ORDO MISSA Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. (S). Blanco.
RITOS
INICIALES RITUS INITIALES
INTROITUS
ANTIFONA DE
ENTRADA Sal 80, 17
Alimentó a su pueblo con
lo mejor del trigo y lo sació con miel sacada de la roca.
Cibávit eos ex ádipe fruménti, et de petra melle saturávit eos.
Il Signore ha nutrito il suo popolo con fior di frumento, lo ha saziato di miele della roccia.
Reunido el pueblo, el
sacerdote con los ministros va al altar, mientras se entona el canto de
entrada.
Cuando llega al altar, el sacerdote
con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar y, si se juzga
oportuno, lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado
el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras
el sacerdote dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo
In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.
Amen.
El sacerdote, extendiendo las manos,
saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
Saludo Salutatio
El
Señor esté con vosotros
Dominus vobiscum.
Respuesta
Y
con tu espíritu.
Et cum spiritu tuo.
ACTO PENITENCIAL
Actus Pænitentialis
Kyrie, eleison.
Kyrie, eleison.
Christe, eleison.
Christe, eleison.
Kyrie, eleison.
Kyrie,
eleison.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad
Gloria
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del
mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo
atiende nuestra súplica
tú que estás sentado a la derecha
del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Glória in excélsis Deo
et in terra pax homínibus bonae
voluntátis.
Laudámus te,
benedícimus te,
adorámus te,
glorificámus te,
grátias ágimus tibi propter
magnam glóriam tuam,
Dómine Deus, Rex caeléstis,
Deus Pater omnípotens.
Dómine Fili unigénite, Iesu
Christe,
Dómine Deus, Agnus Dei, Fílius
Patris,
qui tollis peccáta mundi,
miserére nobis;
qui tollis peccáta mundi, súscipe
deprecatiónem nostram.
Qui sedes ad déxteram Patris,
miserére nobis.
Quóniam tu solus Sanctus, tu
solus Dóminus,
tu solus Altíssimus,
Iesu Christe, cum Sancto Spíritu:
in glória Dei Patris.
Amen.
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos
juntas dice:
Oremos.
Y todos junto con el sacerdote rezan en silencio
durante unos instantes. Luego el sacerdote con las manos extendidas pronuncia
la oración colecta. Cuando ésta finaliza el pueblo aclama: Amen.
ORACIÓN COLECTA Collecta
S: Oremus
Señor nuestro Jesucristo, que
en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos
venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos
constantemente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas con el
Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.
Deus, qui nobis sub sacraménto mirábili passiónis
tuæ memóriam reliquísti, tríbue, quæsumus, ita nos Córporis et Sánguinis tui
sacra mystéria venerári, ut redemptiónis tuæ fructum in nobis iúgiter
sentiámus. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitáte Spíritus Sancti, Deus,
per ómnia sæcula sæculórum.
Signore Gesù Cristo, che nel mirabile sacramento dell'Eucaristia ci hai
lasciato il memoriale della tua Pasqua, fa' che adoriamo con viva fede
il santo mistero del tuo Corpo e del tuo Sangue, per sentire sempre in noi i
benefici della redenzione. Tu sei Dio...
LITURGIA DE LA
PALABRA/
Liturgia Verbi
El lector va al ambón y lee la primera lectura,
que todos escuchan sentados.
Para indicar el fin de la lectura, el lector
dice:
Palabra de Dios.
Todos aclaman:
Te alabamos, Señor.
El salmista o el cantor entona la antífona del
salmo, y el pueblo la repite y la intercala entre las estrofas.
Si hay segunda lectura, se lee en el ambón, como
la primera.
Para indicar el fin de la lectura, el lector
dice:
Palabra de Dios.
Todos aclaman:
Te alabamos, Señor.
Sigue el canto del Aleluya o, en tiempo de
Cuaresma, el canto antes del evangelio.
Mientras tanto, si se usa incienso, el sacerdote
lo pone en el incensario.
