San José es el patrono de la vida interior, pero
también es el patrono de las preocupaciones materiales. ¿Podemos
agradecerle que, hasta ahora, nos haya cuidado y se haya preocupado fielmente
de nosotros en esos dos sentidos?
1. San
José, patrono de la vida interior
Como patrono de la vida interior,
ciertamente nos ha conducido hasta muy adentro del arca de los tesoros de la
vida sobrenatural. Nuestra tarea más grande y hermosa, y también nuestro mayor
éxito, ha sido y es hasta ahora que, poco a poco, hayamos sentido y vivido,
cada vez más profundamente, el maravilloso mundo de la vida sobrenatural. Por cierto,
todas las gracias conseguidas se las agradecemos, en primer lugar y en la
mayoría de las veces, a nuestra querida Madre de Dios. Pero si las cosas que se
hacen aquí en la tierra con espíritu sobrenatural se toman en cuenta en el
cielo, y si, por ende, san José nos ha respondido allá en lo alto, aceptando
haber sido elegido por nosotros como segundo patrono, entonces también podemos
admitir con certeza que él se ha acreditado entre nosotros como patrono de la
vida interior.
En esto consiste precisamente lo maravilloso
que queremos y pretendemos alcanzar; que en este tiempo paganizado
constituyamos un oasis donde el Señor y la Santísima Virgen puedan pasearse con
gusto. ¿Y quién deberá amparar y proteger este paraíso? ¡Nuestro segundo
patrono, san José! Sí, le estamos agradecidos, como si ya hubiese cumplido esa
misión futura, que iniciara el año pasado con tal abundancia de frutos y con
tanta maestría.
2. San
José, patrono de las preocupaciones materiales
Pero no creo que haya sido su actividad
durante el año pasado, como patrono de la vida interior, la que nos haya
motivado a sacarlo un poco del rincón. Fue más bien la necesidad material, la
preocupación por conseguir una casa…, por todos los gastos… San José, que
durante su vida llevó sobre sus hombros tantas preocupaciones materiales por el
bienestar físico de la Madre y del Niño, posee también una fina comprensión de
nuestras propias necesidades materiales. Por eso, a él le incumbe
principalmente cuidar de nosotros en lo que respecta a dinero y salud…
Cuidemos entonces de que san José salga lo
más posible de su rincón. Pero procuremos también de no pensar en él únicamente
cuando la casa se incendia, cuando existe una necesidad. Seamos agradecidos de
corazón, no sólo por lo que recibimos, sino también como si ya hubiésemos
recibido de él, en medida sobreabundante, las gracias y dones futuros, la
gracia de la vida interior y también los dones de orden natural. El fundamento
de una sana vida interior es una vida adecuadamente libre de “preocupaciones”. (Ver Mt 6, 25ss)
3. San
José con la azucena y el Niño en sus brazos
A san José se le representa con el Niño en
los brazos o con la azucena. Ésas son las dos direcciones según las cuales él
quiere actuar en nuestra vida interior.
¡La azucena! Así lo ven ustedes aquí. ¿Qué
tiene que decirnos la azucena? ¿Y el Niño en brazos? ¿Cuál es el deseo
ferviente de nuestro corazón? Cuando logramos encarnar en nuestra vida esta
imagen de san José, cuando hacemos realidad estas palabras: ¡Conserva la
azucena! “Serva lilia”, cuando
dejamos que san José a menudo nos pase el Niño, cuando profesamos un amor
sincero y profundo a la azucena y al rey de las azucenas, a Cristo Jesús,
entonces no deberemos temer a nada en el futuro.
“¡Busquen primero el Reino de Dios y todo lo
demás se les dará por añadidura!”. Sí, esto es seguro. Nunca nos derrumbaremos
a causa de las dificultades materiales si encarnamos en nuestra vida la imagen
de san José. Por eso, también durante la santa Misa, traten de dirigir hacia
san José los sentimientos de acción de gracias que resuenan en la liturgia…
Agreguemos a la acción de gracias una sincera
súplica a san José, que también es nuestro padre de familia, para que use su
cetro de la misma manera como lo usó en la Sagrada Familia. Entonces le fue
fácil, porque en su familia tenía a dos miembros concebidos sin mancha, que no
sabían nada del aguijón del pecado original, de la concupiscencia. Y además
eran sólo dos. En cambio, nosotros tenemos el pecado original. En alguna forma
todos, cual más cual menos, llevamos la carga de este pecado. Y no somos sólo
dos. Pronto podremos decir: “¿Quién conoce por sus nombres los pueblos que aquí
se han reunido como huéspedes?”. ¡Cómo ha ampliado Dios la casa de nuestra
Familia! Crecemos cada vez más, hasta formar un árbol robusto que extiende sus
ramas más y más al interior de la vida.
