viernes, 8 de junio de 2012

SECUENCIA LAUDE SION EN LA SOLEMNIDAD DE CORPUS CRISTI


La palabra viene «sequentia» y quiere decir “las cosas que siguen”, lo que continúa y se designa así al canto que sigue en algunas ocasiones a la aclamación del «aleluya» antes del evangelio.

Las secuencias las debemos ver como una bienvenida al evangelio más que como una meditación a la lectura anterior. Es una aclamación prolongada, a modo de himno, preparando el evangelio en estas ocasiones especiales.

La Secuencia, que excepto los días de Pascua y de Pentecostés, es ad libitum, se canta antes del Aleluia. IGMR 64. La Secuencia, que excepto los días de Pascua y de Pentecostés, es ad libitum, se canta antes del
Aleluia.

 Principales secuencias. 
La más antigua de las s. en uso es la de Pascua, Victimae pascuai, «A la Víctima pascual rindan alabanza los cristianos...», compuesta en el s. XI por Vipo, capellán del emperador Conrado II, en la que no se sabe qué admirar más, si la simpática sencillez de una poesía rudimentaria y juguetona o la inspiración de su melodía tan indisolublemente asociada a las palabras y tan embebida de alegría pascual que no cabría sustituirla por otra más moderna. Consta de dos partes: en la primera se canta el misterio de Pascua en el que, al estilo de un torneo medieval, se presenta el duelo entre la Muerte y la Vida con el resultado final de que «el Caudillo de la Vida, muerto, reina vivo»; en la segunda parte se entabla un diálogo entre los fieles y María Magdalena, cuyo testimonio sobre la resurrección confirma la fe pascual de la comunidad: «¡Sabemos que Cristo verdaderamente ha resucitado de entre los muertos! ¡Tú, Rey victorioso, apiádate de nosotros!», esbozo dramático que dio lugar a representaciones escénicas en las que niños en el papel de las tres Marías o de ángeles y algunos clérigos como apóstoles acudían al monumento vacío al finalizar los Maitines en la mañana del domingo de Resurrección.

La s. de Pentecostés Veni Sancte Spiritus es obra del inglés Esteban Langton, arzobispo de Cantorbery (m. 1228),conocido teólogo y autor de la división en capítulos de la Biblia. Es una mística plegaria, profunda de pensamiento, rica de imágenes, en la que se pide el descenso del Espíritu vivificador para llenar el vacío del corazón humano, manchado, seco y enfermo, con la abundancia del sagrado don septenario.

El Lauda Sion, como todo el Oficio y la Misa del Corpus Christi (v.) del que forma parte, se debe al genio teológico de Santo Tomás de Aquino, que siguió en esta s. la pauta marcada por Adan de S. Víctor. Constituye un monumento didáctico, un «Credo de la Eucaristía», en el que las verdades dogmáticas sobre la presencia real de Cristo se hilvanan con alusiones bíblicas y expansiones líricas, en las que se trasluce el alma contemplativa de su autor y una honda piedad.

El elemento subjetivo y afectivo de la espiritualidad franciscana se refleja en la s. Stabat Mater, poema medieval de autor incierto (hacia el s. XIII) que representa una imitación latina del antiguo Llanto de María de origen greco-sirio. No fue usado como s. hasta muy tarde; se canta o se reza en la Misa de la fiesta de la Virgen de los Dolores (15 sept.); en el Oficio divino reformado en 1970-72 aparece en esa fiesta como himno de diversas Horas.

Pero la s. más famosa, sin duda alguna, es la de la Misa por los difuntos, Dies irae, que ha inspirado tantas composiciones musicales y cuyas solas notas iniciales ya sacuden (rinejor que los «golpes del Destino» de la sinfonía beethoviana) la sensibilidad del hombre de toda época ante el misterio del más allá. Aparece a fines del s. XII, obra de autor anónimo y escrita no como s. de Difuntos sino como poema de meditación sobre el Juicio final, que se describe con imágenes apocalípticas (el sonido pavoroso de la tuba angélica que se esparce por la región de los sepulcros, el libro escrito de la vida, el rebaño de las ovejas separado del de los cabritos) y se espera con la confianza puesta en el supremo Juez, el Jesús misericordioso «que absolvió a María la pecadora y escuchó al buen ladrón». Su acomodación posterior a la Misa de difuntos hizo que se le añadieran los seis últimos versos (Lacrymosa dies illa, cte.) que rompen la uniformidad de la triple rima e introducen la petición por el difunto (huic ergo paree Deus).