Después el diácono (o el concelebrante que ha de
proclamar el evangelio, en la misa presidida por el Obispo), inclinado ante el
sacerdote, pide la bendición, diciendo en voz baja:
Padre, dame tu bendición.
El sacerdote en voz baja dice:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que
anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo.
El diácono o el concelebrante se signa y
responde: Amén.
Si el mismo sacerdote debe proclamar el
evangelio, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio.
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón,
acompañado eventualmente por los ministros que llevan el incienso y los cirios;
ya en el ambón dice:
El Señor esté con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote):
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san N.
Mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el
libro y sobre su frente, labios y pecho.
El pueblo aclama:
Gloria a ti, Señor.
El diácono (o el sacerdote), si se usa incienso,
inciensa el libro.
Luego proclama el evangelio.
Acabado el evangelio el diácono (o el sacerdote)
dice:
Palabra del Señor.
Todos aclaman:
Gloria a ti, Señor Jesús.
Si la aclamación es cantada pueden usarse otras
respuestas de alabanza a Jesucristo, por ejemplo:
Tu palabra, Señor, es la verdad, y tu ley nuestra
libertad.
O bien:
Tu palabra, Señor, es lámpara que alumbra nuestros pasos.
O bien:
Tu palabra, Señor, permanece por los siglos.
Después el diácono lleva el libro a quien
preside, y éste lo besa, diciendo en secreto:
Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.
O bien el mismo diácono besa el libro, diciendo
en secreto las mismas palabras.
Luego tiene lugar la homilía; ésta es
obligatoria todos los domingos y fiestas de precepto y se recomienda en los
restantes días.
Acabada la homilía, si la Liturgia del día lo
prescribe, se hace la profesión de fe:
Primera lectura
Lectio prima
Lectura del libro del Éxodo. Éx 24, 3-8
En aquellos días: Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: “Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor”. Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó:”Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: “Ésta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas”.
En aquellos días: Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: “Estamos decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor”. Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión. Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó:”Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: “Ésta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas”.
Verbum
Dòmini.
T: Deo
gratias.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor
SALMO RESPONSORIAL. PSALMUS RESPONSORIUS
SALMO Sal 115, 12-13.
15-18
R. Alzaré la
copa de la salvación e invocaré el Nombre del Señor
¿Con qué pagaré al
Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de la salvación e invocaré el
Nombre del Señor.
R.
¡Qué penosa es para
el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy tu servidor, tu servidor, lo
mismo que mi madre: por eso rompiste mis cadenas.
R.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza, e invocaré el Nombre del Señor. Cumpliré mis votos al
Señor, en presencia de todo su pueblo.
R.
SEGUNDA LECTURA LECTIO SECUNDA
Hermanos:
Cristo, a diferencia de los sacerdotes del culto antiguo, ha venido como Sumo
Sacerdote de los bienes futuros. Él, a través de una Morada más excelente y
perfecta que la antigua –no construida por manos humanas, es decir, no de este
mundo creado–, entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de
chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención
eterna. Porque si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que
se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica,
obteniéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra
del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia
de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios
viviente! Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los
hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos
en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha
sido prometida.
Lector: Palabra de Dios.
Verbum Dòmini.
T: Deo gratias
SECUENCIA LAUDE SION
SECUENCIA LAUDE SION
Esta
secuencia es optativa. Si se la canta o recita, puede decirse íntegra o en
forma breve desde: *“Este es el pan de
los ángeles”.
Glorifica, Sión, a
tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto
puedas, porque Él está sobre todo elogio y nunca lo glorificarás bastante.
El motivo de
alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida.
El mismo pan que en la Cena Cristo entregó a
los Doce, congregados como hermanos.
Alabemos ese pan con
entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy
celebramos el día en que se renueva la institución de este sagrado banquete.
En esta mesa del
nuevo Rey, la Pascua
de la nueva alianza pone fin a la
Pascua antigua.
