La
solemne misa fue presidida por monseñor Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago;
y concelebrada por monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de
Santiago; monseñor Juan Barros, Obispo Castrense; monseñor Ivo Scapolo, Nuncio
Apostólico; monseñor Patricio Infante, Arzobispo Emérito de Antofagasta;
monseñor Juan Luis Ysern, Obispo Emérito de Ancud, además de todo el clero de
Santiago, vicarios, sacerdotes y diáconos.
Catedral Metropolitana de Santiago
Celebración Eucarística
Agradecimiento por el ministerio petrino del Papa Benedicto
XVI
Un sencillo y humilde trabajador en la Viña
del Señor
Homilía
de Mons. Ricardo Ezzati A
Arzobispo
de Santiago
Señor Nuncio Apostólico,
Hermanos Obispos de la Iglesia Católica y de Iglesias
hermanas,
Autoridades que nos acompañan,
Miembros del Cuerpo Diplomático,
Sacerdotes, diáconos permanentes, consagrados y
consagradas, hermanos y hermanas en el Señor,
En comunión de fe y gratitud
Como Pueblo de Dios que peregrina en Santiago, nuestro
pensamiento, afecto y oración se dirigen a la Sede del Sucesor de Pedro, donde
Benedicto XVI está por culminar su servicio apostólico de Obispo de Roma y
Pastor Universal de la Iglesia. A través de los Medios de Comunicación Social,
hemos sido testigos de las multitudinarias expresiones de simpatía y de afecto
al Papa, del aprecio generalizado por su gesto honesto y transparente, diría
profético y de hondo amor a Jesucristo y a la Iglesia. También nuestra
comunidad eclesial vive este momento histórico con particular emoción y ¿por qué no decirlo?, asombrados por un gesto
tan humilde y, a la vez, tan lleno de fe y confianza. Desde el anuncio hecho
por el mismo Papa, el pasado 11 de febrero, el tiempo, la reflexión y
especialmente la oración, han ido llenado de verdad y de gratitud su gesto de
fe en Dios y de amor a la Iglesia: “No he bajado de la cruz, sigo de un nuevo
modo junto al Señor Crucificado… También en el futuro, quisiera servir de todo
corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria”. Aquí
está la motivación más pura de su determinación y aquí se encuentra también el
motivo de nuestra gratitud filial y de nuestra confianza. Como comunidad eclesial de Santiago, en
comunión de oración, damos gracias a Dios por un ministerio tan rico de gracia,
mientras deseamos recoger los estímulos de esperanza que nos deja como
herencia.
Nuestro agradecimiento quiere llegar a quienes nos
acompañan en esta celebración: a las autoridades civiles y militares, al Cuerpo
diplomático presente, a los sacerdotes, diáconos permanentes, consagrados y
consagradas, a quienes compartiendo la misma fe en Jesucristo lo siguen en
comunidades diversas, a los comunicadores sociales y a quienes representan
variadas organizaciones sociales de nuestra ciudad. Gracias, muchas gracias por
su presencia. Un gracias a todas las comunidades cristianas de parroquias,
capillas, movimientos, colegios y universidades... El Señor Buen Pastor los
llene de gozo y de esperanza.
+En torno a la Palabra de Dios
Las lecturas bíblicas que hemos escuchado, propias del
jueves de la segunda semana de Cuaresma, hablan de bienaventuranza y de
desdicha; del camino para alcanzar la felicidad y del camino que conduce a la
muerte: “Bendito el hombre que confía en el Señor y en Él tiene puesta su
confianza. Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la
carne mientras su corazón se aparta del Señor”…
“Hijo mío, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en
cambio recibió males”. El salmo responsorial
robustece aún más esta verdad con una imagen cercana a nuestra
experiencia humana: él que confía en el Señor “es como un árbol plantado al
borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo y cuyas hojas nunca se
marchitan”… Pero, “No sucede así con los
malvados: ellos son como paja que se lleva el viento…; el camino de los malvados termina mal…”
La opción fundamental de la vida del cristiano, ha
escrito Benedicto XVI en la Encíclica Deus Caritas, hunde sus raíces en la
experiencia del encuentro con el amor de Dios. “No se comienza a ser cristiano
por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que
da un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva.”(DC 1).
“Creer –nos ha dicho en estos días- no es otra cosa
que, en la oscuridad del mundo, tocar la mano de Dios, y así, en silencio,
escuchar la Palabra, percibir el Amor.”(26.02.2013).
“En este sentido, -escribía en “Spe Salvi”-, es verdad
que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está
sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida. La verdadera,
la gran esperanza del hombre, que resiste a pesar de todas las desilusiones,
solo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando hasta el
extremo, hasta el total cumplimiento.”(SS 27).
