la de las“bendiciones
dedicadas a ciertos objetos de devoción del pueblo cristiano”. El capítulo
XXXVII está dedicado a la Bendición de la corona de Adviento. Este capítulo
comprende una introducción pastoral (núms. 1235-1237); Un formulario para la
bendición de la corona en familia (núms. 1238-1240) y un formulario de
bendición en la Iglesia (núms 1241-1242): Al comienzo de la celebración de la
Misa, después del saludo inicial y sustituyendo el acto penitencial. La formula
de bendición es la misma tanto para la familia como para la iglesia (nums.
1240. 1242). En la misa esta bendición se repite cada domingo, sustituyendo el
rito penitencial según se desprende de la rúbrica del núm 1242: “Y se
enciende el cirio que corresponda según la semana del Adviento”. Se trata
de una novedad importante para la consideración de la corona, pues el hecho de
recibir una bendición la convierte en un verdadero sacramental, y además, al
hacerlo en sustitución del acto penitencial, la convierte en un verdadero rito
litúrgico, que contiene una monición y una oración. La liturgia está formada,
según la cita afortunada del concilio, por ritos y oraciones, “per ritus et
praeces” (SC 48), o bien, textos y ritos “textus et ritus” (SC
21), por lo que podemos declarar que el Bendicional Castellano[12] aprobado por la Santa Sede, eleva
la Corona de adviento al rango de rito y objeto litúrgico. Esto supone una
riqueza, espiritual y eucológica del libro litúrgico, que cumple con el número
79 de la Constitución de liturgia, que pide, en la reforma de los sacramentales,
puedan añadirse otros nuevos, de cara a la participación activa consciente de
los fieles, según la necesidad.
En las observaciones previas núms. 1235- 1237 exponen el significado de
la corona del adviento. “La corona es un signo que expresa la alegría
del tiempo de preparación a la Navidad”. “La bendición subraya el significado
religioso del signo” (nº 1235). La Luz indica el camino, aleja el miedo y
favorece la comunión; es símbolo de Jesucristo luz del mundo”(nº 1236). La
gradualidad del encendido indica la ascensión progresiva hacia la plenitud de
la Navidad (nº1236). Todos estos contenidos son los que hemos desarrollado en
nuestra exposición; la referencia indirecta a la fiesta de Hanukka se hace
patente en estos párrafos. “El color verde de la corona significa la vida y
la esperanza” (nº 1236). La corona del Adviento es, pues un
símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas
y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su
muerte nos ha dado la verdadera vida (nº 1237).
Lo expuesto hasta ahora nos lleva a afirmar que la Corona de Adviento no
es un objeto alitúrgico, ni simplemente una transposición pagana costumbres
ancestrales. Los simbolismos naturales no son ni paganos ni cristianos, son
simplemente religiosos, se hacen patentemente cristianos cuando la Palabra de
Dios y la oración los iluminan y los explican. La liturgia actual ha hecho un
bello proceso de inculturación para asumir, en las iglesias y las
celebraciones, la corona de las luces del Adviento como el objeto que define,
de manera plástica, el sentido de este tiempo. Además posee una gran fuerza
evangelizadora en el seno de la familia, que se reúne (como el Belén navideño o
el árbol de Navidad) en oración entorno al encendido de sus llamas.
b) En la piedad popular y tradiciones orientales
El DPL añade un significado nuevo: “La corona de Adviento... es
memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de
Cristo...”. El Directorio recoge una de las tradiciones que explican el
significado. Según ésta, la primera luz simbolizaría el perdón
otorgado a Adán y Eva; la segunda, la fe de Abraham y de los
patriarcas; la tercera sería expresión del gozo de David y de los Hijos de
Sión, que se alegran con la venida de su Rey; la cuarta simbolizaría la
enseñanza de los profetas, que anunciaron que el Mesías nacería de la Virgen
María. Pero para otras tradiciones, a la primera candela representa la
penitencia y se la llama “la Vela del Profeta”. La segunda, llamada “la
Vela de Belén”, por la profecía de Miqueas (Mi 5, 2; Cfr. Mt 2, 6; “Y
tu Belén de Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá”,)
representa la humildad. La tercera candela significa gozo es llamada “la
Vela de los Pastores”, que recuerda que ha pasado ya más de la mitad del
tiempo de Adviento. La cuarta candela significa la Paz, y se llama “Vela de
los Ángeles”, que al anunciar la llegada del Mesías desearon paz a los
hombres de buena voluntad (“pax hominibus bonæ volutatis”).
En cuanto al color varia también
según las tradiciones. En algunos lugares de tradición católica las velas
adoptan el color litúrgico, de este modo, el significado de las velas se enlaza
con el color; las tres velas del color morado hacen más referencia a la conversión
y a la preparación, la vela rosa, al gozo de la espera, pues se ha alcanzado la
mitad del Adviento. También se utiliza el color azul añil sobre todo en las
iglesias de tradición Anglicana e Iglesias evangélicas, que quieren reservar el
morado para la cuaresma. En otras tradiciones se coloca también una vela blanca
que se enciende en navidad como signo de la luz de Cristo, el sol que nace de
lo alto. Los colores de las velas de la corona de adviento no dejan de ser una
adaptación a su uso litúrgico, bien podrían ser del color natural de la cera.
Algunas familias e iglesias de rito
oriental han asumido la corona de adviento colocándole, en lugar de cuatro,
seis velas, debido a que el tiempo de Subbara(anunciación) de
preparación para la Navidad dura seis semanas para los siro-occidentales (los
caldeos tienen cuatro) y cuatro semanas para los ritos siro-orientales. La
liturgia Bizantina no tiene un periodo definido para la preparación de la
Navidad, Éste comienza el segundo domingo anterior a la fiesta y de manera
propia a partir del 20 de diciembre.