El nuevo rito
sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta las
tinieblas.
Lo que Cristo hizo
en la Cena,
mandó que se repitiera en memoria de su amor.
Instruidos con su
enseñanza, consagramos el pan y el vino para el sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para
los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de
Cristo.
Lo que no comprendes
y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural.
Bajo la forma del pan y del
vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas realidades.
Su carne es comida,
y su sangre, bebida, pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo
entero.
Se lo recibe
íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo.
Lo recibe uno, lo
reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida para unos y
muerte para otros. Buenos y malos, todos lo reciben, pero con diverso
resultado.
Es muerte para los
pecadores y vida para los justos; mira cómo un mismo alimento tiene efectos tan
contrarios.
Cuando se parte la
hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento está Cristo todo entero.
La realidad
permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no queda disminuido, ni
en su ser ni en su medida.
* Éste es el pan de
los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: es el verdadero
pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros.
Varios signos lo
anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación del Cordero pascual y el
maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen Pastor,
pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos y cuídanos; permítenos
contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y
lo puedes todo, Tú, que nos alimentas en este mundo, conviértenos en tus
comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los santos.
ACLAMACIÓN
Aleluya Cfr. Apoc 1,
8
Aleluya. “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que
coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Evangelium
Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, acompañado
eventualmente por los ministros que llevan el incienso y los cirios; ya en el
ambón dice:
El Señor esté con vosotros.
El pueblo responde:
R: / Y con tu espíritu.
Dóminus vobíscum
Et cum spíritu tuo
El diácono (o el sacerdote):
Lectura del santo Evangelio según san N.
Léctio sancti
Evangélii secúndum
Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su
frente, labios y pecho.
El pueblo aclama:
R: / Gloria a ti, Señor. Glória tibi, Dómine.
El diácono (o el sacerdote), si se usa incienso, inciensa el libro.
Luego proclama el evangelio.
Acabado el evangelio el diácono (o el sacerdote) dice:
Palabra del Señor.
Todos aclaman:
R: / Gloria a ti, Señor Jesús.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos.
El primer día
de la fiesta de los panes ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los
discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida
pascual?”. Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la ciudad;
allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y
díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala,
en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?» Él les mostrará
en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta;
prepárennos allí lo necesario”. Los discípulos partieron y, al llegar a la
ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras
comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”. Después tomó una copa, dio
gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Ésta es mi
Sangre, la Sangre
de la Alianza,
que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid
hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
S: Palabra del
Señor
Verbum
Domini.
T: Laus tibi, Christe
Acabada la homilía, si la liturgia
del día lo prescribe, se hace la profesión de fe:
Creo en Dios, Padre
todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor,
En las palabras que
siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por
obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María
Virgen,
padeció bajo el poder
de Poncio Pilato,
fue crucificado,
muerto y sepultado,
descendió a los
infiernos,
al tercer día
resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la
derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de
venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu
Santo,
la santa Iglesia
católica,
la comunión de los
santos,
el perdón de los
pecados,
la resurrección de la
carne
y la vida eterna.
Amén.
Professio
fidei
Credo in unum Deum, Patrem
omnipotentem, factorem caeli et terrae, visibilium omnium et invisibilium. Et
in unum Dominum Iesum Christum, Filium Dei unigenitum, et ex Patre natum ante
omnia saecula. Deum de Deo, lumen de lumine, Deum verum de Deo vero, genitum,
non factum, consubstantialem Patri: per quem omnia facta sunt. Qui propter nos
homines et propter nostram salutem descendit de caelis. Et incarnatus est de
Spiritu Sancto ex Maria Virgine, et homo factus est. Crucifixus etiam pro nobis
sub Pontio Pilato; passus et sepultus est, et resurrexit tertia die, secundum
Scripturas, et ascendit in caelum, sedet ad dexteram Patris. Et iterum venturus
est cum gloria, iudicare vivos et mortuos, cuius regni non erit finis. Et in
Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem: qui ex Patre Filioque procedit. Qui
cum Patre et Filio simul adoratur et conglorificatur: qui locutus est per
prophetas. Et unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam.