San José tiene aquí una difícil tarea. Pero
ahora está también en el cielo donde tiene por compañera a la Madre de Dios. El
Señor sabe también proporcionarle alegría. Por eso, el segundo sentimiento de
este día debe ser una petición del corazón. Si queremos limitarnos a la acción
de gracias, es más conveniente dar gracias por lo que él nos ha regalado de
cálido espíritu de familia; y dar gracias como si él ya hubiera eternizado este
espíritu de familia en nuestro pequeño círculo mientras estamos con vida y,
también, más allá del término de nuestra vida.
MISSALE ROMANUM SOLEMNIDAD SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
MISSALE ROMANUM SOLEMNIDAD SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Lc 12, 42)
Celebremos con alegría la fiesta de san José, el siervo prudente y fiel, a quien el Señor puso al frente de su familia.
Ecce fidélis servus et prudens, quem constítuit Dóminus super famíliam suam.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de san José el nacimiento y la infancia de nuestro Redentor, concédele a tu Iglesia proseguir y llevar a término, bajo su patrocinio, la obra de la redención humana. Por nuestro Señor Jesucristo...
Præsta, quæsumus, omnípotens Deus, ut humánæ salútis mystéria, cuius primórdia beáti Ioseph fidéli custódiæ commisísti, Ecclésia tua, ipso intercedénte, iúgiter servet implénda. Per Dóminum.
Dio onnipotente, che hai voluto affidare gli inizi della nostra redenzione alla custodia premurosa di san Giuseppe, per sua intercessione concedi alla tua Chiesa di cooperare fedelmente al compimento dell'opera di salvezza. Per il nostro Signore...
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lecturaDel segundo libro de Samuel: 7, 4-5. 12-14. 16
En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo: "Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: 'Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente' ".
Palabra de Dios. T.
Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial
Del salmo 88 R/. Su descendencia perdurará eternamente.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos.
R/.
Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: 'Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente'.
R/.
Él me podrá decir: 'Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva'. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice".
R/.
Segunda lectura
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 4, 13. l6-18. 22
Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.
En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.
Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. Él, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN (Salmo 83, 5) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Dichosos los que viven en tu casa; siempre, Señor, te alabarán. R/.
Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca. Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia". Él les respondió: "¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?". Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, celebrar esta Eucaristía con el mismo amor y pureza de corazón con que se entregó san José a servir a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Quæsumus, Dómine, ut, sicut beátus Ioseph
Unigénito tuo, nato de María Vírgine, pia devotióne desérviit, ita et nos mundo
corde tuis altáribus mereámur ministráre. Per Christum.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la solemnidad de san José, el hombre justo que diste por esposo a la Virgen Madre de Dios, el fiel y prudente servidor a quien constituiste jefe de tu familia para que, haciendo las veces de padre, cuidara a tu Hijo unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo, Jesucristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
Vere dignum et iustum est,
æquum et salutáre,
nos tibi semper et ubíque grátias ágere:
Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus:
Et te in sollemnitáte beáti Ioseph
débitis magnificáre præcóniis, benedícere et
prædicáre.
Qui et vir iustus, a te Deíparæ Vírgini Sponsus est datus,
et fidélis servus ac prudens,
super Famíliam tuam est constitútus,
ut Unigénitum tuum,
Sancti Spíritus obumbratióne concéptum,
patérna vice custodíret,
Iesum Christum Dóminum nostrum.
Per quem maiestátem tuam laudant Angeli,
adórant Dominatiónes, tremunt Potestátes.
Cæli cælorúmque Virtútes, ac beáta Séraphim, sócia exsultatióne
concélebrant. Cum quibus et nostras voces ut admítti iúbeas,
deprecámur, súpplici confessióne dicéntes:
Sanctus,
Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth...
Alégrate, siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.
Euge, serve bone et fidélis: intra in gáudium Dómini tui.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, protege sin cesar a esta familia tuya que se alegra hoy al celebrar la festividad de san José, y conserva en ella la vida de la gracia que le has comunicado por medio de la Eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Famíliam tuam, quæsumus, Dómine, quam de beáti Ioseph sollemnitáte lætántem ex huius altáris alimónia satiásti, perpétua protectióne defénde, et tua in ea propitiátus dona custódi. Per Christum.
Proteggi sempre la tua famiglia, Signore, che hai nutrito alla mensa del pane di vita nel ricordo gioioso di san Giuseppe e custodisci in noi i doni del tuo amore di Padre. Per Cristo nostro Signore.
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