¡Apiádate,Padre misericordioso,
borra en nosotros la culpa del pecado!
¡Señor Jesucristo,Cordero de Dios,
asciende nuevamente a la cruz!
¡Dios Espíritu Santo, dador de la vida,22
lleva al mundo a su plena redención!
(Padre José Kentenich)
Celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad:
Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo, fiesta de Dios, del centro de nuestra fe.
Cuando se piensa en la
Trinidad, por lo general viene a la mente el aspecto del
misterio: son tres y son uno, un solo Dios en tres Personas. En realidad, Dios
en su grandeza no puede menos de ser un misterio para nosotros y, sin embargo,
él se ha revelado: podemos conocerlo en su Hijo, y así también conocer al Padre
y al Espíritu Santo. La liturgia de hoy, en cambio, llama nuestra atención no
tanto hacia el misterio, cuanto hacia la realidad de amor contenida en este
primer y supremo misterio de nuestra fe. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
son uno, porque Dios es amor, y el amor es la fuerza vivificante absoluta, la
unidad creada por el amor es más unidad que una unidad meramente física. El
Padre da todo al Hijo; el Hijo recibe todo del Padre con agradecimiento; y el
Espíritu Santo es como el fruto de este amor recíproco del Padre y del Hijo.
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
Estadio de Serravalle - República de San
Marino Domingo 19 de junio de 2011 Fiesta de la
Santísima Trinidad
INTROITUS
RITOS
INICIALES
Los ritos que preceden a la
liturgia de la Palabra,
es decir la entrada, el saludo, el acto penitencial, el Señor, ten piedad, el
Gloria y la oración colecta, tienen carácter de exordio, introducción y preparación.Su finalidad es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad y se dispongan a escuchar debidamente la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía. (IGMR 46)
El sacerdote, los diáconos y los ministros,
cuando llegan al presbiterio, saludan al altar con una
inclinación profunda.
En señal de veneración, el sacerdote y el diácono besan después el
altar; y el sacerdote, según las
circunstancias, inciensa la cruz y el altar. (IGMR 49)
LITURGIA DE LA
PALABRA
La
proclamación de las lecturas, según la tradición, no es una función
presidencial sino ministerial.
Por lo tanto un lector hará las lecturas, pero el Evangelio será anunciado por
el diácono o, en
su ausencia, por otro sacerdote. Sin embargo, si no hubiera diácono u otro
sacerdote, el mismo sacerdote
celebrante leerá el Evangelio; y si tampoco hubiera un lector idóneo, el
sacerdote celebrante también
proferirá las otras lecturas.
Después
de cada lectura, el que la lee dice la aclamación, y el pueblo congregado, con
su respuesta,
venera la Palabra
de Dios recibida con fe y espíritu agradecido. (IGMR 59)
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Mt 28, 16-20
Después de la Resurrección del
Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había
citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía
dudaron. Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y
en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y Yo estaré con ustedes
todos los días hasta el fin del mundo».
S: Palabra del
Señor
Verbum
Domini.
T: Laus tibi, Christe
HOMILIA
LITURGIA EUCARÍSTICA LITURGIA
EUCHARISTICA
PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, por la invocación
de tu Nombre santifica los dones que te presentamos y por ellos conviértenos
también a nosotros en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sanctífica, quæsumus, Dómine Deus noster, per tui nóminis invocatiónem,
hæc múnera nostræ servitútis, et per ea nosmetípsos tibi pérfice munus ætérnum.
Per Christum.
Prex Eucharistica PLEGARIA EUCARISTICA
Junta las manos y,
manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te
suplicamos
que santifiques por el
mismo Espíritu
estos dones que hemos
separado para ti,
Junta las manos y traza el
signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean
Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor
nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar
estos misterios.
Porque él mismo, la noche
en que iba a ser entregado,
Toma el pan y,
sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias
te bendijo, lo partió
y lo dio a sus
discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros.
Muestra el pan consagrado
al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Toma el cáliz y,
sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus
discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz
de mi Sangre,
Sangre de la alianza
nueva y eterna,
que será derramada por
vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los
pecados.
Haced esto en
conmemoración mía.
Muestra el cáliz al pueblo,
lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
DOXOLOGÍA
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi: miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi: miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi: dona nobis pacem
Luego, de pie en la sede o
en el altar, el sacerdote dice:
Oremos.
Y todos, junto con el
sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio
ya se haya hecho antes.
Después el sacerdote, con
las manos extendidas, dice la oración después de la comunióñ.
El pan que baja del cielo
7. La primera realidad de la fe
eucarística es el misterio mismo de Dios, el amor trinitario. En el diálogo de
Jesús con Nicodemo encontramos una expresión iluminadora a este respecto: «
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no
mandó a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se
salve por él » (Jn 3,16-17). Estas palabras muestran la raíz última del
don de Dios. En la
Eucaristía, Jesús no da « algo », sino a sí mismo; ofrece su
cuerpo y derrama su sangre. Entrega así toda su vida, manifestando la fuente
originaria de este amor divino. Él es el Hijo eterno que el Padre ha entregado
por nosotros. En el Evangelio escuchamos también a Jesús que, después de haber
dado de comer a la multitud con la multiplicación de los panes y los peces,
dice a sus interlocutores que lo habían seguido hasta la sinagoga de Cafarnaúm:
« Es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es
el que baja del cielo y da la vida al mundo » (Jn 6,32-33); y llega a
identificarse él mismo, la propia carne y la propia sangre, con ese pan: « Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para
siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo » (Jn
6,51). Jesús se manifiesta así como el Pan de vida, que el Padre eterno da a
los hombres.
Don gratuito de la Santísima Trinidad
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL SACRAMENTUM CARITATIS
DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI SOBRE LA EUCARISTÍA
FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA Y DE LA MISIÓN DE LA
ANGELUS DOMINI Y CONSAGRACIÓN A LA MATER
El objetivo del Año de la Corriente del Santuario es afianzar esta
red de Santuarios centrados en el Santuario Original, del que fluyen y
al que regresan todas las gracias. Todo se ha originado en Schoenstatt y
nuestro peregrinar finalmente nos lleva de vuelta ahí. El nuevo
entusiasmo que nos embarga por la importancia del Santuario Original en
nuestros tiempos, como un lugar de gracias y la presencia de lo santo
entre nosotros, como un lugar donde Dios y las naciones se encuentran, y
como un lugar de fervor misionero, le da al Año de la Corriente del
Santuario un significado más profundo.
P. José María García
No hay comentarios:
Publicar un comentario