Confiteor unum baptisma in remissionem peccatorum. Et expecto resurrectionem
mortuorum et vitam venturi saeculi.
Después se hace la
plegaria universal u oración de los fieles, que se desarrolla de la siguiente
forma:
lnvitatorio
El sacerdote invita
a los fieles a orar, por medio de una breve monición.
Intenciones
Las intenciones son
propuestas por un diácono o, en su defecto, por un lector o por otra persona
idónea.
El pueblo manifiesta
su participación con una invocación u orando en silencio.
La sucesión de
intenciones ordinariamente debe ser la siguiente:
a) por las
necesidades de la Iglesia;
b) por los
gobernantes y por la salvación del mundo entero;
e) por aquellos que
se encuentran en necesidades particulares;
d) por la comunidad
local.
Conclusión
El sacerdote termina
la plegaria común con una oración conclusiva
Deinde fit oratio
universalis, seu oratio fidelium.
Oratio Fidelium ORACIONES DE LOS FIELES
LITURGIA EUCARÍSTICA LITURGIA
EUCHARISTICA
Acabada la Liturgia de la Palabra, los ministros
colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el misal; mientras
tanto puede ejecutarse un canto adecuado.
Conviene que los
fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el
vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las
necesidades de la Iglesia
o de los pobres.
El sacerdote se acerca al altar,
toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice
en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este
pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu
generosidad y ahora te presentamos; él
será para nosotros pan de vida.
Después deja la
patena con el pan sobre el corporal.
Si no se canta
durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta
estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor
El diácono, o el sacerdote, echa
vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:
El agua unida al vino sea signo de nuestra participación
en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
Después el sacerdote toma el cáliz
y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por
este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu
generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
Después deja el cáliz sobre el corporal.
Después deja el cáliz sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las
ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el
pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre,
Señor.
A continuación,
el sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu
humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu
humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.
Y, si se juzga
oportuno, inciensa las ofrendas y el altar. A continuación el diácono o un
ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.
Luego el
sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor,
limpia mi pecado.
Lava
me, Domine, ab iniquitate mea, et a peccato meo munda me.
Después, de pie
en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos,
dice una de las siguientes fórmulas:
Orad, hermanos,
Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y
vuestro,
sea agradable a Dios, Padre
todopoderoso.
Orate,
fratres, ut meum ac vestrum sacrificium acceptabile fiat apud Deum Patrem
omnipotentem!
O bien:e
en el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
Orad, hermanos,
para que, llevando al altar
los gozos y las fatigas de cada día,
nos dispongamos a ofrecer el sacrifici
agradable a Dios, Padre todopoderoso
El pueblo responde:
en el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
Orad, hermanos,
para que, llevando al altar
los gozos y las fatigas de cada día,
nos dispongamos a ofrecer el sacrifici
agradable a Dios, Padre todopoderoso
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para
alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien
y el de toda su santa
Iglesia.
Luego el sacerdote, con las manos
extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oratio Super oblata (nos ponemos de pie)
Señor,concede a tu Iglesia los
dones de la unidad y de la paz, simbolizados en las ofrendas sacramentales que
te presentamos.
Ecclésiæ tuæ, quæsumus, Dómine, unitátis et pacis propítius
dona concéde, quæ sub oblátis munéribus mystice designántur. Per Christum
Concedi benigno alla tua Chiesa, o Padre, i doni dell'unità e
della pace, misticamente significati nelle offerte che ti presentiamo. Per
Cristo nostro Signore.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Súper Oblata
La
oración sobre las ofrendas termina siempre con la conclusión breve.
Si
la oración se dirige al Padre:
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Si
la oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige al Hijo:
por los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige al Hijo:
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
por los siglos de los siglos.
