Dios desciende y se hace esclavo; nos lava
los pies para que podamos sentarnos a su mesa. Así se revela todo el misterio
de Jesucristo. Así resulta manifiesto lo que significa redención. El baño con
que nos lava es su amor dispuesto a afrontar la muerte. Sólo el amor tiene la
fuerza purificadora que nos limpia de nuestra impureza y nos eleva a la altura
de Dios. El baño que nos purifica es él mismo, que se entrega totalmente a
nosotros, desde lo más profundo de su sufrimiento y de su muerte.
Él es continuamente este amor que nos lava. En los sacramentos de la purificación -el Bautismo y la Penitencia- él está continuamente arrodillado ante nuestros pies y nos presta el servicio de esclavo, el servicio de la purificación; nos hace capaces de Dios. Su amor es inagotable; llega realmente hasta el extremo.
Él es continuamente este amor que nos lava. En los sacramentos de la purificación -el Bautismo y la Penitencia- él está continuamente arrodillado ante nuestros pies y nos presta el servicio de esclavo, el servicio de la purificación; nos hace capaces de Dios. Su amor es inagotable; llega realmente hasta el extremo.
Reflexionemos sobre otra frase de este
inagotable pasaje evangélico: "Os he dado ejemplo..." (Jn13,
15); "También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros" (Jn 13, 14). ¿En qué consiste el
"lavarnos los pies unos a otros"? ¿Qué significa en concreto? Cada
obra buena hecha en favor del prójimo, especialmente en favor de los que sufren
y los que son poco apreciados, es un servicio como lavar los pies. El Señor nos
invita a bajar, a aprender la humildad y la valentía de la bondad; y también a
estar dispuestos a aceptar el rechazo, actuando a pesar de ello con bondad y
perseverando en ella.
Pero hay una dimensión aún más profunda.
El Señor limpia nuestra impureza con la fuerza purificadora de su bondad.
Lavarnos los pies unos a otros significa sobre todo perdonarnos continuamente
unos a otros, volver a comenzar juntos siempre de nuevo, aunque pueda parecer
inútil. Significa purificarnos unos a otros soportándonos mutuamente y
aceptando ser soportados por los demás; purificarnos unos a otros dándonos
recíprocamente la fuerza santificante de la palabra de Dios e introduciéndonos
en el Sacramento del amor divino.
El Señor nos purifica; por esto nos atrevemos a acercarnos a su mesa. Pidámosle que nos conceda a todos la gracia de poder ser un día, para siempre, huéspedes del banquete nupcial eterno. Amén
El Señor nos purifica; por esto nos atrevemos a acercarnos a su mesa. Pidámosle que nos conceda a todos la gracia de poder ser un día, para siempre, huéspedes del banquete nupcial eterno. Amén
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