En la liturgia, y especialmente en su punto culminante, la
eucarístia, nos sale al encuentro este Jesús crucificado y glorificado, raiz
que sustenta todo el arbol. Por eso no seamos sólo discípulo del Cristo histórico,
sino sobre todo hijos de la eucarístia; que arda en nosotros un amor apasionado
por la Eucarístia. He aquí entonces la raiz. Y cuanto más firme sea ella, cuanto más preocuremos la
uníon con Cristo, tal como sale a nuestro encuentro, vivo en la liturgia, tanto
mas cierta será la esperanza de que el Señor cobra en nosotros vida y figura.
Padre Jose Kentenich
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