El
pueblo aclama:
Amén.
Prex Eucharistica PLEGARIA EUCARISTICA
En las plegarias eucarísticas se pueden nombrar
junto al Obispo diocesano a los Obispos coadjutores o auxiliares y al Obispo
que eventualmente preside una concelebración. Si el celebrante es Obispo,
siempre se nombra a si mismo; el Obispo diocesano se nombra después del Papa;
los otros Obispos se nombran a sí mismos después del Obispo diocesano.
En la plegaria
eucarística primera o Canon romano pueden omitirse aquellas partes que están
incluidas dentro de corchetes.
PREFACIO Præfatio
El sacerdote comienza la plegaria eucarística
con el prefacio. Con las manos extendidas dice:
El Señor esté con vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
El sacerdote, elevando las manos, prosigue:
Levantemos el corazón.
El pueblo responde:
Lo tenemos levantado hacia
el Señor.
El sacerdote, con las manos extendidas, añade:
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
El pueblo responde:
Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio con las manos
extendidas.
Al final del prefacio junta las manos y, en
unión del pueblo,
PREFACIO DE EUCARISTÍA I
El sacrificio y el sacramento de Cristo
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tuespíritu.
R. Y con tuespíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemoslevantado hacia el Señor.
R. Lo tenemoslevantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R.Es justo y necesario
R.Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor,
Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo nuestro Señor.
El cual, verdadero y eterno sacerdote,
al instituir el sacrificio perdurable,
se ofreció a ti
como víctima salvadora,
y nos mandó que
lo ofreciéramos
como memorial suyo.
En efecto, cuando comemos su carne,
inmolada por nosotros,
quedamos fortalecidos;
y cuando bebemos su sangre,
derramada por nosotros,
quedamos limpios de nuestros pecados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el
Señor, Dios
del universo.
Llenos están el cielo y la
tierra de tu
gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre
del
Señor.
Hosanna en el cielo.
Vere dignum et iustum est,
æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque
grátias ágere:
Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus:
per Christum Dóminum nostrum.
Qui, verus æternúsque Sacérdos,
formam sacrifícii perénnis instítuens,
hóstiam tibi se primus óbtulit salutárem,
et nos, in sui memóriam, præcépit offérre.
Cuius carnem pro nobis immolátam dum súmimus,
roborámur,
et fusum pro nobis sánguinem dum potámus,
ablúimur. Et ídeo cum Angelis et Archángelis,
cum Thronis et Dominatiónibus,
cumque omni milítia cæléstis exércitus,
hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.
Dominus vobiscum.
Et cum spiritu tuo.
Sursum corda.
Habemus ad Dominum.
Gratias agamus Domino Deo
nostro.
Dignum
et iustum est.
concluye el prefacio, cantando o
diciendo en voz alta:
Sanctus, sanctus, sanctus
Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt caeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis. Benedictus qui venit in nomine
Domini. Hosanna in excelsis.
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.Bendito el que viene en nombre del Señor.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna
en el cielo.
Ahora se
elige alguna de las Plegarias Eucarísticas
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
31. El sacerdote, con las manos
extendidas, dice:
Santo eres en verdad,
Padre,
y con razón te alaban
todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu
Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del
Espíritu Santo,
das vida y santificas
todo,
y congregas a tu pueblo
sin cesar,
para que ofrezca en tu
honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol
hasta el ocaso.
32. Junta las manos y,
manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te
suplicamos
que santifiques por el
mismo Espíritu
Junta las manos y traza el
signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean
Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor
nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar
estos misterios.
33. En las fórmulas que siguen,
las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad,
como lo requiere la
naturaleza de éstas.
Porque él mismo, la noche
en que iba a ser entregado,
Toma el pan y,
sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias
te bendijo, lo partió
y lo dio a sus
discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros.