Y, visitando el Continente Latinoamericano, en
Aparecida, advertía: “Excluir a Dios del horizonte de la vida, solo puede
terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas.” (12.5. 2007)
Bendito el hombre que confía en el Señor…
“En este momento – decía Benedicto XVI al iniciar
solemnemente su Pontificado- en este momento hay en mi una gran confianza,
porque sé, todos nosotros sabemos, que la Palabra de la Verdad del Evangelio,
es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, lleva
fruto adonde quiera que la Comunidad de los creyentes lo escucha, y acoge la
gracia de Dios en la verdad y la caridad. Esta es mi confianza, esta es mi
alegría” (24 4.2005).
Bendito el hombre que confía en el Señor…
“Sí,
-proclamaba en la misma ocasión-, sí la Iglesia está viva. Esta es la
maravillosa experiencia de estos días. Justamente en estos días tristes de la
enfermedad y muerte del Papa esto se ha manifestado de manera maravillosa ante
nuestros ojos: la Iglesia está viva. Y la Iglesia es joven. Lleva en sí el
futuro del mundo y por tanto muestra también a cada uno de nosotros el camino hacia el futuro. La Iglesia está
viva y nosotros lo vemos: nosotros experimentamos el gozo que el Resucitado ha
prometido a los suyos. La Iglesia está viva- ella vive, porque Cristo vive
porque verdaderamente él ha resucitado… En todos estos días hemos podido, en un
sentido profundo, tocar al resucitado.” (Ib.)
Ocho años después, tras la experiencia de haber echado
las redes en un mar particularmente borrascoso y cuyo oleaje puede desconcertar
y asustar, hemos escuchado nuevamente su palabra llena de fe: “Toda la Iglesia
ha experimentado lo mismo que Pedro con los Apóstoles en la barca en el lago de
Galilea: el Señor nos regala tantos días de sol y de brisa suave, días de pesca
abundante y también momentos en los cuales las aguas eran agitadas e el viento
contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir.
Sin embargo, siempre he sabido que en aquella barca está el Señor, y he sabido
siempre que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya, y el
Señor no la deja hundir. Él es quien la conduce, por cierto por medios de los
hombres que Él escoge, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es la certeza
que nada puede oscurecer.”(27.2.2013).
Bendito el hombre que confía en el Señor…
+La promesa de Jesús a Pedro contiene una verdad que
dos mil años de historia, de luz o de oscuridad, no han desmentido: “sobre esta
piedra yo construiré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán.”(Mt.16, 18).
“Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, sobre
todo en los momentos difíciles. Jamás perdamos esta visión de fe, que es la
única verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo. Dios quiere hacer
crecer a la Iglesia”. No olvidemos: “Dios guía a su Iglesia, la sostiene
siempre, sobre todo en los momentos difíciles”.
Su segunda Encíclica, ‘Spe Salvi’, termina con una
oración a la Virgen María, contemplada a los pies de la Cruz: Dice: “Desde la
cruz recibiste una nueva misión. A partir de la cruz te convertiste en madre de
una manera nueva: madre de todos los que quieren creer en tu Hijo Jesús y
seguirlo. La espada del dolor traspasó tu corazón. ¿Había muerto la esperanza?
¿Se había quedado el mundo definitivamente sin luz, la vida sin meta?
Probablemente habrás escuchado de nuevo en tu interior en aquella hora, la
palabra del ángel, con la cual respondió a tu temor en el momento de la
anunciación: ‘No temas María’… ¡Cuantas
veces, Señor, tu Hijo dijo a sus
discípulos: ‘no temáis’… A sus discípulos, antes de la hora de la traición, Él
les dijo: “Tened valor: Yo he vencido al mundo.” (Jn 16,33). “No tiemble
vuestro corazón…”. Enséñanos a creer, esperar y amar…, indícanos el camino
hacia el reino…, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino.”(SS 50). La
invocamos por el Papa, por toda la Iglesia y por la humanidad.
Junto a la misión de ser ‘piedra’, Jesús confió a
Pedro la tarea de “confirmar en la fe a los hermanos.” (Lc 22,32). Con afecto
fraterno y con gratitud filial le decimos a Benedicto XVI: gracias por
confirmarnos en la fe a lo largo de todos estos años.
Por la materna intercesión de la Virgen María, Nuestra
Señora del Carmen, oramos por el Papa a
quien el Señor ha confiado el cuidado de la unidad de la Iglesia en torno a
Jesucristo. Le agradecemos su servicio
eclesial, y su cercanía a Chile, manifestada en tantas ocasiones. Lo ha hecho
con tanta fe, sabiduría y amor. De verdad, es “bello ser cristiano”.
+Pidamos también por toda la Iglesia que
comienza a vivir un peculiar momento de su caminar. El Espíritu Santo ilumine a
quienes tiene la grave responsabilidad de discernir y elegir a quien deberá ser
“piedra” y “confirmar la fe de los hermanos”.
Amén.
Fuente:Comunicaciones Santiago
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