Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

miércoles, 13 de febrero de 2013

ceniza y su lenguaje simbólico



CENIZA
Es asociada al polvo ( los sesenta traduce más de una vez” polvos” por “cenizas”) y simboliza a la vez el pecado y la fragilidad del hombre.

El corazón del pecador es semejante a la ceniza; Isaías llama al idolatra “amador de ceniza”( Is 44,20), y el sabio dice de él “ su corazón es ceniza. Su vida es de menos estima que el polvo” (Sab15, 10). Por eso el el salario del pecador no puede ser sino ceniza: los soberbios se verán “reducidos a ceniza sobre la tierra (Ez 28,18), y los malvados serán pisoteados como ceniza por los justos (Mal 3,21). Por otra parte, el pecador que en lugar de endurecerse en su soberbia (Eclo 10,9), se hace consciente de su falta, confiesa precisamente que no es más que” polvo y ceniza” ( Gen 18,27, Eclo 17,32); y para significar ante los otros y ante sí mismo que está convencido de ello, se sienta sobre la ceniza (Job 42,6; Jon 3,6; Mt 11,21) y se cubre la cabeza con ella la cabeza ( Jdt 4,11-15; 9,1; Ez 27,30).

Pero este mismo símbolo de penitencia sirve también para expresa la tristeza del hombre abrumado por la desgracia , sin duda porque se supone que existe un vínculo entre la desgracia y el pecado. El hombre quiere mostrar así el estado a que ha quedado reducido (Job 30,19) y se va al extremo de alimentarse de ceniza ( Sal 102,10). Pero sobre todo cuando se ve afligido por un luto es cuando experimenta su nada, y entonces le expresa cubriéndose de polvo y de ceniza; “Vístete de saco, hija de Sion; revuélcate en la ceniza, llora amargamente” (Jer 6,26).

Cubrirse de ceniza es, pues realizar mímicamente una especie de confesión pública (la liturgia del miércoles de ceniza); mediante el lenguaje de esta materia sin vida que se vuelve polvo, el hombre se reconoce pecador y frágil, previniendo así el inicio de Dios y atrayendo su misericordia. Al que así confiesa su nada, se le dirige la promesa del Mesías, que viene a triunfar del pecado y de la muerte, a “consolar a los afligidos y a darle en lugar de ceniza una diadema ( Is 61,2s)

Fuente:Vocabulario de teología bíblica Leon Dufour

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