Muestra el pan consagrado
al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
34. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada
la cena,
Toma el cáliz y,
sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus
discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz
de mi Sangre,
Sangre de la alianza
nueva y eterna,
que será derramada por
vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los
pecados.
Haced esto en
conmemoración mía.
35. Luego dice una de las siguientes fórmulas:
1 Éste es el Sacramento de
nuestra fe.
O bien:
Éste es el Misterio de la
fe.
Y el pueblo prosigue,
aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
2 Aclamad el Misterio de la
redención:
Y el pueblo prosigue,
aclamando:
Cada vez que comemos de
este pan
y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
3 Cristo se entregó por
nosotros.
Y el pueblo prosigue,
aclamando:
Por tu cruz y
resurrección
nos has salvado, Señor.
36. Después el sacerdote, con
las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el
memorial
de la pasión salvadora de
tu Hijo,
de su admirable
resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su
venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta
acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la
ofrenda de tu Iglesia,
y reconoce en ella la victima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos
con el Cuerpo y la Sangre
de tu Hijo
y llenos de su Espíritu
Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu
heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los
mártires,
[san N.: santo del día o
patrono]
y todos los santos, por
cuya intercesión
confiamos obtener siempre
tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que
esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la
salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la
caridad
a tu Iglesia, peregrina
en la tierra:
a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
Puede hacerse también
mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del
Obispo que preside la celebración.
El Obispo, cuando celebra
en su diócesis, dice:
a mí, indigno siervo
tuyo,
Cuando celebra un Obispo
que no es el Ordinario, dice:
a mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de
N.,
a mí, indigno siervo
tuyo,
al orden episcopal, a los
presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo
redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas
de esta familia
que has congregado en tu
presencia.
Reúne en torno a ti,
Padre misericordioso,
a todos tus hijos
dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos
difuntos
y a cuantos murieron en
tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos
juntos
de la plenitud eterna de
tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor
nuestro,
por quien concedes al
mundo todos los bienes. †
37. Toma la patena, con el pan
consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre
omnipotente,
en la unidad del Espíritu
Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de la comunión.
RITO
DE COMUNION RITUS
COMMUNIONIS
Una vez que ha dejado el
cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Fieles a la recomendación
del Salvador
y siguiendo su divina
enseñanza,
nos atrevemos a decir:
O bien:
Llenos de alegría por ser
hijos de Dios,
digamos confiadamente
la oración que Cristo nos
enseñó:
O bien:
El amor de Dios ha sido
derramado
en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que
se nos ha dado;
digamos con fe y
esperanza:
O bien:
Antes de participar en el
banquete de la
Eucaristía,
signo de reconciliación
y vinculo de unión
fraterna,
oremos juntos como el
Señor nos ha enseñado:
Extiende las manos y, junto
con el pueblo, continúa:
Padrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu
Nombre;
venga a nosotros tu
reino;
hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de
cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la
tentación,
y líbranos del mal.
Pater noster, qui es in caelis:
sanctificétur nomen tuum;
advéniat regnum tuum;
fiat volúntas tua, sicut in caelo,
et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie;
et dimítte nobis débita nostra,
sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris;
et ne nos indúcas in tentatiónem;
sed líbera nos a malo.
El sacerdote, con las manos
extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los
males, Señor,
y concédenos la paz en
nuestros días,
para que, ayudados por tu
misericordia,
vivamos siempre libre de
pecado
y protegidos de toda
perturbación,
mientras esperamos la
gloriosa venida
de nuestro Salvador
Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la
oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el
poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el sacerdote, con
las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus
apóstoles:
"La paz os dejo, mi
paz os doy",
no tengas en cuenta
nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la
unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los
siglos.
El pueblo responde:
Amén.
El sacerdote, extendiendo y
juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté
siempre con vosotros.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga
oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Daos fraternalmente la
paz.
O bien:
Como hijos de Dios,
intercambiad ahora
un signo de comunión fraterna.