En cuanto a la decoración de la
corona, además de las ramas de hojas perennes: abeto, pino, arándano, muérdago... en ocasiones se le colocan manzanas de adornos o bolas rojas en
alusión a la manzana del pecado[13] y a Cristo, fruto del árbol de la
Cruz; si por el fruto de un árbol hemos sufrido la muerte, por el fruto del
Árbol hemos recibido la salvación[14]. Esta simbología está presente en
otro objeto litúrgico y devocional: él árbol de navidad. Pero, esa es otra
historia, y como dijo un novelista contemporáneo tendrá que ser contada en otra
ocasión...
Pedro Manuel Merino Quesada.
[1] Cfr. P. Grison, ”lámpara”, en J. Chevalier – A. Gheerbrant. Diccionario de los
símbolos. Barcelona 2003. 627-628. AA.VV., “Luz”, en Ibidem.
663-668.
[2] Mediados de diciembre: En el año 2009 el 12 de diciembre; en el año 2010
el 2 de diciembre; en el año 2016 coincidirá con 25 de diciembre; Cfr. World
Wide Web: http://en.wikipedia.org/wiki/Hanukkah
[5] Algunas
comunidades sefardíes y Mizrahim suele cantar el himno Ma'oz Tzur escrito
en Alemania en la Edad Media. El himno recorre la historia de la salvación,
dando gracias, por la liberación del Éxodo, El Cautiverio en Babilonia, el
milagro de la festividad de la Purim, y la victoria Macabea.
[6] M.
Ferotin, Le liber ordinum, en usage dans l’Église wisigothique
et mozarabe d’Espagne du cinquième au onzième siècle, reimpresión de
la edición de 1904 preparada y presentada por Anthony Ward, SM y Cuthbert Johnson, Bibliotheca &
Ephemerides Liturgicæ.- Subsidia. Instrumenta Liturgica Quarreriensia. CLV -
Edizioni liturgiche. Roma 1996,col 165-166.
[7] “Didajé”, cap. 25, ed.
en “La Didaje y la Tradición Apostólica”, Cuadernos Phase 75,
Barcelona 1996, 40.
[8] “Las Constituciones
Apostólicas”, Lib. VIII, 35, 1. 37, 5, ed. en Cuadernos Phase 181,
Barcelona 2008, 282-284.
[9] Monumenta Hispanie Sacra (MHS), La Colección Hispánica,
Concilios Galos, concilios hispanos, primera parte, Madrid 1984. Vol. IV,
332 nº 110.
[10] F.M.
Arocena, “Ipsius sunt tempora . Los ritos sobre el cirio pascual:
entre historia, teología y oración”: Ecclesia Orans 24 (2007) 145-172.
[14] Las representaciones románicas
de la Inmaculada Concepción de María, muestran a la Virgen que en su mano
enseña una manzana en alusión al fruto bendito de su vientre que curará el
veneno mortal del fruto del primer árbol.
CAPÍTULO XXXVII DEL BENDICIONAL
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
1235. La «Corona de Adviento» o «Corona de
las luces de Adviento» es un signo que expresa la alegría del tiempo de
preparación a la Navidad.
Por medio de la bendición de la corona
se subraya su significado religioso.
1236. La luz indica el camino, aleja el
miedo y favorece la comunión.
La luz es un símbolo de Jesucristo,
luz del mundo. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona
muestra la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad. El color
verde de la corona significa la vida y la esperanza.
1237. La corona de Adviento es, pues,
un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las
tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros,
y con su muerte nos ha dado la verdadera vida.
I. RITO DE LA BENDICIÓN EN LA FAMILIA
1238. El
ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del
Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
MONICIÓN INTRODUCTORIA
Al comenzar el nuevo año litúrgico
vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento.
Sus luces nos recuerdan que Jesucristo
es la luz del mundo.
Su color verde significa la vida y la
esperanza.
El encender, semana tras semana, los
cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para
recibir la luz de la Navidad.
1239. Uno de los presentes,
o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Is 60, 1: ¡Levántate,
brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
1240. Luego el ministro, si
es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos
juntas, dice la oración de bendición:
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos
días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como
luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la
ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo
ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el
tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que,
mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a
nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,iluminará
todas las oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de
los siglos.
R. Amén.
Y se enciende el cirio que
corresponda según la semana de Adviento.
II. RITO DE LA BENDICIÓN EN LA IGLESIA
1241. La «Corona de
Adviento», que se ha instalado en la iglesia, se puede bendecir al comienzo de
la Misa. La bendición se hará después del saludo inicial, en lugar del acto
penitencial.
MONICIÓN INTRODUCTORIA
Hermanos: Al comenzar el nuevo año
litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de
Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color
verde significa la vida y la esperanza.
La corona de Adviento es, pues, un
símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte,
porque
el Hijo de Dios se ha hecho hombre y
nos ha dado la verdadera vida.
El encender, semana tras semana, los
cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para
recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento,
bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.
1242. Luego
el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos exüdidas, si es laico,
con las manos juntas, dice la oración de bendición:
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos
días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como
luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la
ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu
pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con
luces.
Ahora, pues, que vamos a empezar el
tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que,
mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos ilumines con el
esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las
oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de
los siglos.
R. Amén.
Y se enciende el cirio que
corresponda según la semana del Adviento.
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