viernes, 22 de junio de 2012

Santuario Cenáculo de Bellavista 11 del tiempo ordinario 17 de junio 2012








Es el sacerdote el que hace posible que haya Eucaristía. ¿Y quién si no el sacerdote, para traernos la presencia viva de Cristo mismo en su cuerpo y en su sangre, a través de sus manos ungidas? Jesús mismo así lo dispuso. Eligió primeros a sus discípulos, para quedarse en ellos, y así en ellos, hacerse presente en la Eucaristía. Si no hubiese sacerdotes, no tendríamos la Eucaristía. San Alberto Hurtado, primer santo chileno lo expresa de una manera muy bonita y certera en su Meditación sobre el Reino:
El sacerdocio, las misiones, las obras de Caridad no son materia de obligaciones, de pecado, son absolutamente necesarias para la Iglesia y son obra de la generosidad. El día que no haya sacerdotes no habrá sacramentos y el sacerdocio no es obligatorio. El día que no haya misioneros, no avanzará la fe, y las misiones no son obligatorias. El día que no haya quienes cuiden a los leprosos, a los pobres... no habrá el testimonio distintivo de Cristo, y esas obras no son obligatorias... El día que no haya santos, no habrá Iglesia y la santidad no es obligatoria. ¡Qué grande es esta idea! ¡La Iglesia no vive del cumplimiento del deber, sino de la generosidad de sus fieles! ¡Qué grande es la confianza que Dios nos ha hecho al fiarse de nuestra nobleza, de nuestra generosidad y esperar que le respondamos!” 
Sacerdote y Eucaristía están indisolublemente unidos, ya no sólo porque sin los sacerdotes no se puede celebrar la Eucaristía y los sacramentos, sino porque el sacerdote se identifica plenamente con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, es lo que define la esencia de su ministerio. El sacerdote es otro Cristo aquí en la tierra y se entrega en la Eucaristía para que la Iglesia tenga el alimento de vida eterna. El sacerdote se dona a sí mismo como alimento para la vida de los hombres, como Cristo, es anfitrión de este banquete y además alimento, Pastor y Pasto. Un sacerdote puede hacer muchas cosas, puede desplegar muchas capacidades y desarrollar muchos proyectos pero si no celebra la Eucaristía pierde su esencia, se aísla de la fuente de vida, muere. 
(EXTRACTO HOMILÍA EN LA PRIMERA MISA DEL RVDO. PADRE JAIME VIVANCOS MACHIMBARRENA )Madrid, 10 de Junio de 2012 P.Juan Barbudo Sepúlveda




El Dios redentor, que vino a nosotros era la Palabra eterna, pero el modo en que se introdujo no fue como una luz que ilumina el intelecto o como algo que es leido en un libro impreso. Dios se hizo hombre, "se hizo carne" para que pudiese ser visto, oido, tocado con las manos, tal como san Juan Subraya tan enérgicamente al comienzo de su primera carta. Este misterio de la encarnación se prolonga y sigue obrando en la palabra proclamada y la liturgia. La Palabra debe ser oida, pero que sea escuchada presupone el silencio
(Romano Guardini)


Evangelio según San Marcos 4,26-34.
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.




Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice una de las siguientes fórmulas:
Orad, hermanos,para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Orate, fratres, ut meum ac vestrum sacrificium acceptabile fiat apud Deum Patrem omnipotentem!

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oratio Super oblata (nos ponemos de pie)
Dios nuestro, que en estos dones que te presentamos has otorgado al hombre el pan que lo alimenta y el sacramento que le da nueva vida, haz que nunca llegue a faltarnos este sustento del cuerpo y del espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui humáni géneris utrámque substántiam præséntium múnerum et aliménto végetas et rénovas sacraménto, tríbue, quæsumus, ut eórum et corpóribus nostris subsídium non desit et méntibus. Per Christum.


En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de su pasión: "Tomó pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos gracias al Creador por el pan y el vino (cf Sal 104,13-15), fruto "del trabajo del hombre", pero antes, "fruto de la tierra" y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia ve en en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y vino" (Gn 14,18), una prefiguración de su propia ofrenda (cf Plegaria Eucaristía I o Canon Romano, 95; Misal Romano).
CIC 1333





Eres pan de los hijos de Dios,134
vino que nacen almas virginales,
alimento que reverencian los martires,
manantial para alegres heraldos de la redención
Padre José Kentenich


Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.





Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche.
Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.
Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad.
En la Eucaristía te has hecho "remedio de inmortalidad": danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin.
Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.
(Papa Juan Pablo II HOMILÍA Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro Domingo 17 de octubre de 2004


 

ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Oremus

Que nuestra participación en este sacramento signo de la unión de los fieles en ti, contribuya, Señor, a la unidad de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Hæc tua, Dómine, sumpta sacra commúnio, sicut fidélium in te uniónem præsígnat, sic in Ecclésia tua unitátis operétur efféctum. Per Christum.






Desde el altar 162
nos dirigimos,Señor,
a dar forma
a la vida cotidiana
Padre Jose Kentenich del libro Hacia el Padre









El objetivo del Año de la Corriente del Santuario (2011-2012) es afianzar esta red de Santuarios centrados en el Santuario Original, del que fluyen y al que regresan todas las gracias. Todo se ha originado en Schoenstatt y nuestro peregrinar finalmente nos lleva de vuelta ahí. El nuevo entusiasmo que nos embarga por la importancia del Santuario Original en nuestros tiempos, como un lugar de gracias y la presencia de lo santo entre nosotros, como un lugar donde Dios y las naciones se encuentran, y como un lugar de fervor misionero, le da al Año de la Corriente del Santuario un significado más profundo.
P. José María García

Enlace:
SantuarioCenaculoDeBellavista11DelTiempoOrdinarioDomingo17DeJunio2012 

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