O bien:
En Cristo, que nos ha
hecho hermanos con su
cruz,
daos la paz como signo de
reconciliación.
O bien:
En el Espíritu de Cristo
resucitado,
daos fraternalmente la
paz.
Y todos, según la costumbre
del lugar, se dan la paz. El sacerdote da la paz al diácono o al ministro.
Después toma el pan
consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el
cáliz, diciendo en secreto:
El
Cuerpo y la Sangre
de nuestro Señor Jesucristo,
unidos
en este cáliz,
sean
para nosotros
alimento
de vida eterna.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi: miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi: miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata
mundi: dona nobis pacem
Si la fracción del pan se
prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última vez se
dice: danos la paz.
A continuación el
sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor
Jesucristo, Hijo de Dios vivo,
que
por voluntad del Padre,
cooperando
el Espíritu Santo,
diste
con tu muerte la vida al mundo,
líbrame,
por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de
todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme
cumplir siempre tus mandamientos
y
jamás permitas que me separe de ti.
O bien:
Señor
Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre
no
sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino
que, por tu piedad,
me
aproveche para defensa de alma y cuerpo
y
como remedio saludable.
El sacerdote hace
genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del
mundo.
Dichosos los invitados a
la cena del Señor.
Y, juntamente con el
pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El sacerdote dice en
secreto:
El
Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga reverentemente el
Cuerpo de Cristo.
Después toma el cáliz y
dice en secreto:
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.
Después toma la patena o la
píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, que sostiene un
poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar
responde:
Amén.
El diácono y los ministros
que distribuyen la
Eucaristía observan los mismos ritos.
Si se comulga bajo las dos
especies, se observa el rito descrito en su lugar. (Instr. Gen. n. 240-252).
Cuando el sacerdote comulga
el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.
Acabada la comunión, el
diácono, el acólito, o el mismo sacerdote, purifica la patena sobre el cáliz y
también el mismo cáliz, a no ser que se prefiera purificarlo en la credencia
después de la misa.
Si el sacerdote hace la
purificación, dice en secreto:
Haz,
Señor,
que
recibamos con un corazón limpio
el alimento
que acabamos de tomar,
y que
el don que nos haces en esta vida nos aproveche para la eterna.
Después el sacerdote puede
ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio
o cantar un salmo o cántico de alabanza.
Luego, de pie en la sede o
en el altar, el sacerdote dice:
Oremos.
Y todos, junto con el
sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio
ya se haya hecho antes.
Después el sacerdote, con
las manos extendidas, dice la oración después de la comunióñ.
POSTCOMMUNIO
Oremus
Señor
Jesucristo, te pedimos que podamos saciarnos con el eterno gozo de tu
divinidad, anticipado en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Que vives y
reinas por los siglos de los siglos.
Fac nos, quæsumus,
Dómine, divinitátis tuæ sempitérna fruitióne repléri, quam pretiósi Córporis et
Sánguinis tui temporális percéptio præfigúrat. Qui vivis et regnas in sæcula
sæculórum.
Donaci, Signore, di godere pienamente della tua
vita divina nel convito eterno, che ci hai fatto pregustare in questo
sacramento del tuo Corpo e del tuo Sangue. Tu che vivi e regni nei secoli dei
secoli.
La oración después de la
comunión termina con la conclusión breve.
Si la oración se dirige al
Padre:
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Si la oración se dirige al
Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina por
los siglos de los siglos.
Si la oración se dirige al
Hijo:
Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Oratio
Super Populum
BENDICIONES SOLEMNES
Inclinaos
para recibir la bendición.
Luego, el
sacerdote, extendidas las manos sobre el pueblo, dice la bendición.
Todos responden: Amen.
RITUS CONCLUSIONIS
RITO DE
CONCLUSION
En este momento
se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias
al pueblo.
Después tiene
lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El Señor esté con vosotros.
El pueblo
responde:
Y con tu espíritu.
El sacerdote
bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
El pueblo
responde:
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