 Lauda Sion


Lauda, Sion, Salvatórem; Lauda ducem et pastórem, In hymnis et cánticis.
Quantum potes, tantum aude: Quia major omni laude, Nec laudáre súfficis.
Laudis tehma sepeciális, Panis vivus et vitális Hódie propónitur;
Quem in sacrae mensa coenae, Turbae fratrum duodénae Datum non ambígitur.
Sit laus plena, sit sonóra, Sit jucúnda, sit decóra Mentis jubilation.
Dies enim solémnis ágitur, In qua mensae prima recólitur Hujus institution.
In hac mensa novi Regis, Novum Pascha novae legis Phase vetus términat.
Vetrutámen nóvitas, Umbram fugat véritas Noctem lux elíminat.
Quod in coena Christus gessit, Faciéndum hoc expréssit In sui memoriam.
Docti sacris institútis, Panem, vinum, in salútis Consecrámus hóstiam.
Dogma datur Christiánis, Quod in carnem transit panis, Et vinum in sánguinem.
Quod non capis, quod non vides, Animósa firmat fides, Praeter rerum órdinem.
Sub divérsis speciébus, Signis tantum, et non rebus, Latent res exímiae.
Caro cibus, sanguis potus, Manet tamen Christus totus Sub utráque spécie.
A suménte non concísus, Non confráctus, non divísus, Ínteger accípitur.
Sumit unus, sumunt mille, Quantum isti tantum ille, Nec sumptus consúmitur.
Sumunt boni, sumunt mali: Sorte tamen inaequáli, Vitae vel intéritus.
Mors est malis, vita bonis; Vide parís suptiónis, Quam sit dispar éxitus.
Fracto demum Sacraménto, Ne vacílles, sed meménto Tantum ese sub fragménto Quantum toto tégitur.
Nulla rei fit scissúra, Signi tantum fit fractúra Qua nec status nex statúra Signáti minúitur.
ECCE PANIS ANGELÓRUM, Factus cibus viatórum, Vere panis filiórum, Non mitténdus cánibus.
In figures praesignátur Cum Ísaac immolator, Agnus Paschae deputátur, Datur manna pátribus.
Bone Pastor, panis vere, Jesu, nostril miserére. Tu nos pasce, nos tuére, Tu nos bona fac vidére. In terra vivéntium.
Tu, qui cuncta scis et vales, Qui nos pascis hic mortales, Tuos ibi commensáles, Cohaerédes et sodáles Fac santórum cívium.
Amen.


Alaba, alma mía a tu Salvador; alaba a tu guía y pastor con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas, porque Él está sobre toda alabanza, y jamás podrás alabarle lo bastante.
El tema especial de nuestros loores es hoy el pan vivo y que da vida.
El cual se dio en la mesa de la sagrada cena al grupo de los doce apóstoles in género de duda.
Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre, sea pura la alabanza de nuestra alma.
Pues celebramos el solemne día en que fue instituído este divino banquete.
En esta mesa del nuevo rey, la pascua nueva de la nueva ley pone fin a la pascua antigua.
Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad, y la luz ahuyenta la noche.
Lo que Jesucristo hizo en la cena, mandó que se haga en memoria suya.
Instruídos con sus santos mandatos, consagramos el pan y el vino, en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne, y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua, fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especias, que son accidente y no substancia, están ocultos los dones más preciados.
Su carne es alimento y su sangre bebida; mas Cristo está todo entero bajo cada especie.
Quien lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmembra; recíbese todo entero.
Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél lo toma tanto como éstos, pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo buenos y malos; mas con suerte desigual de vida o de muerte.
Es muerte para los malos, y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento, no vaciles, sino recuerda que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.
No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal; niel ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.
He aquí el pan de los ángeles, hecho viático nuestro; verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado; el cordero pascual, inmolado; el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, pan verdadero, ¡oh Jesús!, ten piedad. Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos lo bienes en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales, haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros de los santos ciudadanos.
Amen.
 Santo Tomás de Aquino.


   


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