Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

miércoles, 20 de marzo de 2013

Santuario Cenáculo de Bellavista. Quinto domingo de Cuaresma. Preside P. Ricardo Bravo









Ahora bien, ¿qué significa “anunciar la muerte del Señor”  Dos cosas. Por una parte, nos advierte que en la misa rememoramos la pasión y muerte de Jesús. Anunciar su muerte incluye también unirse al Crucificado; precisamente porque el Señor quiere unirse a nosotros. En la misa y por la misa se nos motiva a subir con Jesús al madero de la cruz. Él quiere revivir en nosotros todos los sufrimientos de su pasión y muerte. Cada vez que participamos de la misa esforcémonos por subir con él a la cruz (Padre José Kentenich, conferencia para la familia de Schoenstatt, 1966)



Y estoy feliz de que sea en domingo, ¡en el día del Señor! Esto es bello e importante para nosotros los cristianos: encontrarnos en el domingo, saludarnos, hablarnos como ahora aquí, en la plaza. Una plaza que, gracias a los medios de comunicación, tiene el tamaño del mundo.
En este quinto domingo de Cuaresma, el evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera (cf. Jn. 8,1-11), que Jesús salva de la condena a muerte. Conmueve la actitud de Jesús: no escuchamos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino solo palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión. "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (v. 11).
Hermanos y hermanas, el rostro de Dios es la de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Han pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que Él tiene con cada uno de nosotros? Esa es su misericordia. Siempre tiene paciencia, paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a él con el corazón contrito. "Grande es la misericordia del Señor", dice el salmo.
Recordemos al profeta Isaías, quien dice que así nuestros pecados fueran como rojo escarlata, el amor de Dios los volverá blancos como la nieve. ¡Es hermoso, esto de la misericordia!
No nos olvidemos de esta palabra: Dios nunca se cansa de perdonar, ¡nunca! "Y, padre, ¿cuál es el problema?". Bueno, el problema es que nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él nunca se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón. ¡No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca! Él es un Padre amoroso que siempre perdona, que tiene un corazón de misericordia para todos nosotros.
Y aprendamos a ser misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen que tuvo entre los brazos la Misericordia de Dios hecha hombre.
Pero Jesús nos ha llamado a ser parte de una nueva familia: su Iglesia, en esta familia de Dios, caminando juntos por el camino del evangelio. Que el Señor los bendiga, que la Virgen los proteja. No se olviden de esto: ¡el Señor no se cansa de perdonar! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón.(Extracto Angelus Domini papa Francisco)


RITOS INICIALES
ENTRADA






ORACIÓN COLECTA


LITURGIA DE LA PALABRA
LECTURAS BÍBLICA
PRIMERA LECTURA-SALMO RESPONSORIAL-SEGUNDA LECTURA





62. Después de la lectura, que precede inmediatamente al Evangelio, se canta el Aleluya u otro canto determinado por las rúbricas, según lo pida el tiempo litúrgico. Esta aclamación constituye por sí misma un rito, o bien un acto, por el que la asamblea de los fieles acoge y saluda al Señor, quien le hablará en el Evangelio, y en la cual profesa su fe con el canto. Se canta estando todos de pie, iniciándolo los cantores o el cantor, y si fuere necesario, se repite, pero el versículo es cantado por los cantores o por un cantor.
a) El Aleluya se canta en todo tiempo, excepto durante la Cuaresma. Los versículos se toman del leccionario o del Gradual.
 b) En tiempo de Cuaresma, en vez del Aleluya, se canta el versículo antes del Evangelio que aparece en el leccionario. También puede cantarse otro salmo u otra selección (tracto), según se encuentra en el Gradual. (instrucción general del misal romano)


PROCLAMACIÓN DEL SANTO EVANGELIO



Evangelio según San Juan 8,1-11. 
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante". 






HOMILÍA





LITURGIA EUCARÍSTICA
PREPARACIÓN DE LOS DONES











ORACION SOBRE LAS OFRENDAS



PLEGARIA EUCARÍSTICA
EPÍCLESIS



NARRACIÓN DE LA INSTITUCIÓN Y CONSAGRACIÓN
















ANÁMNESIS-OBLACIÓN-INTERCESIONES



DOXOLOGÍA


RITO DE COMUNIÓN
FRACCIÓN DEL PAN


COMUNIÓN














ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN



RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN SOLEMNE

HERMANA EUGENIA MARÍA ENCARGADA PASTORAL SANTUARIO CENÁCULO DE BELLAVISTA



DESPEDIDA





ANGELUS DOMINI






AÑO DE LA CORRIENTE MISIONERA
MOVIMIENTO DE SCHOENSTATT
RUMBO AL CENTENARIO


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