jueves, 7 de febrero de 2013

Santuario Cenáculo de Bellavista.Cuarto Domingo del tiempo ordinario.



Lo que exija el Reinado de Schoenstatt 153
al que me he consagrado por entero,
será para mí como deseo y mandato
al cual someta todo.

Nunca me dejarás solo154
y estarás en mi ayudándome;
irás conmigo al dolor y la lucha,
aunque el camino sea largo y duro.

Me acompañas por todo el mundo, 155
donde Tú, Señor, me has enviado,
sea que vaya a los paganos
o que permanezca entre los fieles.

Me regalas luz y me das fuerza 156
contra las malas pasiones;
me conformas según tu imagen,
como se manifiesta en María, tu compañera.
(Hacia el Padre. P.José Kentenich)


El Evangelio de hoy – tomado del capítulo cuarto de san Lucas – es la continuación de aquel del pasado domingo. Nos encontramos aun en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde Jesús ha crecido y donde todos conocen a él y a su familia. Ahora, luego de un tiempo de ausencia, Él ha regresado en una manera nueva: durante la liturgia del sábado lee una profecía de Isaías sobre el Mesías y anuncia su cumplimiento, haciendo entender que aquella palabra se refiere a Él. Este hecho suscita el desconcierto de los nazarenos: por una parte, « Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca» (Lc 4,22); san Marcos refiere que muchos decían: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?» (6,2). Pero por otra parte, sus paisanos lo conocen muy bien: «Es uno como nosotros – dicen –. Su reclamo no puede ser más que presunción» (La infancia de Jesús, 11). «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22), que es como preguntarse: ¿qué aspiraciones puede tener un carpintero de Nazaret?

Justamente conociendo esta cerrazón, que confirma el proverbio «nadie es profeta en su tierra», Jesús dirige a la gente, en la sinagoga, palabras que suenan como una provocación. Cita dos milagros cumplidos por los grandes profetas Elías y Eliseo a favor de personas no israelitas, para demostrar que a veces hay más fe fuera de Israel. A este punto la reacción es unánime: todos se levantan y lo echan fuera, y hasta tratan de lanzarlo a un precipicio, pero Él, con soberana tranquilidad, pasa en medio de la gente enfurecida y se va. A este punto es espontáneo preguntarse: ¿cómo así Jesús ha querido provocar esta fractura? Al inicio la gente se admiraba de él, y quizás habría podido obtener cierto consenso… pero justamente este es el punto: Jesús no ha venido para buscar el consenso de los hombres, sino – como dirá al final a Pilato – para «dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37). El verdadero profeta no obedece a nadie más que a Dios y se pone al servicio de la verdad, listo a responder personalmente. Es verdad que Jesús es el profeta del amor, pero también el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios. En la liturgia de hoy resuenan también estas palabras de san Pablo: «El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad» (1 Cor 13,4-6). Creer en Dios significa renunciar a los propios prejuicios y acoger el rostro concreto con el que Él se ha revelado: el hombre Jesús de Nazaret. Y este camino conduce también a reconocerlo y a servirlo en los demás.

En esto la actitud de María es iluminante. ¿Quién más que ella tuvo familiaridad con la humanidad de Jesús? Pero jamás se escandalizó como los paisanos de Nazaret. Ella custodiaba en su corazón el misterio y supo acogerlo una y otra vez, cada vez más, en el camino de la fe, hasta la noche de la Cruz y a plena luz de la Resurrección. Que María nos ayude a recorrer con fidelidad y con gozo este camino.
 (Palabras del Papa Benedicto XVI antes de rezar el Angelus)


RITO DE ENTRADA
INTROITUS







COLECTA


LITURGIA DE LA PALABRA
LECTURAS BÍBLICAS




EVANGELIO



Lc 4, 21-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Después que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de Él y estaban lle­nos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» Pero Él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, sánate a ti mismo". Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm». Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio». Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

HOMILIA



LITURGIA EUCARISTICA
PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS






ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS



PLEGARIA EUCARÍSTICA
EPÍCLESIS

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean Cuerpo y X Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios.

NARRACIÓN DE LA INSTITUCIÓN Y CONSAGRACIÓN













ANÁMNESIS-OBLACIÓN-INTERCESIONES

DOXOLOGÍA


Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

RITO DE COMUNÍON
FRACCION DEL PAN


Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros salimento de vida eterna.
Mientras tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: miserere nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: dona nobis pacem

COMUNIÓN







ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN




RITO DE CONCLUSIÓN




Angelus Domini





Año de la corriente misionera (18/10/2012 - 18/10/2013)en preparación del jubileo de la familia de Schoenstatt

Con entera confianza 440
no me canso de implorar:
logren tus planes su cumplimiento;
prueba mi fe y mi confianza,
siempre creeré heroicamente
en nuestra misión.
(Hacia el Padre. P.José Kentenich)








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